Hola Adolfina, sí que vi mucha gente por el pueblo, a alguno de los que vi hacía lustros que no los había visto. Hasta vi a Martinico al que he prometido saludar la próxima vez que nos veamos allí o por otros lares. Me habría gustado ver a tu hermano al que hace muchísimos años que no veo.
Estuve en el tanatorio con el Rubio, que es amigo de la infancia, y con la familia del muchacho fallecido en el accidente y la verdad es que se te ponían los pelos de punta tal era el dolor que se palpaba tanto en el interior como en el exterior, donde los amigos estuvieron velándolo toda la noche.
Al día siguiente estuve en el entierro y, según decían, había sido uno de los más multitudinarios de los últimos tiempos. Durante el entierro el pueblo estaba prácticamente vacío. En fin son de esos episodios que marcan la vida de un pueblo y de alguna manera marcaron también la Semana Santa pues el chico pertenecía a una de las cofradías aparte de ser una familia muy numerosa.
Por lo demás yo, y me imagino que Martinico también, animo a todos los que vivís fuera a ir más a menudo por el pueblo, aunque sólo sea en visita corta. Yo voy bastante y me consta que Martinico y algún que otr@ forer@ también. No debemos cortar de forma definitiva el cordón umbilical con nuestras raíces aparte de que es muy saludable para los que vivimos en grandes ciudades o mega-urbes, como es mi caso. Creo que la estancia en el pueblo nos da otra percepción del tiempo distinta a la que tenemos en el día a día y nos ayuda a relativizar prioridades que a veces no lo son tanto. A mí por lo menos me pasa así de modo que, en cuanto dispongo de algún día libre, me bajo para el pueblo y vuelvo nuevo.
Hasta pronto.
Estuve en el tanatorio con el Rubio, que es amigo de la infancia, y con la familia del muchacho fallecido en el accidente y la verdad es que se te ponían los pelos de punta tal era el dolor que se palpaba tanto en el interior como en el exterior, donde los amigos estuvieron velándolo toda la noche.
Al día siguiente estuve en el entierro y, según decían, había sido uno de los más multitudinarios de los últimos tiempos. Durante el entierro el pueblo estaba prácticamente vacío. En fin son de esos episodios que marcan la vida de un pueblo y de alguna manera marcaron también la Semana Santa pues el chico pertenecía a una de las cofradías aparte de ser una familia muy numerosa.
Por lo demás yo, y me imagino que Martinico también, animo a todos los que vivís fuera a ir más a menudo por el pueblo, aunque sólo sea en visita corta. Yo voy bastante y me consta que Martinico y algún que otr@ forer@ también. No debemos cortar de forma definitiva el cordón umbilical con nuestras raíces aparte de que es muy saludable para los que vivimos en grandes ciudades o mega-urbes, como es mi caso. Creo que la estancia en el pueblo nos da otra percepción del tiempo distinta a la que tenemos en el día a día y nos ayuda a relativizar prioridades que a veces no lo son tanto. A mí por lo menos me pasa así de modo que, en cuanto dispongo de algún día libre, me bajo para el pueblo y vuelvo nuevo.
Hasta pronto.