Aprovechando que al parecer, mis censores temporales continúan tomándose el desayuno, os envío este pequeño comentario sobre la foto de Francico.
LA VENTANA DE DON ANTONIO MACHADO.
Desde mi ventana,
¡campo de Baeza,
a la luna clara!
¡Montes de Cazorla,
Aznaitín y Mágina!
Esta podría ser perfectamente la ventana imaginada por Machado desde la que contemplaba nuestro paisaje y al que dedicó sus versos en bastantes poemas. Está enclavada en las conocidas Murallas de Baeza. En cualquiera de las biografías de Don Antonio, aparece recogido, con que placer, daba su paseo diario por ese Paseo de las Murallas (Machado dio clases en el Instituto Santísima Trinidad de Baeza entre 1912 y 1919). En aquellos años el citado Paseo estaba casi abandonado y en ruinas (todavía lo estaba en 1964 cuando, algunos de los participantes asiduos al Foro, empezamos el curso en dicho Instituto en viajes diarios por transporte escolar) y por supuesto no existía la pérgola que se contempla en la foto. Bastante cerca de éste “bello balcón” (hoy en día se llama Paseo de Don Antonio Machado), está la cabeza del poeta, cuya colocación tiene su historia.
En efecto, el lunes 21 de febrero de 1966 (la fecha exacta la recompuse con posterioridad y confrontando la prensa de esa época), los jóvenes alumnos del Instituto que nos dirigíamos a Baeza para llegar a la clase de las nueve de la mañana, contemplamos con sorpresa (y bastante alegría pués no tendríamos clase), como la Guardia Civil detenía el vehículo y nos hacía volver para Jimena sin más explicaciones. Lo único que nos dijeron fue que que ese día no se podía acceder a Baeza bajo ningún concepto y menos los estudiantes. Con la política de “opacidad” informativa, imperante en la época, cuando las noticias tenían que ver con alteraciones del “orden público”, me costó tiempo (años) enterarme de lo que realmente había pasado.
La cuestión fue bastante sencilla. Un grupo de intelectuales “antifranquistas”, encabezados por Caballero Bonald, Aurora de Albornoz y otros muchos más, intentaron realizar un homenaje a la figura del famoso poeta. Dentro de los actos previstos, el más importante era la inauguración de un monumento diseñado por el arquitecto Fernando Ramón, en el que se colocaría la escultura realizada por Pablo Serrano, la Cabeza de Machado, fundida en bronce.
Pero el homenaje fue imposible de realizar, la autoridad competente no lo permitió, además la represión y disolución de los convocantes debió de ser contundente (alguno probó la textura de los conocidos “vergajos” de los grises). Según la prensa de esas fechas, la excusa oficial fue que “el monumento no estaba terminado” pero, entre otras cosas, a las autoridades no les gustó “el descuido en el vestir” que mostraban los asistentes, quizá le pareció similar al del propio Machado “ya conocéis mi torpe aliño indumentario”, como él mismo dijo al escribir su propio “Retrato”.
De forma que todos los integrantes de la comitiva (corridos y “apaleados” algunos), junto con la escultura, que habían viajado hasta Baeza volvieron a Madrid.
Pero al final se hizo justicia y por fin 17 años más tarde, en 1983, se pudo realizar el homenaje y colocar el busto. Asistieron alrededor de 5.000 personas y la mayoría de los protagonistas de la anterior “fallida intentona”. Rafael Alberti, tras leer un poema propio, dijo algo así: “Ahora, don Antonio, asomado a su mirador, sobre este ancho y maravilloso paisaje de luz de Baeza, ahora verá desde aquí para siempre lo que el cantó en un lejano día de 1917, cuando era un pobre y triste profesor de instituto”. Sin embargo, ese día los únicos palos que hubo en Baeza fueron los que sostenían las pancartas desplegadas ante el monumento y los que varios aficionados al flamenco cantaron en alguna taberna de la vecina ciudad de Úbeda pare celebrar ese final feliz.
Algunos, también durante tres cursos escolares, durante la hora de la comida (más de un día, sobre todo en primavera, sacamos nuestra “talega” en ese Paseo de las Murallas), deambulamos por esos parajess y de camino, recitábamos, para nuestro interior, los versos de Machado. Otros, intentando “emularlo”, tuvimos la osadía de componer algunos, y hoy, como estamos hablando de poetas, me voy a atrever a exponerlos. Espero que tratéis con indulgencia estos pequeños pecados de aquella “ingenua adolescencia”.
“JIMENA ME LLAMA”.
Tras una curva, un recodo,
¡ya estoy viendo la Atalaya!.
Con fondo de verdes olivos,
¡como anhelo la llegada!.
En la falda de la Sierra,
suavemente recostada,
Jimena es fiel a la cita,
que tanto me ilusionaba.
El Castillo me recuerda,
que antes de ser conquistada,
fuiste Sultana cautiva
de los moros de Granada.
En Cánava tienes tu Oasis,
surcado por la Cascada,
y una ermita engalanada
Palacio de Nuestra Dama.
Conozco muchos lugares,
paisajes de toda España,
ninguno me dice nada
y sólo el tuyo me llama.
Un suspiro se me escapa,
con algo de melancolía,
Quisiera olvidarte, no puedo,
¡Jimena del alma mía ¡.
Saludos y buen fin de semana. Me perderé la “Velada Flamenca”.
LA VENTANA DE DON ANTONIO MACHADO.
Desde mi ventana,
¡campo de Baeza,
a la luna clara!
¡Montes de Cazorla,
Aznaitín y Mágina!
Esta podría ser perfectamente la ventana imaginada por Machado desde la que contemplaba nuestro paisaje y al que dedicó sus versos en bastantes poemas. Está enclavada en las conocidas Murallas de Baeza. En cualquiera de las biografías de Don Antonio, aparece recogido, con que placer, daba su paseo diario por ese Paseo de las Murallas (Machado dio clases en el Instituto Santísima Trinidad de Baeza entre 1912 y 1919). En aquellos años el citado Paseo estaba casi abandonado y en ruinas (todavía lo estaba en 1964 cuando, algunos de los participantes asiduos al Foro, empezamos el curso en dicho Instituto en viajes diarios por transporte escolar) y por supuesto no existía la pérgola que se contempla en la foto. Bastante cerca de éste “bello balcón” (hoy en día se llama Paseo de Don Antonio Machado), está la cabeza del poeta, cuya colocación tiene su historia.
En efecto, el lunes 21 de febrero de 1966 (la fecha exacta la recompuse con posterioridad y confrontando la prensa de esa época), los jóvenes alumnos del Instituto que nos dirigíamos a Baeza para llegar a la clase de las nueve de la mañana, contemplamos con sorpresa (y bastante alegría pués no tendríamos clase), como la Guardia Civil detenía el vehículo y nos hacía volver para Jimena sin más explicaciones. Lo único que nos dijeron fue que que ese día no se podía acceder a Baeza bajo ningún concepto y menos los estudiantes. Con la política de “opacidad” informativa, imperante en la época, cuando las noticias tenían que ver con alteraciones del “orden público”, me costó tiempo (años) enterarme de lo que realmente había pasado.
La cuestión fue bastante sencilla. Un grupo de intelectuales “antifranquistas”, encabezados por Caballero Bonald, Aurora de Albornoz y otros muchos más, intentaron realizar un homenaje a la figura del famoso poeta. Dentro de los actos previstos, el más importante era la inauguración de un monumento diseñado por el arquitecto Fernando Ramón, en el que se colocaría la escultura realizada por Pablo Serrano, la Cabeza de Machado, fundida en bronce.
Pero el homenaje fue imposible de realizar, la autoridad competente no lo permitió, además la represión y disolución de los convocantes debió de ser contundente (alguno probó la textura de los conocidos “vergajos” de los grises). Según la prensa de esas fechas, la excusa oficial fue que “el monumento no estaba terminado” pero, entre otras cosas, a las autoridades no les gustó “el descuido en el vestir” que mostraban los asistentes, quizá le pareció similar al del propio Machado “ya conocéis mi torpe aliño indumentario”, como él mismo dijo al escribir su propio “Retrato”.
De forma que todos los integrantes de la comitiva (corridos y “apaleados” algunos), junto con la escultura, que habían viajado hasta Baeza volvieron a Madrid.
Pero al final se hizo justicia y por fin 17 años más tarde, en 1983, se pudo realizar el homenaje y colocar el busto. Asistieron alrededor de 5.000 personas y la mayoría de los protagonistas de la anterior “fallida intentona”. Rafael Alberti, tras leer un poema propio, dijo algo así: “Ahora, don Antonio, asomado a su mirador, sobre este ancho y maravilloso paisaje de luz de Baeza, ahora verá desde aquí para siempre lo que el cantó en un lejano día de 1917, cuando era un pobre y triste profesor de instituto”. Sin embargo, ese día los únicos palos que hubo en Baeza fueron los que sostenían las pancartas desplegadas ante el monumento y los que varios aficionados al flamenco cantaron en alguna taberna de la vecina ciudad de Úbeda pare celebrar ese final feliz.
Algunos, también durante tres cursos escolares, durante la hora de la comida (más de un día, sobre todo en primavera, sacamos nuestra “talega” en ese Paseo de las Murallas), deambulamos por esos parajess y de camino, recitábamos, para nuestro interior, los versos de Machado. Otros, intentando “emularlo”, tuvimos la osadía de componer algunos, y hoy, como estamos hablando de poetas, me voy a atrever a exponerlos. Espero que tratéis con indulgencia estos pequeños pecados de aquella “ingenua adolescencia”.
“JIMENA ME LLAMA”.
Tras una curva, un recodo,
¡ya estoy viendo la Atalaya!.
Con fondo de verdes olivos,
¡como anhelo la llegada!.
En la falda de la Sierra,
suavemente recostada,
Jimena es fiel a la cita,
que tanto me ilusionaba.
El Castillo me recuerda,
que antes de ser conquistada,
fuiste Sultana cautiva
de los moros de Granada.
En Cánava tienes tu Oasis,
surcado por la Cascada,
y una ermita engalanada
Palacio de Nuestra Dama.
Conozco muchos lugares,
paisajes de toda España,
ninguno me dice nada
y sólo el tuyo me llama.
Un suspiro se me escapa,
con algo de melancolía,
Quisiera olvidarte, no puedo,
¡Jimena del alma mía ¡.
Saludos y buen fin de semana. Me perderé la “Velada Flamenca”.
Hola Luismarín, ¡qué buen relato y qué hermoso poema!. Deberías complacernos más a menudo con éllos, pues de lo bueno no se cansa uno. Me fué grato conocerte, fisicamente, a través de la foto de la mochila, ya que me era muy difícil imaginar tu rostro. Espero que algún día, no muy lejano, podamos compartir un ratito en esa Jimena nuestra, tan querida y recordada por todos los que estamos lejos de élla, aunque algunos, como tú, tienen la suerte de poder visitarla frecuentemente. Un abrazo