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-----------------PREGÓN DE LAS FIESTAS DE JIMENA 1.994--------------
De nuevo llega, otro año más, nuestra esperada y querida Feria y Fiestas en Honor de la Santísima Virgen de los Remedios, nuestra "Fiesta Jimena". Queramos o no, el devenir implacable del tiempo, nos trae la Fiesta por esas fechas tan inciertas del año como son las comprendidas entre el fin del verano y el comienzo del otoño.
Inciertas, digo, porque con el mes de Agosto parece irse el verano y con él los veraneantes y algunos de los elementos que conforman el ambiente estival del pueblo (los conciertos de la Banda de Música en la Plaza, las bodas en Cánava, la movida nocturna, la piscina, etc.), hasta el punto de creernos ya metidos en el otoño.
Nos han quedado unos días lánguidos, de calor y noches agradables, de vuelta al trabajo para algunos, de exámenes para otros, de no ver un gato por las calles, de monotonía ligeramente rota por el trasiego matutino de los higos y, ¿cómo no?, de espera y preparación para las Fiestas.
Así, llegamos al día 6 de Septiembre, el prólogo de las Fiestas. Se empieza a ver movimiento en las calles, tiendas y mentideros de la villa. Se van montando casetas y chiringuitos, atracciones y luces. Hay ajetreo. El centro se colapsa por el tráfico, los repartidores de cerveza con su devaneo, las señoras con sus compras, la juventud ultimando sus carrozas, los ociosos, pues, eso. Jimena se prepara.
Con este preámbulo, nos hemos plantado en la mañana del día 7 de Septiembre. Comienzan las Fiestas. El inicio lo marcan la salida de los cabezudos y, porteriormente, la incuestionable e imperdonable liga del mediodía; ese rato placentero compartido con amigos y familia, de grata tertulia degustando un vaso de fino y un plato de aceitunas largas, de ánimo exaltado y ganas de Fiesta. Indescriptible.
¡Estamos en Fiestas!
Tampoco hay que alargarse mucho si se quiere estar en la romería.
Al atardecer, las carrozas, jinetes y romeros se encaminan hacia Cánava, sin prisa pero sin pausa; todos van llegando poco a poco.
Hay mucha expectación. Nadie imaginaba que este año hubiera tanta gente, teniendo en cuenta que no se ha visto ni un gato en la víspera. Los concursantes van pasando de largo entre jaleo y jolgorio, se les premia y, a esperar.
De pronto, crece la expectación; suenan las primeras notas del himno nacional, aplausos y Nuestra Señora saliendo de su Ermita. Este momento, completado con la procesión y entrada de la Virgen a la Plaza, constituye, a juicio de este humilde pregonero, la sublimación y máxima exaltación de las Fiestas.
Sublime, digo, por la elevación sentimental que experimentamos participando de este acontecimiento y, exaltado por la forma apasionada de manifestar estos sentimientos, como se demuestra cantando y vitoreando la llegada de la Virgen a la Plaza del Pueblo al que protege.
Los jimenatos, en procesión con su Patrona, sólo albergan en sus corazones sentimientos de amistad y armonía con sus convecinos, no existen deferencias de ningún tipo. Bueno, tampoco hay que olvidarse de pedir algo: que el tiempo acompañe, que la cosecha sea buena, que no falte el trabajo, que se aprueben los exámenes; en fin, esas cosas.
Este es el verdadero comienzo de las Fiestas.
El resto, hasta el día 10 de Septiembre, es harto conocido de todos. Los momentos y los días de nuestra Fiesta están tan marcadas, tan tipificados, que huelgan hablar de las verbenas de Cánava, de las liturgias y procesiones, del castillo y de los toros de fuego, del cotillón y, de tantas cosas más que, de tan repetidas año tras año, son costumbre y no creo que esté en el ánimo de nadie cambiar nada de como está, porque es así como gustan.
En otra línea de lo que llevamos dicho, quiero aprovechar este mensaje para saludar a los jimenatos y a quienes nos visiten en estos días y, en especial, a aquellos otros jimenatos que por razones laborales u otras, no residen en el pueblo, pero que llevan a Jimena siempre en el corazón y pasean con orgullo su procedencia.
Este último, es el caso de un servidor que, desde hace once años, ha tenido que vivir fuera del pueblo, bien por estudios, bien por trabajo y, en consecuencia, conoce lo que es estar alejado del lugar que lo vio nacer y no poder estar en él en fechas tan señaladas como éstas.
Por último, a todos desear que nuestras queridas Fiestas se sobrelleven con el buen talante y la hospitalidad que nos caracteriza y que predomine la alegría y sana diversión.
¡A divertirse que son cuatro días!
Puertollano, Julio 1.994
JOSÉ MARÍA RUIZ MORENO.
-----------------PREGÓN DE LAS FIESTAS DE JIMENA 1.994--------------
De nuevo llega, otro año más, nuestra esperada y querida Feria y Fiestas en Honor de la Santísima Virgen de los Remedios, nuestra "Fiesta Jimena". Queramos o no, el devenir implacable del tiempo, nos trae la Fiesta por esas fechas tan inciertas del año como son las comprendidas entre el fin del verano y el comienzo del otoño.
Inciertas, digo, porque con el mes de Agosto parece irse el verano y con él los veraneantes y algunos de los elementos que conforman el ambiente estival del pueblo (los conciertos de la Banda de Música en la Plaza, las bodas en Cánava, la movida nocturna, la piscina, etc.), hasta el punto de creernos ya metidos en el otoño.
Nos han quedado unos días lánguidos, de calor y noches agradables, de vuelta al trabajo para algunos, de exámenes para otros, de no ver un gato por las calles, de monotonía ligeramente rota por el trasiego matutino de los higos y, ¿cómo no?, de espera y preparación para las Fiestas.
Así, llegamos al día 6 de Septiembre, el prólogo de las Fiestas. Se empieza a ver movimiento en las calles, tiendas y mentideros de la villa. Se van montando casetas y chiringuitos, atracciones y luces. Hay ajetreo. El centro se colapsa por el tráfico, los repartidores de cerveza con su devaneo, las señoras con sus compras, la juventud ultimando sus carrozas, los ociosos, pues, eso. Jimena se prepara.
Con este preámbulo, nos hemos plantado en la mañana del día 7 de Septiembre. Comienzan las Fiestas. El inicio lo marcan la salida de los cabezudos y, porteriormente, la incuestionable e imperdonable liga del mediodía; ese rato placentero compartido con amigos y familia, de grata tertulia degustando un vaso de fino y un plato de aceitunas largas, de ánimo exaltado y ganas de Fiesta. Indescriptible.
¡Estamos en Fiestas!
Tampoco hay que alargarse mucho si se quiere estar en la romería.
Al atardecer, las carrozas, jinetes y romeros se encaminan hacia Cánava, sin prisa pero sin pausa; todos van llegando poco a poco.
Hay mucha expectación. Nadie imaginaba que este año hubiera tanta gente, teniendo en cuenta que no se ha visto ni un gato en la víspera. Los concursantes van pasando de largo entre jaleo y jolgorio, se les premia y, a esperar.
De pronto, crece la expectación; suenan las primeras notas del himno nacional, aplausos y Nuestra Señora saliendo de su Ermita. Este momento, completado con la procesión y entrada de la Virgen a la Plaza, constituye, a juicio de este humilde pregonero, la sublimación y máxima exaltación de las Fiestas.
Sublime, digo, por la elevación sentimental que experimentamos participando de este acontecimiento y, exaltado por la forma apasionada de manifestar estos sentimientos, como se demuestra cantando y vitoreando la llegada de la Virgen a la Plaza del Pueblo al que protege.
Los jimenatos, en procesión con su Patrona, sólo albergan en sus corazones sentimientos de amistad y armonía con sus convecinos, no existen deferencias de ningún tipo. Bueno, tampoco hay que olvidarse de pedir algo: que el tiempo acompañe, que la cosecha sea buena, que no falte el trabajo, que se aprueben los exámenes; en fin, esas cosas.
Este es el verdadero comienzo de las Fiestas.
El resto, hasta el día 10 de Septiembre, es harto conocido de todos. Los momentos y los días de nuestra Fiesta están tan marcadas, tan tipificados, que huelgan hablar de las verbenas de Cánava, de las liturgias y procesiones, del castillo y de los toros de fuego, del cotillón y, de tantas cosas más que, de tan repetidas año tras año, son costumbre y no creo que esté en el ánimo de nadie cambiar nada de como está, porque es así como gustan.
En otra línea de lo que llevamos dicho, quiero aprovechar este mensaje para saludar a los jimenatos y a quienes nos visiten en estos días y, en especial, a aquellos otros jimenatos que por razones laborales u otras, no residen en el pueblo, pero que llevan a Jimena siempre en el corazón y pasean con orgullo su procedencia.
Este último, es el caso de un servidor que, desde hace once años, ha tenido que vivir fuera del pueblo, bien por estudios, bien por trabajo y, en consecuencia, conoce lo que es estar alejado del lugar que lo vio nacer y no poder estar en él en fechas tan señaladas como éstas.
Por último, a todos desear que nuestras queridas Fiestas se sobrelleven con el buen talante y la hospitalidad que nos caracteriza y que predomine la alegría y sana diversión.
¡A divertirse que son cuatro días!
Puertollano, Julio 1.994
JOSÉ MARÍA RUIZ MORENO.