¡Amigos del Foro:
Hasta hoy no he podido escribir mensajes, si leer los vuestros (ya he explicado varias veces el porqué). Como creo que no voy a poder entrar en el Foro mañana, ni en días sucesivos, hasta por lo menos el lunes. Adelanto esta pequeña intervención que había preparado para colgarla mañana viernes al mediodia.
¿EL DÍA DE LA MADRE?
Llevamos unos cuantos días, con un “bombardeo incesante” a través de Prensa, Radio y TV, recordándonos que el domingo próximo es el día de la Madre. Lo de celebrarlo en Mayo es cuestión de no hace muchos años (anteriormente se hacía coincidir con la fiesta de la Inmaculada, en diciembre). Pero ocurría lo siguiente: diciembre tenía las Navidades, enero los Reyes, febrero el día de los Enamorados, marzo el día del Padre y abril la Semana Santa o la Feria de Sevilla. A esta sociedad nuestra que, como “Sociedad de Consumo” conocemos, le faltaba alguna celebración en Mayo (que aumentara el gasto de los hogares) para enlazar con la temporada de verano y la consiguiente subida de gastos que ocasiona el cambio de vestuario. ¡Ya está!, pensaron los "brillantes cerebros" de los “Grandes Almacenes”: si cambiamos de primeros de Diciembre a Mayo, el día de la Madre, esa laguna de “descenso” en el consumo quedaría cubierta. Dicho y hecho.
Une vez realizada esta pequeña introducción, os podría contar, que yo soy de los que creen que, “El movimiento se demuestra andando” (esta frase tan conocida es del filósofo griego Zenón de Elea y se le ocurrió 500 años antes de Cristo), es decir, no solamente un día al año es cuando hay que demostrar el amor por la madre (o por la pareja, o por el padre, etc, etc), sino a lo largo de todos los días del año. Precisamente por esto, he colocado entre interrogaciones el título inicial.
De todos es sabido, que cuando te falta algo (objeto, animal o persona), es cuando te das cuenta de lo que realmente lo querías y de “cuanto” significa su ausencia. Si lo aplicamos al caso de la Madre, no hay palabras suficientes en el diccionario para expresarlo. Los que (por desgracia) hemos pasado por esa situación de “pérdida” lo sabemos muy bien. Hay un pensamiento, que sobre todos, te viene siempre a la mente: ¿Porque no hablaría más a menudo y de más cosas con mi madre?
Sobre la madre se puede decir tanto que sería inútil tratar de condensarlo en unos renglones. Así, de paso, estaréis conmigo en cosas que, por ser tan cotidianas no le damos la importancia que se merecen. Pero siempre comprobaremos lo siguiente: es la única persona del mundo que siempre está a nuestra disposición de forma incondicional. Si la rechazamos, nos perdona. Si nos equivocamos nos acoge. Si los demás nos cierran las puertas, ella nos abre la suya. Si estás feliz, ella también lo está. Si estas triste, ella no sonreirá hasta que vuelvas a reír. Además, siempre será nuestra más y condicional amiga. Así podíamos seguir hasta cansarnos.
Para terminar, como un pequeño homenaje a la madre, aprovechando esta festividad (impuesta o no), les voy dedicar, a todas las madres que visitan el Foro, sean activas o pasivas (Martinas, Blasis, Luisas, Anitas, Gitanas, Pacas, Juanis, Dolores, Maris, Jimenatas y a todas las que me dejo en el olvido), éste humilde poema, de mi cosecha particular, que intercalo al final. Se lo dedico, especialmente, a mi hermana Rafa, que nunca llegó a imaginarse las frustraciones, sinsabores y sufrimientos que el ejercicio de la maternidad acarrea consigo.
Este poema lo compuse o imaginé, pensando en mi madre, en una situación de las más “acongojantes” que he pasado en mi vida.
Así fueron las cosas. A primeros de noviembre de 1975, me encontraba en Sevilla, en el Regimiento de Artillería de Campaña Nº 14, cumpliendo el servicio militar. Estaba en una “garita” de guardia, de madrugada, a la orilla del Canal de los Presos, cercano al Guadalquivir. Unos días antes, el rey Hassán II de Marruecos había ideado la famosa “Marcha Verde” con la intención de ocupar el Sahara Español. Franco estaba moribundo. Para articular una posible defensa del territorio a invadir, parte de los acuartelamientos de Andalucía, pasamos a estar “en estado de guerra”. Las listas del personal dispuesto para embarcar rumbo a Algeciras y Ceuta estaban compuestas. Yo figuraba en una de ellas.
Esa larga noche, encerrado en aquel “tubo”, a la vista de lo que se me venía encima, aparte de repasar lo que hasta entonces había sido mi vida, me acordé de muchas cosas. Entre ellas, como no, de las sucesivas guerras entre España y Marruecos: la guerra de 1909 y la emboscada del “Barranco del Lobo” (más de 1000 bajas entre muertos y heridos). La guerra de 1921 conocida como el Desastre de Annual, en Jimena se conoció como la Guerra de Melilla (12.000 muertos). La guerra de 1956-57 o “guerra secreta de Ifni” (cientos de muertos, el famoso Alférez Rojas de Úbeda entre ellos). La próxima guerra podía empezar esa misma semana y sería “mi propia guerra”.
Pero había alguien de quién me acordaba sin parar, sin dejar de pensar que, hacía más de dos meses que no la había visto, y, ¿quién sabe?, ¡la guerra es la guerra!. Seguro que todos habéis adivinado quien era esa persona de la que me acordaba en esos momentos tan “peliagudos”: evidentemente era MI MADRE. Para ella compuse el poema:
¡GRACIAS MADRE!:
Por darme cobijo en tu seno
y nutrirme con tu sangre.
Por el dolor que sufriste
al sacarme de tu vientre,
¡Gracias Madre!
Por los mimos de la infancia,
y los besos de “Buenas Noches”.
Por tu cariño callado,
por otras cosas menores,
¡Gracias Madre!
Por los cientos de reproches
que en tu boca te guardastes.
Por los miles de caprichos
que tú nunca me negastes,
¡Gracias Madre!
Por la Oración de tus labios
en la hora del adiós.
Por tus brazos siempre abiertos
aguardando mi llegada,
¡Gracias Madre!
Por saber que la distancia
no borrará mi recuerdo.
Por saber que hechas en falta
a este trozo de tu cuerpo,
¡Gracias Madre, Gracias!
(Sevilla, noviembre de 1975)
Saludos,
Hasta hoy no he podido escribir mensajes, si leer los vuestros (ya he explicado varias veces el porqué). Como creo que no voy a poder entrar en el Foro mañana, ni en días sucesivos, hasta por lo menos el lunes. Adelanto esta pequeña intervención que había preparado para colgarla mañana viernes al mediodia.
¿EL DÍA DE LA MADRE?
Llevamos unos cuantos días, con un “bombardeo incesante” a través de Prensa, Radio y TV, recordándonos que el domingo próximo es el día de la Madre. Lo de celebrarlo en Mayo es cuestión de no hace muchos años (anteriormente se hacía coincidir con la fiesta de la Inmaculada, en diciembre). Pero ocurría lo siguiente: diciembre tenía las Navidades, enero los Reyes, febrero el día de los Enamorados, marzo el día del Padre y abril la Semana Santa o la Feria de Sevilla. A esta sociedad nuestra que, como “Sociedad de Consumo” conocemos, le faltaba alguna celebración en Mayo (que aumentara el gasto de los hogares) para enlazar con la temporada de verano y la consiguiente subida de gastos que ocasiona el cambio de vestuario. ¡Ya está!, pensaron los "brillantes cerebros" de los “Grandes Almacenes”: si cambiamos de primeros de Diciembre a Mayo, el día de la Madre, esa laguna de “descenso” en el consumo quedaría cubierta. Dicho y hecho.
Une vez realizada esta pequeña introducción, os podría contar, que yo soy de los que creen que, “El movimiento se demuestra andando” (esta frase tan conocida es del filósofo griego Zenón de Elea y se le ocurrió 500 años antes de Cristo), es decir, no solamente un día al año es cuando hay que demostrar el amor por la madre (o por la pareja, o por el padre, etc, etc), sino a lo largo de todos los días del año. Precisamente por esto, he colocado entre interrogaciones el título inicial.
De todos es sabido, que cuando te falta algo (objeto, animal o persona), es cuando te das cuenta de lo que realmente lo querías y de “cuanto” significa su ausencia. Si lo aplicamos al caso de la Madre, no hay palabras suficientes en el diccionario para expresarlo. Los que (por desgracia) hemos pasado por esa situación de “pérdida” lo sabemos muy bien. Hay un pensamiento, que sobre todos, te viene siempre a la mente: ¿Porque no hablaría más a menudo y de más cosas con mi madre?
Sobre la madre se puede decir tanto que sería inútil tratar de condensarlo en unos renglones. Así, de paso, estaréis conmigo en cosas que, por ser tan cotidianas no le damos la importancia que se merecen. Pero siempre comprobaremos lo siguiente: es la única persona del mundo que siempre está a nuestra disposición de forma incondicional. Si la rechazamos, nos perdona. Si nos equivocamos nos acoge. Si los demás nos cierran las puertas, ella nos abre la suya. Si estás feliz, ella también lo está. Si estas triste, ella no sonreirá hasta que vuelvas a reír. Además, siempre será nuestra más y condicional amiga. Así podíamos seguir hasta cansarnos.
Para terminar, como un pequeño homenaje a la madre, aprovechando esta festividad (impuesta o no), les voy dedicar, a todas las madres que visitan el Foro, sean activas o pasivas (Martinas, Blasis, Luisas, Anitas, Gitanas, Pacas, Juanis, Dolores, Maris, Jimenatas y a todas las que me dejo en el olvido), éste humilde poema, de mi cosecha particular, que intercalo al final. Se lo dedico, especialmente, a mi hermana Rafa, que nunca llegó a imaginarse las frustraciones, sinsabores y sufrimientos que el ejercicio de la maternidad acarrea consigo.
Este poema lo compuse o imaginé, pensando en mi madre, en una situación de las más “acongojantes” que he pasado en mi vida.
Así fueron las cosas. A primeros de noviembre de 1975, me encontraba en Sevilla, en el Regimiento de Artillería de Campaña Nº 14, cumpliendo el servicio militar. Estaba en una “garita” de guardia, de madrugada, a la orilla del Canal de los Presos, cercano al Guadalquivir. Unos días antes, el rey Hassán II de Marruecos había ideado la famosa “Marcha Verde” con la intención de ocupar el Sahara Español. Franco estaba moribundo. Para articular una posible defensa del territorio a invadir, parte de los acuartelamientos de Andalucía, pasamos a estar “en estado de guerra”. Las listas del personal dispuesto para embarcar rumbo a Algeciras y Ceuta estaban compuestas. Yo figuraba en una de ellas.
Esa larga noche, encerrado en aquel “tubo”, a la vista de lo que se me venía encima, aparte de repasar lo que hasta entonces había sido mi vida, me acordé de muchas cosas. Entre ellas, como no, de las sucesivas guerras entre España y Marruecos: la guerra de 1909 y la emboscada del “Barranco del Lobo” (más de 1000 bajas entre muertos y heridos). La guerra de 1921 conocida como el Desastre de Annual, en Jimena se conoció como la Guerra de Melilla (12.000 muertos). La guerra de 1956-57 o “guerra secreta de Ifni” (cientos de muertos, el famoso Alférez Rojas de Úbeda entre ellos). La próxima guerra podía empezar esa misma semana y sería “mi propia guerra”.
Pero había alguien de quién me acordaba sin parar, sin dejar de pensar que, hacía más de dos meses que no la había visto, y, ¿quién sabe?, ¡la guerra es la guerra!. Seguro que todos habéis adivinado quien era esa persona de la que me acordaba en esos momentos tan “peliagudos”: evidentemente era MI MADRE. Para ella compuse el poema:
¡GRACIAS MADRE!:
Por darme cobijo en tu seno
y nutrirme con tu sangre.
Por el dolor que sufriste
al sacarme de tu vientre,
¡Gracias Madre!
Por los mimos de la infancia,
y los besos de “Buenas Noches”.
Por tu cariño callado,
por otras cosas menores,
¡Gracias Madre!
Por los cientos de reproches
que en tu boca te guardastes.
Por los miles de caprichos
que tú nunca me negastes,
¡Gracias Madre!
Por la Oración de tus labios
en la hora del adiós.
Por tus brazos siempre abiertos
aguardando mi llegada,
¡Gracias Madre!
Por saber que la distancia
no borrará mi recuerdo.
Por saber que hechas en falta
a este trozo de tu cuerpo,
¡Gracias Madre, Gracias!
(Sevilla, noviembre de 1975)
Saludos,