Jimena con sus olivares, su
sierra y el Aznaitiín. Recordando a Machado al que le había llamado la atención, desde el
paseo de las
Murallas de
Baeza, la alta y dentada cumbre del Aznaitín y cuya función de barómetro local recoge una copla célebre entre los baezanos. Cuando Aznaitín se pone la montera, llueve aunque Dios no quiera. Es decir, cuando cubre sus crestas una nube. En otro momento el poeta dirá:
Sol en los
montes de Baeza.
Mágina y su nube negra.
En el Aznaitín afila
su cuchillo la
tormenta.