JIMENA: ....

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-------------PREGÓN DE LAS FIESTAS DE JIMENA 1.992-------------

<<La fiesta había empezado de veras, y durante esos días no paró, ni de día ni de noche. No se paraba de bailar, ni de beber, el barullo era constante. Ocurrieron cosas que sólo podían haber ocurrido durante una fiesta.
Todo se volvió irreal: parecía como si nada pudiera tener consecuencias, como si pensar en consecuencias durante la fiesta estuviera fuera de lugar>>.
(Ernest Hemingway, Fiesta, Capítulo XV).

Últimos días de Julio, pienso en volver a mi lugar de nacimiento, ya tengo organizado el tiempo que aún queda hasta después de la fiesta. Los preparativos para estos días están coordinados y la ilusión es enorme.

Han trascurrido treinta y siete años que no vivo en ella, a pesar de que periódicamente voy, y la quiero profundamente. En mi casa, aquí en Granada, se siente a Jimena, además de oírse y escucharse.

En este estado de ánimo me encuentro en los días dichos, cuando soy llamado por buen y querido amigo Andrés Carrasco, nuestro Secretario del Ayuntamiento. Me dice que la Comisión de Festejos ha decidido que el pregón de fiestas de este año lo escriba yo. Quedo muy agradecido, al instante doy mi asentimiento, pues siento satisfacción por esta solicitud. Nuestra pequeña patria lo exige. En consecuencia, manos a la obra. Pero, ¿Cómo hacerlo?, ¿Qué decir?. Pienso en la frase de los Reyes Católicos cuando establecieron <<el Corpus>> en Granada. Ellos estimaron que las fiestas no solo tuvieran un sentido religioso, sino también festivo indiscutiblemente. Quisieron que después de un año de trabajo había de existir ese encuentro y expresaron su contenido en la célebre frase de <<a divertirse como locos>>.

En consecuencia, se trata de convivir alegremente.

No me parece mal ese camino de la alegría y del contacto con el amigo para estimular y alentar a mis queridos paisanos en la celebración de las fiestas de este año. Hemos de pasarlo bien, <<guay>> dice mi hija pequeña.

No demos muchas consecuencias a actos de amigos, de hermanos, en definitiva de todos los jimenatos. Nadie quiere ofender y nadie debe de sentirse ofendido. Seamos todos auténticamente buenos en estos días. Todos tenemos derecho a pasarlo bien. El agricultor, el industrial, el ama de casa, los estudiantes y todo jimenato en general. Pensar en la intencionalidad de los actos, como dice Hemingway arriba, está fuera de lugar durante las fiestas. Todos nos conocemos, tenemos motivos en la reflexión inteligente para no sentirnos extraños y ajenos. Todos somos hijos de un mismo pueblo. El nuestro se distingue por atesorar grandes valores, que para todos nos son comunes. Hay en Jimena muchas manifestaciones que entrañan atracción mutua y comunidad. Fijémonos en el entorno, en nuestro paisaje, por ejemplo. Miremos en el paseo y en el parque el precioso balcón y panorama que tenemos hacia todo el valle de olivar, hasta perdernos con la mirada en el horizonte, donde sólo son líneas Baeza y Úbeda.

Estas vistas merecen ser observadas nuevamente en estos días festivos en armonía y en gozo. A veces pasamos de largo, y son muy bonitas. Ante ellas, la charla en estas fiestas tiene que ser maravillosa, cuanto más si acompañamos a la Virgen. Creo que este juicio es introvertido. Sólo con el pensamiento, trasladándonos al siete de septiembre, al atardecer, apreciamos ya calor humano.

Observemos nuestra rica historia local. En el mes de Junio del presente he encontrado a Jimena altamente resaltada en la prensa regional.

El diario Ideal, de ámbito andaluz, publicó un fascículo dedicado a la inquietud americana de Jaén. Allí se ha recogido que la medalla de oro fue otorgada al Ayuntamiento de Jimena por las fotografías del monumento arquitectónico-artístico <<Cueva de la Graja>>. Este primer premio fue como consecuencia de la exposición que jimenatos, de entonces, hicieron en el pabellón de Jaén con motivo de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1.992.

Aquel fue un gran momento para Jimena. Ante él cabe mostrarnos hoy orgullosos. Todos tenemos participación en aquel suceso. Todos formamos este pueblo espléndido.

También tenemos motivo para nuestra contagiosa alegría, cuando consideramos a los hombres y mujeres ilustres que nos han precedido.

Pongo por ejemplo la figura humana de Pedro Torres Lanzas, en el mes de Junio recientemente pasado leí en la prensa, sobre su gran trascendencia, lo que textualmente trascribo: