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JIMENA: Bueno en todos sitios no cuecen las habas de la misma...

Encarnación Montilla vivía en una casita de la calle Cárcel, no recuerdo si era soltera o viuda, pero sí que vivía sola.
Su pequeño negocio consistia en vender petróleo, cigarrillos y carbón.
A la caída de la tarde de aquel frío invierno, Reme que era su sobrina, y yo, atravésabamos la diminuta puerta, nos sentábamos en unas sillas de enea alrededor de la mesa camilla y esperábamos impacientes que termminara su tarea, entonces entornaba la puerta y se producia aquella maravillosa litúrgia, exactamente igual cada día... En una pequeña palangana blanca se lavaba las manos, a veces enengrecidas por el carbón, se las secaba en su mandil de rayas blancas y negras, se atusaba su cabello canoso y rizado recojido en un moño, se ponía su toquilla de lana negra, se servía un poquito de anís en una copita muy pequeña... y entonces llegaba el momento más emocionante para mi... de un antiguo aparador de madera preciosamente tallada sacaba su tesoro... un gran libro, para la niña que yo era entonces tener un libro era tener un tesoro.
El libro estaba encuadernado de piel negra y brillante, y en letras doradas podía leerse: "Genoveva de Bravante".
Su cara redonda con mofletes sonrosados se alegraba, al colocarse sus gafitas redondas sus dulces ojos azules se hacían más grandes, comenzaba a leer y de su boca salía una voz muy dulce.
Para avivar nuestra imaginación el libro tenía unas ilustraciones preciosas.
... Y así cada tarde fuimos conociendo las aventuras, mejor dicho: desventuras, de Genoveva de Bravante.
... de como el malvado Golo la acusa falsamente, y conocimos el bosque donde tuvo que huir con su hijo pequeño, y lloramos amargamente; y reímos cuando sobrevivieron en una cueva con la ayuda de una corza... y al final fuimos felices cuando su marido, Siegfried, consigue rescatarlos.
Recuerdo el nombre de Encarnación con cariño, su nombre siempre ligado al de GENOVEVA DE BRAVANTE.

Muy bonito relato.
yo recuerdo un cuento de mi abuela, en las noches frías, oscuras, tristes, sentadas alrededor de la mesa camilla contandome cuentos, historias, canciones, retailas, etc.
Uno decía:
.-" Demonio vieja, ¿Que tienes?
.- Frio
.- Pues arrimate a la lumbre.
.-! No, que me va a morder el perro.!

Hola Manolito: cuantas historias contadas por nuestros abuelos... y hoy la que cuenta las historias soy yo... yo soy la abuela.
Un beso.

Bueno en todos sitios no cuecen las habas de la misma forma, a mí me dicen ¡Ay abuelo que cansoso eres, siempre contando historias!