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JIMENA: Hola amigos: Ahí les anexo la continuación de mis relatos....

Hola amigos: Ahí les anexo la continuación de mis relatos. Con éste termino el Capítulo 3. Discúlpenme a los que ya les parezca tedioso (acepto reclamos respetuosos), pero creo que todavía hay a quienes les agrada estas historias, extraidas de la vida real de una paisana jimenata. Saludos

Volviendo al punto central del relato, continúo con nuestro viaje: Caracas-Guanare. Un trayecto de aproximadamente 500 kilómetros pero que a nosotros nos parecería el doble de kilometraje, realmente “interminable”, un poco por la ansiedad que la idea de una nueva vida nos producía, y otro tanto por la ausencia de poblados a lo largo de la carretera, pues aunque nuestros viajes por España habían sido bastantes limitados, no dejaban de ser la referencia para permitirnos comprobar cómo allí las distancias entre los pueblos eran relativamente cortas, mientras que aquí, esas distancias se alargaban infinitamente; y algo que para mi madre resultaba extraño y fue motivo de su constante comentario: “ ¡pero cómo es posible…, tanto terreno solo y no se aproveche para cultivar… ¡”. Probablemente élla lo estaba comparando bajo la perspectiva del recuerdo de esas huertas jimenatas, que con muchííísimo menos tierra, cultivaban todos esos frutos y vegetales que supongo, en ese momento, los estaba saboreando mentalmente. Sin embargo, nuestra impaciencia se mitigó, de cierta manera, ante la curiosidad y el asombro de contemplar aquella exuberante vegetación, que al mostrar su verde frondosidad, trataba de expresar su resistencia a la inclemente sequía del incipiente mes de marzo.

Continuaba nuestro recorrido y a medida que nos alejábamos del Distrito Capital, sentíamos cómo también nos alejábamos de ese clima primaveral, propio de Caracas y nos iba envolviendo un halo de caluroso sopor. Atrás quedaban ya los estados (provincias): Aragua y Carabobo, por cierto, en el primero se encuentra las destilerías del famoso e internacional ron “Santa Teresa”, y en el segundo, está el histórico monumento a los héroes de la independencia de Venezuela, por ser ahí donde se realizó la batalla que libertó a Venezuela de la Corona Española.

El estado próximo sería Cojedes y en él, ya estaríamos entrando a la región de los Llanos Occidentales de Venezuela, por lo que ya podía observarse cómo, la montañas que se apreciaban en el trayecto, iban atenuándose, dando paso a la vegetación y al paisaje propio del llano. El siguiente estado llanero sería el punto final de nuestro viaje: Portuguesa.

A estas alturas del trayecto, el cansancio y el calor se conjugaban y nos hacían sentir sumamente fatigadas y desesperadas, por llegar a la que iba a ser nuestra casa. Recuerdo que la pregunta insistente a mi papá era: “ ¿cuándo vamos a llegar…, cuánto tiempo falta…?” Y su cansada respuesta: “después del próximo puente”, pero resulta, amigos, que en ese trayecto se atravesaban unos ¡30 puentes! aproximadamente. Luego, cuando entendió que esa respuesta no nos tranquilizaba, la cambió por: “cuando lleguemos a la bomba El Por Fin…” Aclaro que aquí se le llama “bomba” a una estación que surte gasolina, y al lado de estas gasolineras existen, generalmente, las “areperas”, que además de vender arepas venden otro tipo de comidas, bebidas y mil artículos más, lugar idóneo para las “paradas” de los viajeros. Y sí, aunque fue después de algunas horas, efectivamente llegamos a la ansiada bomba ” El Por Fin”, y a pesar de que íbamos extenuadas, sacamos ánimo para decir: “ ¡POR FINNN…!” Sin embargo, desde ese lugar a la “inaparecible” ciudad de Guanare, aún nos quedaba por recorrer unos 40 minutos aproximadamente. A partir de ahí, ya no hubo preguntas, probablemente la idea de ver “aparecer” a la ciudad nos tranquilizó. Por mi parte puedo decir que, aquellas inmensas sabanas (se pronuncia sin acento y son grandes extensiones de tierra muy llana), que en esos momentos mis ojos viajeros retrataban, me hicieron olvidar cualquier cansancio.

Nuevamente hago un alto en la narración, para tratar de describir, de forma más detallada, lo que fue mi entrada a ese llano guanareño. Siento que no debo dejar de compartir con ustedes, lo que ha significado en mi vida ese ¡MÁGICO ENCUENTRO ¡.

Es cierto que a esa fecha, yo aún era muy joven e incapaz, quizás, de darle nombre a lo que mis ojos contemplaban y todo mi ser sentía, pero amigos, las emociones y sentimientos no tienen edad. De cualquier manera, hoy puedo decirles que aquella tarde, yo me impacté y vibré con su atardecido “sol de los venaos”, cuyos intensos rayos, mezcla de una acuarela entre el dorado y anaranjado, cubrían, cual si fuese un colorido manto, a todo un paisaje de ensueño: extensas y recias llanuras, que al contemplarlas en su lejanía, tal parecía que el horizonte de su suelo, buscaba saborear las pinceladas de caramelo que el sol, enamorado, le brindaba a las nubes… Y sobre esa inmensa llanura…, abundantes lagunas y caños, cuyas aguas bondadosas, no sólo sacian la sed del ganado que por allí transita, sino que, imaginé, serían el espejo donde mirarse aquellas altivas y cimbreantes palmeras, que al mecerse bajo el compás de la suave y tibia brisa, parecían simular una cadenciosa y sensual danza…, posiblemente la misma danza que, alguna bandada de alegres y cantarinas paraulatas, habrían interpretado más temprano junto a sus compañeras del llano: las preciosas garzas blancas, que ya, en su mayoría, se encontraban descansando en unos nobles y pequeños árboles, a los que no les importa ocultar su verdadera identidad, para ser recordados como “garceros”.., y éllas a cambio…, los adornan con sus plumajes, vistiendo sus ramas de blanca espuma, o inmaculados copos de nieve

Realmente ¡MÁGICA VISIÓN!. Esta huella que dejó en mí, semejante imagen, la traté de plasmar muchos años después, en un poema que escribí y que por ser una composición donde expreso mi mezcla de sentimientos entre Andalucía y Guanare, la titulé: “ASÍ SOY…, VOSOTROS EN MI”.

Volviendo al punto central del relato, continúo con nuestro viaje: Caracas-Guanare. Un trayecto de aproximadamente 500 kilómetros pero que a nosotros nos parecería el doble de kilometraje, realmente “interminable”, un poco por la ansiedad que la idea de una nueva vida nos producía, y otro tanto por la ausencia de poblados a lo largo de la carretera, pues aunque nuestros viajes por España habían sido bastantes limitados, no dejaban de ser la referencia para permitirnos comprobar cómo allí las distancias entre los pueblos eran relativamente cortas, mientras que aquí, esas distancias se alargaban infinitame
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Considerando oportuna la ocasión, escribo a continuación la letra de dicho poema:

“ASI SOY…, VOSOTROS EN MI…”

¿Quién ha visto alguna vez
andaluza cantándole al llano?
Esa soy yo…, señores:
mezcla del alma llanera
con mi corazón gitano.

Concierto de paraulatas mi llegada alegraron…,
mis ojos viajeros retrataron chinchorros de nubes doradas
que por los caños deslizaban sus reflejos atardecidos,
como abanicos prendidos a un paisaje que me hechizaba.

Aquella tarde me diste la mejor de tus sonrisas:
ritmo de arpa en tu brisa bailando entre los palmares…,
gracia de los malabares jugueteando en la llanura…,
coplas de dulce ternura…arrullando morichales.

Tus llanuras comparé con las marismas huelvanas;
y un coplero enamorao montado en potro alazán,
mi nostalgia lo verá como gitano moruno,
que bajo el lucero oscuro…, buscando querencias va.

La brisa traía el aroma al mastranto del estero…,
y yo te traje el romero de mi sierra andaluza,
fragancias que son la musa de un rosario de recuerdos,
que con los años envuelvo como el mar a la medusa.

Inquietudes abrileñas con tu aire alimenté…,
por tus calles desgrané el mejor de mis corríos,
de aquel sueño que fue mío y en el horizonte perdura,
como garza blanca y pura atravesando tus ríos.

¡Ay Virgen de Coromoto…, yo a tus plantas me postré!
cuántas veces te rogué… amparo y luz a mis días…
Y me oíste Madre mía… regalándome con creces,
viejos sueños que florecen y hoy son mi norte…, mi guía.

Noches tibias de Guanare…, noches de luna traviesa…
madrigales de ternezas de tu brisa se desprenden,
y como broches se prenden a la aurora trovadora,
que ya coqueta y soñadora por tus calles desciende.

Ha pasado mucho tiempo de aquel encuentro contigo,
pero aún siento el abrigo de tus cálidos abrazos,
porque tú, Guanare, bordaste pedazos en el lienzo de mi vida,
con hilos de senda florida… fuiste hilvanando mis pasos.

Y si tú, Guanare, me regalaste las flores de cundeamor…,
un guarapo bien dulzón que huele a la flor del ordeño;
tú le diste a mis sueños el canto de los turpiales…,
y bañaste mis pesares con rocío guanareño…

Quiero yo entonces ofrecerte… ¡el cante de Andalucía!,
claveles de fantasía que a mi niñez perfumaron…,
olivares que lloraron por la muerte del poeta…,
versos de guitarra inquieta que los gitanos cantaron…

Y como en mi se mezclaron castañuelas con maracas,
altíva…, cual fina jaca…, puedo orgullosa decir:
¡ANDALUCIA… me dio la vida…!
¡GUANARE… me enseñó a vivir…! ... (ver texto completo)