Si es que el nombre se lo merece. Encarna es el nombre que más me suena del mundo mundial. Me he llamado así desde mi más tierna infancia, no Encarni ni Encarnita, Encarna con todas sus letras para familiares y amigos y, para los organismos oficiales, Encarnación, como mi abuela materna. No es un nombre para tirar cohetes, pero peor hubiera sido que se llamara Rigoberta, por ejemplo. No sé si mi madre se hubiera permitido saltarse el protocolo en ese caso, no sé...
Las flores son bonitas, a mí me gusta sobre todo la margarita blanca. Prefiero un ramo de margaritas a un ramo de rosas, esas rosas rígidas que no huelen a nada, que parecen de plástico. Hay rosas preciosas y olorosas, pero otras... ¿Os acordáis del olor de las rosas de mayo? Ésas que tenían más espinas que la madre que las parió pero que olían de maravilla, estaban hechas para olerlas y no para sobarlas. Eran de un color rosa precioso y los rosales parecían zarzas de las púas que tenían, pero el olor lo compensaba todo.
Las flores son bonitas, a mí me gusta sobre todo la margarita blanca. Prefiero un ramo de margaritas a un ramo de rosas, esas rosas rígidas que no huelen a nada, que parecen de plástico. Hay rosas preciosas y olorosas, pero otras... ¿Os acordáis del olor de las rosas de mayo? Ésas que tenían más espinas que la madre que las parió pero que olían de maravilla, estaban hechas para olerlas y no para sobarlas. Eran de un color rosa precioso y los rosales parecían zarzas de las púas que tenían, pero el olor lo compensaba todo.