Hola prima: cuidado con excederte, no ta vaya a pasar lo mismo que me sucedió a mí con las benditas gachas; desde que me dí aquel atracón, ¡hace tantos años!, pero hasta el sol de hoy, en las pocas oportunidades que mi madre hacía gachas, apenas me llevaba una cucharada a la boca, inmediatamente... ¡el estómago las rechazaba!. Me alegro por tu residencia en
España. Pronto te envío un
correo. Besos