Cosas de Mi Pueblo.
Los días de corta
Sé que y ha pasado, pero por estar tan cerca quiero recordar este buen hacer de una de las costumbres de Mi Pueblo
Hoy quería recordaros aquellos días de corta o poda de la olivas.
Comenzaba el día con un tiempo primaveral como la mayoría de los días de esta estación ya en curso, con cielo azul precioso y una iluminación exagerada, y a sí empezaba el ir y venir por las calles de nuestro Pueblo aquello hombres capacha o talega de cuadros blancos y azules, hacha en ristre protegida su corte con aquella funda de material, a sí le decíamos al cuero camino de uno de esos olivares de nuestro Pueblo.
Todo esto daba lugar a auténticas procesiones de hombres y animales por la calles de Jimena, auténticos hervideros, sin duda la calle que mas recuerdo es la Calle Bella donde Vivian Mi Abuelos y que yo frecuentaba casi todas la mañanas para ir almorzar o como decía la chacha Juana la Valleja ¿Que ya vienes a pegar las mangas?
Allí en el Pilar frente al Sindicato se arremolinaban las bestias para beber agua y eran continuos los diálogos de preguntas y repuestas. ¿Buenos Días fulano, a donde vamos hoy? A las de Las canteras, a ver si terminamos que nos quedaron ayer unas pocas, Que hoy toca pa bajo, e a ayer terminamos en el llano y hoy a la torrecilla y si nos da tiempo a ver si hacemos las poquillas de la huerta, el borrico que no se estaba quieto en el pilar, por que alguna borrica había llegado y claro como la estación dice, en la primavera la sangre altera empezaba a cerrear y ya estaba montado el lío, esto a los muchachos nos encantaba. Y a sí camino de aquellos olivares iban desapareciendo aquellos hombres por las vereas hacia los tajos, ahora tocaba a las mujeres salir cada una a su puerta y limpiar lo que muchas veces habían dejado aquellos animales el estiércol un buen abono para aquellas olivas y si no que se lo pregunten a Mi chacha Braulia que bien lo recogía calle arriba calle abajo.
La llegada al olivar después de haber echado el cigarro por el camino, la estampa la tengo gravada en mi memoria, con el ranzal al cuello sacaban la petaca y liaban aquel tabaco de los cuarterón verde o colorao que vendía Andresico el artista o Agustina, también algunos ya consumían los que venían liaos como los ideales o peninsulares incluso los celtas estos últimos mas modernos, incluso alguno liaba un cardo de gallina, la verdad que el nombre tiene guasa.
Apañado el ato la capacha o talega bien colgada, por cierto, hay una leyenda que en tiempos de la posguerra había alguno que se dedicaba a robar estas capachas y con ese mote se quedo para siempre, imaginaros la escena cuando ibas a comer muerto de hambre y te encontrabas que no estaba la capacha vamos no me lo quiero ni imaginar, seguro que no quedaba ni un santo sin que lo nombrasen, pues bien una vez trabado el borrico para que diera cuenta de aquellos jamargos o cualquier otra hierba de aquellas camás, comenzaba el ritual, el Maestro de corta indicando con su hacha perfectamente afilada la parte de la oliva que iba a ser podada y se producía aquel ruido tan significante que evidenciaba aquella tarea, el encuentro de hacha y tronco era oído desde cualquier sitio, parecía como si el golpe de hacha produjera eco, unos echando abajo lo marcado y otros pelando los palos y juntando los haces de ramón que posterior mente servirían para pasto de cabras, ovejas, para quemarlos en los hornos del pan o para la propia lumbre de nuestras casas no había una solo cuadra donde no se hacinaran alguno de aquellos haces..
Eran aquellos tajos de corta autenticas tertulias, en mis últimos años en Jimena fui acarrear leña con Mi Chache Juan Ramón el sordo algo que nunca entendí pues oia perfectamente, primo hermano de Mi Madre y hermano de la Madre de la Gitana, con aquel mulo enorme que tenia subía desde las olivas de cacún con una carga de palos que cuando se movía la carga tenia que subirme a un cellajo para colgarme y centrarla por que empujarle hacia arriba no podía todavía, bueno la verdad es que me apañaba para enderezarla, también tocaba ir a las de la sierra o cualquier otro olivar, siempre la vuelta al tajo subido en aquel animal que a ami me parecía una jirafa seguramente porque mi estatura estaba en proceso de crecimiento era el momento de silbar alguna cancioncilla de Juanito Valderrama o de Molina canciones que oíamos en aquellas radios que hacia Juan Antonio “El rana” y que se escuchaban de maravilla, aun hoy podemos ver escuchar en cantantes como Diana Navarro alguna de estas canciones tambien, alguno de aquellos primeros cigarros un poco a escondidas subido en aquella jirafa era otra de las novedades de aquellos años.
Y Llegaba la hora de parar a comer y otro ritual que le sacabas chispas, porque pasar hambre no se pasaba al menos Yo, pero si que había necesidad de alguna cosilla de capricho como podía ser un roaja de salchichón o chorizo Pamplonica, mira por donde posteriormente lo habría de comer muchas veces y conste que me sigue gustando un bocata de vez en cuando.
Una vez echado el jornal venia la vuelta a casa que volvía a repetir la imágenes de la mañana en el pilar, aquellos animales con el haz de ramón casi dando en el suelo, como si quisieran ir barriendo los caminos y calles, seguro que algún borreguillo o algún choto que se criaba para la fiesta, daría cuenta de el.
A sí pasaba un día de aquellos de corta tan habituales en nuestro Pueblo todos los años, una vez terminada la recolección de aceituna.
Amigos foreros con todo mi cariño un saludo
M. Nieto de M. Rasca
Los días de corta
Sé que y ha pasado, pero por estar tan cerca quiero recordar este buen hacer de una de las costumbres de Mi Pueblo
Hoy quería recordaros aquellos días de corta o poda de la olivas.
Comenzaba el día con un tiempo primaveral como la mayoría de los días de esta estación ya en curso, con cielo azul precioso y una iluminación exagerada, y a sí empezaba el ir y venir por las calles de nuestro Pueblo aquello hombres capacha o talega de cuadros blancos y azules, hacha en ristre protegida su corte con aquella funda de material, a sí le decíamos al cuero camino de uno de esos olivares de nuestro Pueblo.
Todo esto daba lugar a auténticas procesiones de hombres y animales por la calles de Jimena, auténticos hervideros, sin duda la calle que mas recuerdo es la Calle Bella donde Vivian Mi Abuelos y que yo frecuentaba casi todas la mañanas para ir almorzar o como decía la chacha Juana la Valleja ¿Que ya vienes a pegar las mangas?
Allí en el Pilar frente al Sindicato se arremolinaban las bestias para beber agua y eran continuos los diálogos de preguntas y repuestas. ¿Buenos Días fulano, a donde vamos hoy? A las de Las canteras, a ver si terminamos que nos quedaron ayer unas pocas, Que hoy toca pa bajo, e a ayer terminamos en el llano y hoy a la torrecilla y si nos da tiempo a ver si hacemos las poquillas de la huerta, el borrico que no se estaba quieto en el pilar, por que alguna borrica había llegado y claro como la estación dice, en la primavera la sangre altera empezaba a cerrear y ya estaba montado el lío, esto a los muchachos nos encantaba. Y a sí camino de aquellos olivares iban desapareciendo aquellos hombres por las vereas hacia los tajos, ahora tocaba a las mujeres salir cada una a su puerta y limpiar lo que muchas veces habían dejado aquellos animales el estiércol un buen abono para aquellas olivas y si no que se lo pregunten a Mi chacha Braulia que bien lo recogía calle arriba calle abajo.
La llegada al olivar después de haber echado el cigarro por el camino, la estampa la tengo gravada en mi memoria, con el ranzal al cuello sacaban la petaca y liaban aquel tabaco de los cuarterón verde o colorao que vendía Andresico el artista o Agustina, también algunos ya consumían los que venían liaos como los ideales o peninsulares incluso los celtas estos últimos mas modernos, incluso alguno liaba un cardo de gallina, la verdad que el nombre tiene guasa.
Apañado el ato la capacha o talega bien colgada, por cierto, hay una leyenda que en tiempos de la posguerra había alguno que se dedicaba a robar estas capachas y con ese mote se quedo para siempre, imaginaros la escena cuando ibas a comer muerto de hambre y te encontrabas que no estaba la capacha vamos no me lo quiero ni imaginar, seguro que no quedaba ni un santo sin que lo nombrasen, pues bien una vez trabado el borrico para que diera cuenta de aquellos jamargos o cualquier otra hierba de aquellas camás, comenzaba el ritual, el Maestro de corta indicando con su hacha perfectamente afilada la parte de la oliva que iba a ser podada y se producía aquel ruido tan significante que evidenciaba aquella tarea, el encuentro de hacha y tronco era oído desde cualquier sitio, parecía como si el golpe de hacha produjera eco, unos echando abajo lo marcado y otros pelando los palos y juntando los haces de ramón que posterior mente servirían para pasto de cabras, ovejas, para quemarlos en los hornos del pan o para la propia lumbre de nuestras casas no había una solo cuadra donde no se hacinaran alguno de aquellos haces..
Eran aquellos tajos de corta autenticas tertulias, en mis últimos años en Jimena fui acarrear leña con Mi Chache Juan Ramón el sordo algo que nunca entendí pues oia perfectamente, primo hermano de Mi Madre y hermano de la Madre de la Gitana, con aquel mulo enorme que tenia subía desde las olivas de cacún con una carga de palos que cuando se movía la carga tenia que subirme a un cellajo para colgarme y centrarla por que empujarle hacia arriba no podía todavía, bueno la verdad es que me apañaba para enderezarla, también tocaba ir a las de la sierra o cualquier otro olivar, siempre la vuelta al tajo subido en aquel animal que a ami me parecía una jirafa seguramente porque mi estatura estaba en proceso de crecimiento era el momento de silbar alguna cancioncilla de Juanito Valderrama o de Molina canciones que oíamos en aquellas radios que hacia Juan Antonio “El rana” y que se escuchaban de maravilla, aun hoy podemos ver escuchar en cantantes como Diana Navarro alguna de estas canciones tambien, alguno de aquellos primeros cigarros un poco a escondidas subido en aquella jirafa era otra de las novedades de aquellos años.
Y Llegaba la hora de parar a comer y otro ritual que le sacabas chispas, porque pasar hambre no se pasaba al menos Yo, pero si que había necesidad de alguna cosilla de capricho como podía ser un roaja de salchichón o chorizo Pamplonica, mira por donde posteriormente lo habría de comer muchas veces y conste que me sigue gustando un bocata de vez en cuando.
Una vez echado el jornal venia la vuelta a casa que volvía a repetir la imágenes de la mañana en el pilar, aquellos animales con el haz de ramón casi dando en el suelo, como si quisieran ir barriendo los caminos y calles, seguro que algún borreguillo o algún choto que se criaba para la fiesta, daría cuenta de el.
A sí pasaba un día de aquellos de corta tan habituales en nuestro Pueblo todos los años, una vez terminada la recolección de aceituna.
Amigos foreros con todo mi cariño un saludo
M. Nieto de M. Rasca