me he confundido, las friegas, nos las daba mi madre en las rodillas, que del frío que hacia se nos agrietaban. Mariano yo también recuerdo los braseros en la lata, y los SABAÑONES, mi madre por las noches, en la cama, antes de dormir, nos daba unas friegas con un ungüento, creo que era glicerina, y parece ser que el dolor se hacía más llevadero.
Que tiempos hemos vivido! yo creo, que por eso precisamente, hemos salido tan duros.
Un saludo. Yo a día de hoy tengo la suerte de que me puedo permitir ese lujo, ni el medico, ni la dietista de la familia me lo han impedido y te diré una cosa yo todos los días que desayuno en casa desde hace muchos años es lo siguiente, aceite en un plato, sopa de pan mojada en el aceite y algo para acompañarlo ya sea queso, fuet, chorizo, tocino o lo que toque y mi baso de leche con colacao y ahora después de eso un rato de huerto y mi hija no me dice nunca nada. Como siempre gracias Ana, por tus amables palabras para estos recuerdos de nuestra infancia que yo comparto con mucho gusto.
Un abrazo para toda tu familia.
Mariano Juán, cuando en tantas oportunidades oigo eso de que: "hay que evitar las grasas", no puedo evitar recordar las veces que, durante mi vida en Jimena, comíamos aquellos hoyos de pan, impregnados hasta más no poder, en aceite; como también aquellos pedazos de tocino, que sabían a gloria, acompañando un "talón" de pan... ¡y no nos daba "ni coquito", como dirían aquí, es decir, no nos enfermábamos ni nada. Acá, tal vez porque el clima tropical influye en el tipo de alimentación, es impensable darle a...