Mi querida hermana Eufrasia es que se sale de lo bonica que era y no es amor de hermano.
Un besazo de tu hermano Manolo.
Saludos para los ya no tan niños
Manolo "CAYETANO".
Un besazo de tu hermano Manolo.
Saludos para los ya no tan niños
Manolo "CAYETANO".
Querido hermano. como no pude hablar contigo el dia de tu cumpleaños, 15 de Enero, me imagino que Mª José te daría felicidades de nuestra parte, te voy a dedicar un "torbellino" de recuerdos que se despertaron el jueves 14, que coincidimos en Jaen con Paco Garzón y Dolores, y entre otras cosas hablamos de la foto que Jesús Rodriguez "colgó" en éste foro. Vamos allá.
Ésta foto está hecha en la boda de Juan y Magdalena, y la verdad, no recordaba haber estado en su boda, y me dió mucha alegria al reconocerme y reconocer a Dolores, los hermanos Rodriguez, Juan León, Maleno, Blasi Moreno, Juan Antonio y a nuestros vecinos Mariano, Gregorio, Martin y Paquito? (hijos de Felipa) y a los hijos de Paquita: Mari, Juanito y Joselin, al que recordamos com cariño, al igual que a otros vecinos de nuestra calle que nos dejaron muy jóvenes. Demasiados. A los demás niños no consigo reconocerlos. Por cierto, me llama la atención que no estés tú. Te imagino haciendo de las tuyas para después esbozar una risa o una amplia sonrisa. Situaciones que para otros serian un ¡Cómeme tierra!
Recuerdo cuando la calle nos servía de lugar de juego. Había pocos coches. No se hablaba de "coeducación", pero no hubo nunca peleas ni entre los niños ni entre los padres.
Recuerdo que entrar en casa de Magdalena cuando estaba enferma no me era muy grato. El olor a las jeringas de cristal y agujas hirviendo en alcohol, la llama azul, los antibióticos, me hacian presagiar que algo, mucho peor que el dolor de oidos, garganta o de pecho que tuviera, me iba a pasar. A continuación... todo un número.
Cuando sí entraba contenta fué cuando nació Mari. Me encantaba que Magdalena me la dejara tenerla un rato en brazos. Pocos meses después nació nuestra hermana, y la verdad, aunque no le decían Pizqui, no la veia mucho más grande.
Recuerdo cuando en casa comiamos migas. A Mari siempre nos acordábamos de llamarla (porque le gustaban mucho), si ella no se había invitado antes. Sabía que tenía las puertas abiertas.
En ésa época ya no se jugaba tanto en nuestra calle, por los coches. Siempre que se salía a la calle se oia " ¡La calle, vaya que pase algún coche!", y con el tiempo " ¡La calle, los coches!", para terminar, cuando nuestros hijos eran pequeños en " ¡Los coches!". Afortunadamente nunca pasó nada por éste motivo.
Hoy hay muchas puertas cerradas en nuestro pueblo, y sería bonito que se arbitraran medidas para que el pueblo tuviese más vida. El escenario bien merece la pena.
Un abrazo.
Ésta foto está hecha en la boda de Juan y Magdalena, y la verdad, no recordaba haber estado en su boda, y me dió mucha alegria al reconocerme y reconocer a Dolores, los hermanos Rodriguez, Juan León, Maleno, Blasi Moreno, Juan Antonio y a nuestros vecinos Mariano, Gregorio, Martin y Paquito? (hijos de Felipa) y a los hijos de Paquita: Mari, Juanito y Joselin, al que recordamos com cariño, al igual que a otros vecinos de nuestra calle que nos dejaron muy jóvenes. Demasiados. A los demás niños no consigo reconocerlos. Por cierto, me llama la atención que no estés tú. Te imagino haciendo de las tuyas para después esbozar una risa o una amplia sonrisa. Situaciones que para otros serian un ¡Cómeme tierra!
Recuerdo cuando la calle nos servía de lugar de juego. Había pocos coches. No se hablaba de "coeducación", pero no hubo nunca peleas ni entre los niños ni entre los padres.
Recuerdo que entrar en casa de Magdalena cuando estaba enferma no me era muy grato. El olor a las jeringas de cristal y agujas hirviendo en alcohol, la llama azul, los antibióticos, me hacian presagiar que algo, mucho peor que el dolor de oidos, garganta o de pecho que tuviera, me iba a pasar. A continuación... todo un número.
Cuando sí entraba contenta fué cuando nació Mari. Me encantaba que Magdalena me la dejara tenerla un rato en brazos. Pocos meses después nació nuestra hermana, y la verdad, aunque no le decían Pizqui, no la veia mucho más grande.
Recuerdo cuando en casa comiamos migas. A Mari siempre nos acordábamos de llamarla (porque le gustaban mucho), si ella no se había invitado antes. Sabía que tenía las puertas abiertas.
En ésa época ya no se jugaba tanto en nuestra calle, por los coches. Siempre que se salía a la calle se oia " ¡La calle, vaya que pase algún coche!", y con el tiempo " ¡La calle, los coches!", para terminar, cuando nuestros hijos eran pequeños en " ¡Los coches!". Afortunadamente nunca pasó nada por éste motivo.
Hoy hay muchas puertas cerradas en nuestro pueblo, y sería bonito que se arbitraran medidas para que el pueblo tuviese más vida. El escenario bien merece la pena.
Un abrazo.
Eufrasia veo que hablas con mucho cariño de Pizqui, me gustaría que hablaras de anecdotas con ella y de sus padres que le faltaron cuando más los necesitaba.
Un abrazo.
Un abrazo.