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JIMENA: ....

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--------------PREGÓN DE LAS FIESTAS DE JIMENA 1.999-------------

Paisanos, de aquí y de ahora,
forasteros y vecinos.
Ya que la Remediaora,
que es la Patrona, ha querido
rescatar para el pregón
a un servidor del olvido,
mo hunilde corazón
jimenato bien nacido
os viene el pregón a dar
en este final de siglo.

Buenos días Jimena. Buenos días Jimenatos. Buenos días oidores del agua, de ese agua sabia que en su camino desde el Arca hasta Jimena tan bien sabe moverse, que suena en el Pilar de los Siete Caños, en la Fuente de las Machorras, en este Pilar de la Plaza y que también riega nuestras huertas de la Presa hasta el Bocin.

La tarea que hoy me ha encomendado la Comisión de Festejos, a través del Sr. Alcalde, es agradable pero difícil.

Desde hace un mes ya huele a fiesta, se pintan las fachadas, herrajes y carpinterías, se limpian a fondo los cristales de balcones y ventanas, los viajes a la capital y a las ciudades de la Loma se hacen más intensos, sobre todo los más jóvenes, siempre buscando las telas y los modelos de última hora para las noches de las verbenas con el ánimo de conseguir ser nominada la más guapa de la villa o que le reconozcan su garbo luciendo un traje de fiesta o de faralaes.

Las fiestas, nuestras Fiestas de Jimena, son como plazas públicas en los calendarios. El número negro de los almanaques detiene un momento su carrera en busca de un destello de color, una fecha en la que paralizarse, un lugar abierto y lleno de coincidencias. Igual que las calles persiguen plazas para desembocar, los días necesitan fiestas, espacios para la multitud, zonas de encuentro. Entonces... las tiendas se cierran, no se oyen hormigoneras ni dumper por las calles, las aulas -después del período vacacional- van apurando el descanso del esqueleto de sus bancos sin alumnos, en las oficinas se apagan las pantallas de los ordenadores, la burocracia duerme, y la gente sale a la calle sin encargos, acude a una fecha sin prisas, se reúne en la Plaza de Gracia o Plaza Alta del Postigo, son las Fiestas de Jimena. El tiempo de las fiestas de Jimena no es el mismo que el de la vida común; es un tiempo mucho más antiguo, más sagrado y acaso más libre, el tiempo circular de las religiones primitivas, de los cultos agrarios en los que no existía la historia, sino sólo el paso demorado y siempre repetido de las estaciones. El pueblo se olvida de si mismo y se dilata de muchedumbres. Hay rumor de gente, zapatos nuevos, a las ocho de la tarde, un año más, la Plaza, después de haber presenciado con infinidad de recuerdos el desfile de Carrozas y Romeros delante de la ermita de Cánava, se convierte en un hervidero humano para ver llegar a su querida madre de los Remedios por la calle del Cerrillo. Ahora llega a mi mente la magnífica descripción que de este momento hacía, ya hace años nuestro querido paisano Gámez Invernón:

Es la calle del Cerrillo
un río de fe y de almas
que desemboca entre cohetes
y repique de campanas.
Estampa antigua de siglos,
mas siempre fresca y lozana
porque la fe no envejece,
porque la fe es como el agua
que nace, susurra y corre
siempre alegre, nueva y clara.

Después, con las calles sin coches, las familias y los grupos de amigos llenan de encuentros y corros toda la plaza. Hasta los solitarios tendrán la compañía de su prpia soledad, de sus recuerdos, la ayuda melancólica de los bailes lejanos.

Los días de Fiesta de Jimena son distintos, hay matrimonios que salen de los armarios, niños repeinados y prudentes, que olvidan bajo los pantalones limpios el arañazo de sus travesuras. Son vividos con una clara voluntad de regreso, y así me lo recuerdan estos versos de García Lorca:

Los días de fiesta
van sobre ruedas.
El tiovivo los trae
y los lleva...
Los días, abandonan
su piel, como culebras,
con la sola excepción
de los días de fiesta...
Estos son los mismos
de nuestras madres viejas.
Sus tardes son largas colas
de moaré y lentejuelas.
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