JIMENA: Gracias por tus reportajes....

MORCILLAS EN BAUYA”.

Como os comentaba ayer, el viernes pasado tuve la fortuna de ser invitado a la “prueba” de las morcillas que se estaban haciendo en “Baulla”. El lugar exacto fue en la Casería-Huerta-Vergel que, Juanito el de los Pozos, su mujer Manolita y sus hijos Mari y Juan Tomas, han levantado con sus sudores y trabajos de tantos años de idas y venidas a Mendavia. Éste sitio, que era un auténtico erial se ha convertido en un lugar acogedor y agradable.

Yo me incorporé cuando ya estaba en el fuego el gran caldero con la masa de la cebolla (también llevaba arroz). En el momento en que alcanzó el grado de hervor adecuado se le incorporaron los “aliños” y la sangre de cerdo necesaria. Transcurrido un buen tiempo de cocción, las morcillas ya estaban listas para embutir y después ser cocidas otra vez en el mismo caldero con agua hirviendo. Contemplando las fotos, uno se puede imaginar el proceso.

El día estaba espléndido y alrededor de la gran lumbre que se había montado en medio de una “camá” de olivas, el calor aconsejaba la manga corta. Si te ponías a mover la masa de las morcillas con la gran pala de madera, el sudor te invadía prontamente.

Una vez que las morcillas estaban en su punto, se prepararon las mesas para la comida en el “patín” de la casería. El plato de acompañamiento a la “prueba” de las morcillas, consistió en un exquisito “morrococo” con sus pimientos y picantes fritos. Probamos vinos de diversas denominaciones de origen (Riojas, Riveras y catalanes blancos de Alella) y de postre naranjas y mandarinas del terreno. A continuación, el consabido café acompañado de las inevitables copillas. El calorcillo del sol y el propio corporal nuestro que se había ido incrementando con las copas, predispuso el ambiente para echar un buen rato de “repaso” a los asuntos del pueblo y su gente.

Inmediatamente después, empezó el arduo trabajo de darle a la manivela del “molinillo de embutir”. Hoy en día, la masa de morcilla también se guarda en tarrinas de plástico, que una vez cerradas y metidas en el frigorífico, aguantan largo tiempo hasta su consumo. Cosas de los tiempos modernos. A mi particularmente, me gusta más el embutido tradicional en tripa.

A la caída del día, la lumbre se conservaba todavía en todo su esplendor, los secos troncos de olivo son un combustible inmejorable. Rellené una de mis viejas pipas de brezo y me senté en un gran tronco frente al fuego. La situación, entre el fuego y el aroma que desprendía el tabaco, invitaba a la meditación.

No sé porqué, quizás por el hermoso "atardecer" que estaba contemplando y por contraposición, me acordé de “El hombre que veía amanecer" (según Pilar Urbano), es decir, de nuestro vecino de Torres, Baltasar Garzón: el “Justiciero”. Me cuentan que incluso su propio pueblo está dividido en dos bandos que se mueven entre el odio y la adoración. Llegué a plantearme ¿en qué bando militaría alguno de sus amigos de infancia citado en el libro y que tiene relación directa con Jimena?. Quizás el mismo nos lo pueda aclarar.

También me acordé de otro prohombre ilustre de la zona y que está de actualidad estos días. Del ubetense Antonio Muñoz Molina que ayer presentó su último libro “La noche de los tiempos” (que recomiendo encarecidamente) en el salón de actos del “Trasatlántico” de la Residencia de Estudiantes de Madríd situada en “La colina de los chopos”, la mítica colina de toda la Generación del 27. Tuve el honor de asistir al acto que congregó a muchísimos de sus seguidores.

Al volverme para regresar al “zaguán” interior, en la noche oscura, se recortaba sobre el “cerrete”, cuyos pies acogen la casería, la silueta del cementerio con sus muros iluminados por la luna. Pensé, que al igual que en los cuadros del Barroco del género llamado “Vanitas”, siempre, junto a la representación de la vida terrenal, aparecía algún objeto simbólico que advertía sobre la futilidad y la vanidad de ésta vida pasajera, allí en ese cuadro humano (que sin darnos cuenta estábamos representando) lleno de alegría y diversión, la visión del cementerio cumplía esa misión. Del refranero popular rescaté la frase tan realista de “los buenos momentos hay que buscarlos, los malos vienen solos”. O como dice un “latinajo” conocido: SIC TRANSIT GLORIA MUNDI.

Saludos,

Gracias por tus reportajes.
Saludos.