JIMENA: Mariano: aunque me da un poco de corte por decirtelo...

Cosas de Mi pueblo.
Amanece muy temprano y parece que hoy va apretar el sol es el Santo de mi hermano Juan.
Me llama Mi madre muy temprano quizá las 6,00 mas o menos a la levántate que vamos a coger hoy brevas en la huerta de Papa Mariano es como le llamaba ha mi querido Abuelo.
Loco de contento me da mi Madre de almorzar no se quizá un café de achicoria de Paquito Damian con un chorreón de leche de Polilla y unas sopas de pan.
Salimos caminando hacia la veguilla allí esta la huerta, bajamos por las cuatro esquinas dirección a la calza pasamos por la huerta de Sardinilla después por la de Melchor Palpar donde cogemos la berea camino a la huerta de Salvador Patillas donde ya las nueces de la voluminosa noguera tienen un tamaño que dan ganas de cogerlas.
Vamos acercándonos a la de Ignacio el de la Maisa y por fin cogemos el caminillo que nos llevará al patín de la casilla, no si antes saludar a la chacha Juana la balleja y al chache Sebastian, Ella tan guasona como siempre nos dice si vamos ayudar o a dar quehacer.
Ya en la huerta esta mis Titas y mi Tito preparados con las cestillas de mimbre echas por mi Abuelo y garabato en mano nos dirigimos hacia la higueras que El nos va indicado y que tiene bien ojeadas, mi estatura solo me permite coger las que están en lo harapos como hay que empinarse las gotas de leche me caen por el brazo y pica como un demonio, no hago mas que quejarme, pero aguanto el tipo con el fin de ganarme un par de reales para luego a la noche comprarle a Andrés el de las gaseosas ese polo de fresa maravilloso que parecía no acabar nunca.
La abuela en el patín se encarga de poner todas perfectamente alienadas en las cajas de madera dice el abuelo que luego va llegar Juanillo el de Bejijar a por la carga.
A sí es, a media mañana llega este señor que recuerdo era muy cariñoso supongo por la amistad que se había ido labrando con los años, el trabajo se esta acabando y el calor ya empieza a dejarse sentir, se van dejando las cestas y lo garabatos y dice la Abuela con autoridad almorzar, ha hecho tomates con pimientos un plato de picantes de vergel y entorno aquella mesa baja, con buenas sopas de pan en ristre vamos mojando en aquella fuente de grana hasta dejarla mas limpia que la patena.
Como no podría se de otra manera el postre son unas todavía, frescas brevas, terminado el almuerzo le doy la lata al Abuelo para que me eche un mercedero en la noguera y a regañadientes me mercen mis titas, sobre todo la Ángeles que es la pequeña.
Llega la hora de comer y saboreamos un potaje de garbanzos con panecillos y alguna verdolaga fresca de la huerta no faltan los picantes, ni el plato de aceitunas, que la Abuela dice constantemente que ya son las ultimas, que hasta que no lleguen las largas o las de agua no hay mas, por lo tanto a panearlas.
Todos de nuevo en torno a la fuente de grana donde a decir verdad ha sobrado poco y así llega la hora de la siesta de esto no se escapa nadie, a la sombra del parral o del albarillo que esta al lado de la casilla echamos un esterajo y a dormir eso si las féminas se meten el la casilla donde hay dos catres con colchón de farfollas.
Es a si como pasaban muchas familias un día de aquellos calurosos veranos en Mi Pueblo por cierto sin frigoríficos ni aire acondicionado, quizá estábamos hechos de otra pasta no lo se eran otros tiempos de los que recuerdo con muchísimo cariño y de esta manera quiero hacerles a todas esas familias mi pequeño homenaje.
M. Nieto de M. Rasca.

Mariano: aunque me da un poco de corte por decirtelo tantas veces, precioso tu escrito.
Nos haces recordar personas ya olvidadas, parajes, sensaciones... como picaba la leche de la higuera, la siesta algo imprecendible en nuestra tierra... Gracias.
Rafi
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Gracias Rafi, te lo agradezco, a sí como a Mi observo que también te gusta recordar aquellos momentos ya un poco lejanos, pero que nos dejaron unas huella a todos nosotros, seguramente a pesar de las carencias éramos niños felices.
Un saludo.
M. Nieto de M. Rasca