Pocos símbolos comerciales tan exitosos en una ciudad española, como el Tío Pepe de Jerez, con su chaquetilla flamenca y sombrero señoritil de
color rojo, manos en jarras, talle blanquinegro y la guitarra en el costado izquierdo. Símbolo parcial y lateral, si se quiere, pero omnipresente, ha logrado desplazar a los viejos olivares y
molinos de aceite, a los
caballos jerezanos y hasta a las imágenes más veneradas.