Hasta la lluvia hizo acto de presencia, ¡cuánta agua nos cayó madre mía! Tuvimos que refugiarnos dos veces, una vez en la gasolinera y otra en la Parroquia de Fátima. Esto hizo que se retrasara el horario, pero cuánto pudimos disfrutar. A pesar del agua, no paraban de cantar y aclamar al Señor. Espectacular. De día es otra cosa, pero vaya lo uno por lo otro.