JIMENA: Cosas de Mi pueblo....

Cosas de Mi pueblo.
Un día de aquellos veranos de los años 60.

Quiero empezar el relato en nombre propio y seria un día del mes en curso cuando ya dormíamos en la huerta de la carza, al lado de la huerta de Raimundo y Eufrasia y la siguiente la de Luisa y Jeromo Madre de Dolores y prima de nuestra forera Ana.

Nos levantábamos temprano pues era difícil dormir en esta época, los Padres madrugaban para coger las brevas y hacer labores de la huerta con la fresca, y me viene a la memoria aquellos desayunos que mas bien eran almuerzos después de echarnos unas galfas de agua con un poco de jabón heno de pravia agua que corría por delante de la casilla y que venia de la romanente, porque yo no recuerdo en aquella época lavarnos los dientes al menos en mi casa, esto fue mas tarde una vez vinimos a Pamplona y por cierto, no se si había tanta carie y todas esas cosas que ahora tienen los niños y que tantos duros nos han costado a los Padres.
Decía yo, que aquellos almuerzos estaban compuestos casi todos los días por un buen talón de pan y un hoyo lleno de aceite y azúcar y como ya el pequeño vergel habría dado algún pepinillo o tomate pues pepino pelado y al cuerpo.
Como Mi Madre como tantas otras estaba empeñada en que fuera una persona con un buen nivel académico pues libreta en ristre lapiz y goma y hacer problemas y dictados que es lo que nuestro Maestro se empeñaba en que agrediéramos por razones o por coj… no había otra opción.
Y nada, carza arriba con parada en los pilares rodeaos de avispas que te la jugaban como te descuidaras trago de agua rápido si te dejaban los que estaban llenando los cantaros o botijas y de paso por la plaza para churretear un poco los puestos de frutas hortalizas de las huertas del cuarto o de Bedmar o lo que le quedaba al Bimba de aquella caja de sardinas frescas de Málaga como decía cuando las pregonaba, carrera arriba no olvidabas ningún día pasar por la puerta de Rosa y Flores para oler esa aroma a tallo recién hecho que salía de su casa y que impregnaba toda la carrera en la que se mezclaban olores a manzanilla aguardiente y tallo tres olores que nunca he olvidado y que alguna mañana temprano cuando paso para dar el paseo trato de traerlos a mi memoria con bastante dificultad que se le va hacer.
Ya enfilábamos los míticos escalones del potro donde estaba la barbería de Juan de Dios donde algunos días oíamos tocar la guitarra o otros instrumentos de cuerda que con tanto talento tocaban continuamos para pasar por la tienda de Alfonso Correas, la Sastrería de Manolo el Sastre, el pilarillo junto a la entrada de el callejón de nuestra golondrina en Venezuela para arribar a la escuela, entrabas y lo primero dar los buenos días a nuestra entrañable Pura mujer de Alejandro que estaba en la cocina preparando posiblemente el potaje, cocido o cualquier otro guiso de nuestro Pueblo, escaleras arriba para la sala y te empezaban a venir los malos pensamientos de la palmeta o el borriquillo sabias con toda seguridad que como no te sabrías lo que te preguntaba o te pillara hablando con el amigo o compañero te tocaba la rifa.
Hay dos cosas en mi memoria que mas recuerdo, aquellos dictados en voz alta y los corros alrededor de la pizarra de abajo para aprender los problemas de regla de tres o quebrados, yo no voy a valorar el método de enseñanza quien soy Yo para ello, lo que si se es que muchos de aquellos muchachos y muchachas aprendíamos a no tener faltas de ortografía y hacer un problema bien echo y rápido estas cosas con las computadoras como dice ana han pasado a la historia.
Acababa creo hacia las doce la clase de la mañana y había que hacer recorrido a revés pero ahora un poco mas rápido el calor apretaba y ya habíamos echo ganas de comer, por lo tanto cuanto antes a casa o la huerta, pocos se paraban a jugar con aquellas calores como mucho los mas tiraos palante se iban alguna alberca a pegarse un baño eran las piscinas de hoy.
Podía seguir contándoos la ida a la tarde pero me agobia solo el pensar como íbamos con aquellas calores a clase y anda que había aire acondicionado y para mas inrri algunas de las sillas de enea con algún chinche que no picaban mordían la madre que los trajo al mundo, no te cuento nada si cuando estabas concentrao en el dictado pasaba por la puerta Molinilla con su frase famosa ¡! Con coopete y cucharilla que lo vende Molinilla! Haber quien no se acuerda de la frasecita de marras, se te caía la baba de oírle, anda que no pasábamos envidia ni na cuando le subían al maestro aquellos conos con rechupete, menudas lengüetadas les pegaba, se te saltaban las lagrimas de envidia como diría alguno eran otros tiempos para lo bueno y para lo malo.
Como os decía a sí era parte de algún día de aquellos veranos en nuestra querida Jimena.
M. Nieto de M. Rasca