... y Alejandro, el maestro, allí, permante, eterno dira yó, en su mesa de madera, con su ventilador de áspas metálicas que apenas mitigaba la canícula... cuarénta o cincuénta niños de todas las edades aprendiéndo ortografia, verbos, reglas de trés, repartimientos proporcionales, quebrados... no habia opciones: apiñados a lo largo de unas mesas con tableros, al pairo del poquito aire que circulaba entre el balcón y una pequeña ventana que daba a la calle Virgen de los Remedios. Muchas dificultades, sí señor, pero, también múcha voluntad y constancia por la enseñanza, en el caso del maestro, y por el aprendizaje, en el caso del alúmnado... y cuarenta grados a la sómbra... y todavia hay quién dice que con el cámbio climático los veranos son mas caluros que ántes...