En ese Hospital, enviado por don Bartolomé salvó la vida mi padre, el primero lo operó de unos gánglios (parece ser que casi a fuerza viva), lo que hizo que se le pudiese coger a tiempo un cáncer de mandibula, tenía la friolera edad de 21 años, el que recuerde su cara le verá sentido a esa enorme cicactriz que portaba en su faz.