En primer lugar quiero felicitar a Luis por sus relatos, que despiertan en nosotros recuerdos que a veces están dormidos, otras no tanto.
Yo creo que la Navidad no deja indiferente a nadie, independientemente de que se sea creyente o no.
Pasamos por la ilusión de cuando somos niños: El Belén, el árbol, las luces y... los deseos de que lleguen pronto los Reyes.
Cuando somos jovenes la Navidad significa más tiempo libre de estudios,
trabajo, para pasarlo con nuestros amigos y compartirlo con la familia.
Cuando nuestros hijos son pequeños volvemos a revivir momentos parecidos a cuando nosotros éramos niños. Mis hijos recuerdan con cariño la preparación del Belén, que siempre la haciamos en el "puente" de la Inmaculada: Subir a la Sierra, coger piñas, ramas de pino, piedras, cortezas de árbol..., y luego su padre hacer la cueva, poner las luces, las figuras, con la "ayuda" de ellos.
Ahora, que ya mis hijos son grandes, mi marido y yo seguimos preparando el Belén, pero tiene menos detalles que cuando eran pequeños, y echamos de menos a todos con los que compartíamos éstos días y por desgracia no están, y por ésto nos parece que la Navidad ya no nos gusta tanto cómo antes.
Afortunadamente, "algo" nos hace desear que a nuestros hijos les den pronto las vacaciones y estemos juntos éstos días y vemos cómo también ellos van "viviendo" la Navidad por su cuenta. Mi hijo Jesús me decía el otro día:
- Mamá me he comprado un árbol de Navidad, pero no es muy grande.
- ¿Cómo es Jesús?
- Mide metro y medio. No había más grandes.
Féliz Navidad a todos. Un abrazo. Eufrasia.
Yo creo que la Navidad no deja indiferente a nadie, independientemente de que se sea creyente o no.
Pasamos por la ilusión de cuando somos niños: El Belén, el árbol, las luces y... los deseos de que lleguen pronto los Reyes.
Cuando somos jovenes la Navidad significa más tiempo libre de estudios,
trabajo, para pasarlo con nuestros amigos y compartirlo con la familia.
Cuando nuestros hijos son pequeños volvemos a revivir momentos parecidos a cuando nosotros éramos niños. Mis hijos recuerdan con cariño la preparación del Belén, que siempre la haciamos en el "puente" de la Inmaculada: Subir a la Sierra, coger piñas, ramas de pino, piedras, cortezas de árbol..., y luego su padre hacer la cueva, poner las luces, las figuras, con la "ayuda" de ellos.
Ahora, que ya mis hijos son grandes, mi marido y yo seguimos preparando el Belén, pero tiene menos detalles que cuando eran pequeños, y echamos de menos a todos con los que compartíamos éstos días y por desgracia no están, y por ésto nos parece que la Navidad ya no nos gusta tanto cómo antes.
Afortunadamente, "algo" nos hace desear que a nuestros hijos les den pronto las vacaciones y estemos juntos éstos días y vemos cómo también ellos van "viviendo" la Navidad por su cuenta. Mi hijo Jesús me decía el otro día:
- Mamá me he comprado un árbol de Navidad, pero no es muy grande.
- ¿Cómo es Jesús?
- Mide metro y medio. No había más grandes.
Féliz Navidad a todos. Un abrazo. Eufrasia.