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JIMENA: Si señor Mariano muy bonito, como todas las historias...

Cosas de Mi Pueblo.
Aquellos veranos en las huertas que recuerdo de mi adolescencia.

Era un ritual irse a la huerta en los veranos de los años 60, aquellas donde se empezaba con la recogida de los albarillos, las ciruelas, las brevas, el pequeño vergel donde nunca faltaría los pimientos, los tomates, alguna habicholilla, por supuesto algún pepino y algún picante, también los había que echaban melones y sandias, los menos, eso sí alguna calabaza o cidra para el cabello de angel tampoco solía faltar.
Conforme pasaba el verano ya metidos en Agosto venían los higos alguna manzana y peros, para terminar con él a vareado de la noguera, la recogida de los zarzos, los higos aovados y las granas atadas en panochas de nuevo para Jimena.
Pero vayamos por partes, la colocación de los zarzos, era todo un ritual, bien sujetos con aquellos palos terminados en Y griega bien clavados para que no se caerían y mira que los muchachos nos recreábamos debajo para comer aquella miel dulce de los higos o las ciruelas que colgaban entre caña y caña, alguna vez al salir o entrar algún achuchón se llevaban y quedaban en tangerilletas, también recuerdo como llevábamos el cochino todavía chico que cuando volvía después de la fiesta no había forma de sacarlo de la zahúrda por la cantidad de kilos de albarillos, ciruelas, brevas, higos manzanas o peros y lo que se terciara que llevaban en el cuerpo porque mira que tenían buena boca los joios.
Quiero relataros aquellas tertulias cuando se juntaban varios vecinos de varias huertas casi siempre como es lógico las que lindaban, tengo hermosos recuerdos de la huertas de la calza en la de Sardinilla el guarda, o en la de Manuel cagaleta, donde iba con mis Padres, haya sentados a la fresca en aquellos patines recién regados a la caída de la tarde, con olores a campo a higuera, a don pedros o jazmines a tierra mojada por estar el riego, sobre todo aromas naturales típicas de ellas, presidiendo la tertulia en aquel patín con cuatro o cinco sillas chicas de enea, una botella de vino blanco algún tomate cortao a roajas con sal gorda un platillo de picantes frescos alguna tajailla de sangre con tomates, incluso ya cerca de la fiesta alguna aceitunilla larga machaca de las primeras, autentico manjar de nuestro Pueblo, aunque pobres y humildes siempre había algo pa echarse a la boca.

Se fomentaba la amistad, la familia, y sobre todo la buena vecindad se respiraba solidaridad, claro esto lo digo hoy, bastante sabía Yo entonces el significado de esta palabreja.
A la mañana con la fresca casi sin amanecer se oía el cantar de los gallos gran despertador para los hortelanos, que añadido a los cantos de los colorines tarines y canaleros y algún arcudón ponían música y melodías aquellos amaneceres veraniegos.
En mis últimos años en una huerta arrendada por Mi Tío Agustín el de Braulia haya debajo del cuartel y las protegidas las tertulias en la huerta de Pedro Linde o Martin el sereno las recuerdo con mucho cariño ya estaba próxima mi venida a Pamplona por primera vez, aunque luego volví para definitivamente marcharme como alguna vez os conté.
Estas huertas con sus casillas arregladas, muchas de una sola habitación donde en catres de tijera y colchones de farfollas dormíamos como los Ángeles, luces de candil o carburo como única luz y era suficiente, pues la noche que había luna cuando bajabas por esas vereas se veía como si fuera de día.
Huertas a veces llanas, otras en laeros, todas ellas arregladas, con los suelos y las pozas bien hechas, sus hierbas salvajes, como el amor de hortelano tan pegajoso el joio, la corregüela o las verdolagas, estas últimas había costumbre de echarle a los potajes, las siestas debajo del parral o la sombra de la higuera morisca o blanca, casi siempre acompañándote unas cuantas moscas, tan artizas como son, no quiero olvidarme de la jarra de agua o el porrón colgando en el parral sudando por el calor lo que hacía que su contenido estuviera tan fresquito.
La recolección de cualquiera de aquellos frutos era todo un acontecimiento, primero los albarillos, la breva o los higos el ir i venir de hombres mujeres animales por la vereas y caminos el oír de aquellos vecinos dando voces llamándose o dándose los buenos días también echar algún cante que los echaban y buenos, lo mismo Ellos que Ellas en fin estaban llenas de vida cada una de aquellas huertas.
Hoy son pocas las que tienen vida de noche, aunque debo reseñar una la de Mi primo Paco y Cati la del Quico, este matrimonio ejemplar mantienen la tradición a rajatabla y doy fe de ello por haber estado alguna noche echando una liga con Ellos, desde esta líneas les manifiesto mi cariño y el de mi familia.
Por último con estos recuerdos de mi infancia de los que jamás renunciare por ser una época muy feliz de mi vida, os deseo que paséis un buen verano haya donde os encontréis, si además es en Jimena mejor que mejor disfrutarlo.
Un saludo.
M. Nieto de M. Rasca.
29/07/2011

Si señor Mariano muy bonito, como todas las historias que nos cuentas. Creo que todos los que un dia nos fuimos de Nuestra querida Jimena recordamos dia a dia esto y muchas cosas mas.
Mis hijos me dicen ¿que si me aburria? ¿que que hacia?. y yo les digo que tuve una infancia muy feliz.
Todo el dia en la calle jugando. Porque en mi calle habia muchos muchachos por entonces y eso que era la unica calle que pasaban coches. Nos saliamos a jugar los de Manolito, los de Lete, Cayetano, la pisqui, los de los gallos y un sinfin.
Que no me quiero liar.
Un saludo