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JIMENA: ... Y así debe ser, pero yo, lo acepto ¡soy una cobarde!

Has acertado en casi todo menos en el tiempo, efectivamente era un Agnus preparado para la comunión de María (aquí por un lapsus mio os he llevado al error), como comprenderás María es mi archiconocida nieta, y llegado su momento con mes y medio fue indultado, entonces empezó a campar por toda la casa con plena liberad, era muy cariñoso y juguetón, eso hizo que fuera creciendo, pero no podiamos tener una animal en esas condiciones durante el invierno ya que no se iba a comportar como los coches, estando encerrado habría que tener otro tipo de cuidados, total que por decisión unánime se llegó a la conclusión que debía ser sacrificado por el bien de los pecadores y para su salvación, el gran problema surgió para encontrar el arma homicida y a quién la empuñara, por fin, él conductor de la ambulancia, salvador de hombres, se prestó a ello, tanto Luisa como yo desaparecimos del escenario, él se encargó de todo, nos lo dejó colgado en una viga en la cochera, aquello era otra cosa, no lo conocimos y nos dedicamos a ir haciendo raciones, con papel albal para liar las mismas y poder congelarlas, duró una infinidad, estaba riquisimo, él siempre supo que lo queriamos muchisimo y nos lo agradeció.

Sabes que algo parecido nos sucedió a nosotros, cuando decidimos vivir en la granja; resulta que nos pareció una buena idea tener 2 corderitos y 2 chivitos, pero pensando en el mejor momento para hacer el "banquete" con los animalitos de Dios, fué pasando el tiempo y nuestro cariño por éllos aumentaba; a todas estas, los "muérganos" no se cómo, pero traspasaban el límite del espacio que se les tenía y andaban muy a sus "anchas" correteando por donde quiera, no me dejaban en paz a mis plantas, se comían todo lo que encontraban a su paso y hasta se metian en uno de los corredores de la casa, que supongo, por lo que me dejaban como "regalo", lo habían considerado como su "poceta particular"; en fín que ya me tenían hasta los "tequeteques", pero el problema es que a esas alturas ya les teníamos hasta nombres y los sentíamos como de la "familia" y no éramos capaces, ni de imaginarnos siendo sus verdugos, ni tampoco echarnos a la boca un "trocito" de éllos, pues me parecia que al comerlos, vería sus caritas suplicándome por su vida y me recordaría de sus "juegos" conmigo. Al final, decidimos regalarlos y nos quedamos, con el jardín totalmente destruido y además, con un gran sentimiento de "culpa" (por desprendernos de éllos). De esa experiencia no me quedaron ganas luego de tener ni gallinas, ni nada que me hiciera sentir como una horrible "asesina"; decidí que cualquier carne que comiera, la compraría y nada más. ¿Melodramática?, tal vez, pero así me sentí y fué desagradable.

En mi casa se han criado todo tipo de animales, pero llegado su momento cada uno ha cumplido su función.

... Y así debe ser, pero yo, lo acepto ¡soy una cobarde!