En el centro del pueblo, y aislados, en este paraíso interior, a la sombra del dulce árbol, la tarde cae perezosamente, se detiene el tiempo...
Al fondo de la blanca casa vemos al hombre que está leyendo, el hombre que lee, despues de un día de duro trabajo, disfruta de este remanso de paz.
Rodeadas del verde de tantas plantas, entre la abuela y la nieta se percibe ese hilo mágico del cariño que las une...
Y luego están los ojos que no se ven, los que observan esta maravillosa estampa... son los ojos de la artista, que de una manera sencilla y sensible nos transmite la belleza de este paraíso interior.
Al fondo de la blanca casa vemos al hombre que está leyendo, el hombre que lee, despues de un día de duro trabajo, disfruta de este remanso de paz.
Rodeadas del verde de tantas plantas, entre la abuela y la nieta se percibe ese hilo mágico del cariño que las une...
Y luego están los ojos que no se ven, los que observan esta maravillosa estampa... son los ojos de la artista, que de una manera sencilla y sensible nos transmite la belleza de este paraíso interior.