Amigos del Foro:
Después de pasar unos días en Jimena (aprovechando la fiesta de la Almudena de Madrid), me incorporo de nuevo al Foro. Lo primero de todo, es darle la bienvenida a los numerosos/as nuevos/as Foreros que, como he comprobado, se han “enganchado” a esta “Noria” del pueblo. Del mismo modo, aunque parezca mentira, ayer se superaron las 2.000 visitas a la página. Esto demuestra que el “boca a boca”, es un buen sistema de promoción para el intercambio de noticias, saludos personales y fotos que tienen como referencia a nuestro querido pueblo, y que en el fondo, debería de ser la finalidad de éste Foro.
Al contrario que en mi visita anterior, en donde dirigí mis pasos de caminante hacia las alturas de la Sierra, en ésta ocasión bajé hasta las orillas del “rio Garciéz”. Como éste paseo es más “prosaico”, no me extenderé en detalles. Arranqué en “La Salud” y por los caminos de “Los Cacunes”, pasando por “Los Barrancos” y el llano de “Las Canteras”, llegué a “Los Cortaos”. Siguiendo éste camino, rápidamente estaba en la orilla del rio. Mi intención era buscar “La Peña o el Peñón del Águila”. Desde la orilla pronto la divisé y en un momento llegué a sus pies. El Peñón, tiene todas las características de las construcciones paleolíticas llamadas “Menhires”. Su ubicación cerca del rio, podría explicarse, por el asentamiento de algún grupo pequeño de personas en un paraje con agua y arbolado (nuestro amigo Antonio O. P. puede ilustrarnos el monumento con alguna buena foto de las que hicimos en otra visita anterior).
El otro día, hablábamos sobre la metáfora de los olivares como un mar verdoso. La verdad, es que caminando entre millares de olivos, piensas en lo acertado de la comparación. Además, te puedes imaginar, que los caminos anchos que surcan la verde arboleda, serían como las corrientes marinas de los Océanos (el Niño, la Niña). Y en las noches de luna y viento suave, el revés de las hojas, adquiere un tono plateado y con el vaivén del aire, las hojas se mueven como esas bandadas de millones de pececillos que suben y bajan sin cesar, tal como hemos podido ver en los documentales marinos del biólogo francés Jacques Cousteau.
Decidí regresar por la carretera arriba. Los viajeros que vienen a Jimena por esa vía, saben que de pronto, al salir de una curva, se divisa Jimena suavemente recostada en la falda de la Sierra. Me vino a la memora la anécdota de Sebastián Lanzas, cuando después de estar unos días fuera de Jimena, en esa curva, al decirle a su mujer, ¡Mira Luisa ya estamos en Jimena!, soltó las manos del volante y se cayó rodando por el cantón con su 4L (coche al que le hacía sonar el claxon tan frecuentemente que se ganó el sobrenombre de “Sebastianito Pi”), por suerte, sólo fue un susto.
Hubo un tiempo, en que todas las luces del pueblo eran “rojizas”. Cuando volvías de noche, desde esa curva de la carretera, Jimena parecía un ascua “candente” como las que “aventaba” Diego el Folleta (el que mueve el fuelle) en sus tiempos de la Fragua de Vulcano (perdón de Fernando el Herrero). ¡Suerte y ánimo Diego!.
Al pasar entre el Cerro de las Avutardas y el de los Almendros, se puede comprobar, que ninguno de los dos cerros, hacer honor a su nombre. Hace muchos años que ya no hay avutardas y los almendros han dado paso a las olivas. Pero no vayamos a pensar en cambiarles de nombres y quitarles esos tan “poéticos”. Pues sobre la poesía nos enseñó Gabriel Celaya que es “un arma cargada de futuro” (Paco Ibáñez le puso música).
Una vez terminado el paseo y para “reponer” fuerzas, volví a repetir en “EL Mirador” de Juan Tomás. Esta vez el “menú” se compuso de unas espinacas con “migilla” y un buen plato de “bacalao con tomates”, regado con vino tinto de Mendavia. El postre fue más moderno: “Sopa de melón con una bola de helado” (con copete y cucharilla como los que vendía Molinilla).
Los comensales masculinos de éste Restaurante, tenemos la suerte (aparte de comer bien y barato) de estar atendidos por una “hermosa” Inmaculada, que no desmerecería a ninguna de las modelos, que Bartolomé Esteban “Murillo”, utilizó en sus numerosos retratos y cuadros de la Virgen y el Niño. Además, (esto lo pensé al estar ya cercana la fiesta de “La Concebida”), paradojas de la vida, esta Inmaculada que ha concebido, no una vez, sino dos, no lo ha sido por El Espíritu Santo, sino todo lo contrario: por el mismo “Diablo”. Son cosas que sólo pasan en Jimena.
Saludos,
Después de pasar unos días en Jimena (aprovechando la fiesta de la Almudena de Madrid), me incorporo de nuevo al Foro. Lo primero de todo, es darle la bienvenida a los numerosos/as nuevos/as Foreros que, como he comprobado, se han “enganchado” a esta “Noria” del pueblo. Del mismo modo, aunque parezca mentira, ayer se superaron las 2.000 visitas a la página. Esto demuestra que el “boca a boca”, es un buen sistema de promoción para el intercambio de noticias, saludos personales y fotos que tienen como referencia a nuestro querido pueblo, y que en el fondo, debería de ser la finalidad de éste Foro.
Al contrario que en mi visita anterior, en donde dirigí mis pasos de caminante hacia las alturas de la Sierra, en ésta ocasión bajé hasta las orillas del “rio Garciéz”. Como éste paseo es más “prosaico”, no me extenderé en detalles. Arranqué en “La Salud” y por los caminos de “Los Cacunes”, pasando por “Los Barrancos” y el llano de “Las Canteras”, llegué a “Los Cortaos”. Siguiendo éste camino, rápidamente estaba en la orilla del rio. Mi intención era buscar “La Peña o el Peñón del Águila”. Desde la orilla pronto la divisé y en un momento llegué a sus pies. El Peñón, tiene todas las características de las construcciones paleolíticas llamadas “Menhires”. Su ubicación cerca del rio, podría explicarse, por el asentamiento de algún grupo pequeño de personas en un paraje con agua y arbolado (nuestro amigo Antonio O. P. puede ilustrarnos el monumento con alguna buena foto de las que hicimos en otra visita anterior).
El otro día, hablábamos sobre la metáfora de los olivares como un mar verdoso. La verdad, es que caminando entre millares de olivos, piensas en lo acertado de la comparación. Además, te puedes imaginar, que los caminos anchos que surcan la verde arboleda, serían como las corrientes marinas de los Océanos (el Niño, la Niña). Y en las noches de luna y viento suave, el revés de las hojas, adquiere un tono plateado y con el vaivén del aire, las hojas se mueven como esas bandadas de millones de pececillos que suben y bajan sin cesar, tal como hemos podido ver en los documentales marinos del biólogo francés Jacques Cousteau.
Decidí regresar por la carretera arriba. Los viajeros que vienen a Jimena por esa vía, saben que de pronto, al salir de una curva, se divisa Jimena suavemente recostada en la falda de la Sierra. Me vino a la memora la anécdota de Sebastián Lanzas, cuando después de estar unos días fuera de Jimena, en esa curva, al decirle a su mujer, ¡Mira Luisa ya estamos en Jimena!, soltó las manos del volante y se cayó rodando por el cantón con su 4L (coche al que le hacía sonar el claxon tan frecuentemente que se ganó el sobrenombre de “Sebastianito Pi”), por suerte, sólo fue un susto.
Hubo un tiempo, en que todas las luces del pueblo eran “rojizas”. Cuando volvías de noche, desde esa curva de la carretera, Jimena parecía un ascua “candente” como las que “aventaba” Diego el Folleta (el que mueve el fuelle) en sus tiempos de la Fragua de Vulcano (perdón de Fernando el Herrero). ¡Suerte y ánimo Diego!.
Al pasar entre el Cerro de las Avutardas y el de los Almendros, se puede comprobar, que ninguno de los dos cerros, hacer honor a su nombre. Hace muchos años que ya no hay avutardas y los almendros han dado paso a las olivas. Pero no vayamos a pensar en cambiarles de nombres y quitarles esos tan “poéticos”. Pues sobre la poesía nos enseñó Gabriel Celaya que es “un arma cargada de futuro” (Paco Ibáñez le puso música).
Una vez terminado el paseo y para “reponer” fuerzas, volví a repetir en “EL Mirador” de Juan Tomás. Esta vez el “menú” se compuso de unas espinacas con “migilla” y un buen plato de “bacalao con tomates”, regado con vino tinto de Mendavia. El postre fue más moderno: “Sopa de melón con una bola de helado” (con copete y cucharilla como los que vendía Molinilla).
Los comensales masculinos de éste Restaurante, tenemos la suerte (aparte de comer bien y barato) de estar atendidos por una “hermosa” Inmaculada, que no desmerecería a ninguna de las modelos, que Bartolomé Esteban “Murillo”, utilizó en sus numerosos retratos y cuadros de la Virgen y el Niño. Además, (esto lo pensé al estar ya cercana la fiesta de “La Concebida”), paradojas de la vida, esta Inmaculada que ha concebido, no una vez, sino dos, no lo ha sido por El Espíritu Santo, sino todo lo contrario: por el mismo “Diablo”. Son cosas que sólo pasan en Jimena.
Saludos,
Esto nos comentaba nuestro amigo Luis el año pasado en uno de su escritos, que pasa con los filtros Luis, hemos de continuar añorando tus escritura, como veras día tras día esto sigue hacia arriba un saludo.
Juan muchas felicidades para tu hija.
Un saludo
Un saludo