Que guapísimas, y elegantes.
Recuerdo, a mi madre, vestida de negro, y luciendo la mantilla, en el Santo entierro...
El aire estropeó en parte el lucimiento general y en particular el de estas damas, que tenian que soportar el martirio de una peineta y
mantilla con, casi, un huracán, además no podian llevar las velas encendidas que hermosea mas.