Cosas de Mi Pueblo.
Hoy día de reyes y en mis manos un libro, evocándome recuerdos, sensaciones, olores y paisajes maravillosos, mis manos se van hacia el teclado pidiéndome que escriba algo sobre los que estos encuentros y recuerdos me dicen.
Y solo tengo que empezar, son parte de mi vida, aquella la que tantas noches recuerdo, de la mano de Mi abuelo camino de la Calle Bella a mi lado Martinico el rubio, cruzamos el arco y no puedo evitar pararme en el pequeño escaparate de Andresico el Artista, Mi Abuelo me repite una y otra vez ¡Nene no te pares si ya lo tienes más que visto ¡todavía sigue lleno de pelotas de goma, muñecas, pizarrines Alpino, estuches, algún cine Exín y por supuesto una caja con los juegos reunidos, algo difícil de alcanzar para muchos de nosotros las economías familiares no podían permitírselo, pero seguro que algo echarían, enfilamos la calle de la Iglesia, hace frio Ellos envueltos en su pelliza negra y la gorrilla, Yo con mi abrigo hecho por Manolo y mi tapabocas y me repite una y otra vez ¡Nene tapate bien la boca a ver si coges frio ¡ya nadie por las calles solo los que bajan de ligar como nosotros, bueno sí, algún mocico que sale de ver a su novia, no recuerdo muy bien si es de casa de Andrés parra o de alguna otra cerca de las cuatro esquinas.
Continuo leyendo el libro y no puedo dejar de emocionarme al ver el pilar de las cuatro esquinas, cuantas botijas llene, cuantas veces fui a dale de beber a la borrica blanca que tenía Mi Abuelo, también me pico más de una avispa y por supuesto en verano era punto de referencia para refrescarme, la ducha o la bañera no existía al menos en mi casa y había que apañarse con unas cuantas garfas o con un baño en alguna alberca.
Callejones estrechos llenos de macetas de claveles y esparragueras, geraños y alelíes y el bidón con el jazmín que impregnaba con su olor toda la calle al anochecer, vecinos en las tertulias de la noche, apenas hay alguna televisión como mucho se deja escuchar alguna radio en la que continuamente echan discos dedicados hay veces que de tanta gente como sale a la fresca es difícil pasar si alguien no se levanta previamente.
Los escalones del potro son un hervir de muchachos y muchachas jugando al escondite por la calle el cerrillo o el callejón de Segundo, autenticas patuleas esas calles estaban llenas de vida y hoy vuelvo a verlas así cuando veo los dibujos de este libro, me niego a verlas vacías! no ¡Yo puedo poner a cada una de sus vecinas o vecinos tal como los tengo en mi memoria y así quedaran para siempre.
Veo sus fachadas y las recuerdo blancas, como aquel mantel que ponía el cura en el altar para celebrar la misa, aquellas maquinas y sus blanqueaores dándole una y otra vez, atadas su boquilla a unas caña o dos para poder alcanzar el alero del tejado por donde salía el blanco liquido.
Albañiles haciendo obras en las casas, artesas para amasar el yeso que dos borricos dejan todos los días amontonaos y pegaos junto a la pared.
La subida a las cuevas es otra imagen difícil de olvidar, era como un gran barrio, lleno de vida con sus patines limpios y regados y sus tertulias al anochecer al fresquito que se dejaba caer de la sierra, quizá con muchas necesidades pero aquellos niños y niñas eran igual de felices que los que vivían en la Calle Nueva o la Calle Parras o cualquier otra.
Miro la Calle Parras, Juana Mari muy bien dice que su vida está allí, Yo le alabo el buen gusto que ha tenido al saber bien elegir, la felicidad es algo difícil de conseguir, pero si estas rodeada de los que te quieren a Ti, casi tienes asegurado ser un poquito feliz.
Voy a dejar de mirarlo porque me tengo que ir, quiero ver la cabalgata y emocionarme de nuevo viendo a mis nietos vivir.
M. Nieto de M. Rasca
Hoy día de reyes y en mis manos un libro, evocándome recuerdos, sensaciones, olores y paisajes maravillosos, mis manos se van hacia el teclado pidiéndome que escriba algo sobre los que estos encuentros y recuerdos me dicen.
Y solo tengo que empezar, son parte de mi vida, aquella la que tantas noches recuerdo, de la mano de Mi abuelo camino de la Calle Bella a mi lado Martinico el rubio, cruzamos el arco y no puedo evitar pararme en el pequeño escaparate de Andresico el Artista, Mi Abuelo me repite una y otra vez ¡Nene no te pares si ya lo tienes más que visto ¡todavía sigue lleno de pelotas de goma, muñecas, pizarrines Alpino, estuches, algún cine Exín y por supuesto una caja con los juegos reunidos, algo difícil de alcanzar para muchos de nosotros las economías familiares no podían permitírselo, pero seguro que algo echarían, enfilamos la calle de la Iglesia, hace frio Ellos envueltos en su pelliza negra y la gorrilla, Yo con mi abrigo hecho por Manolo y mi tapabocas y me repite una y otra vez ¡Nene tapate bien la boca a ver si coges frio ¡ya nadie por las calles solo los que bajan de ligar como nosotros, bueno sí, algún mocico que sale de ver a su novia, no recuerdo muy bien si es de casa de Andrés parra o de alguna otra cerca de las cuatro esquinas.
Continuo leyendo el libro y no puedo dejar de emocionarme al ver el pilar de las cuatro esquinas, cuantas botijas llene, cuantas veces fui a dale de beber a la borrica blanca que tenía Mi Abuelo, también me pico más de una avispa y por supuesto en verano era punto de referencia para refrescarme, la ducha o la bañera no existía al menos en mi casa y había que apañarse con unas cuantas garfas o con un baño en alguna alberca.
Callejones estrechos llenos de macetas de claveles y esparragueras, geraños y alelíes y el bidón con el jazmín que impregnaba con su olor toda la calle al anochecer, vecinos en las tertulias de la noche, apenas hay alguna televisión como mucho se deja escuchar alguna radio en la que continuamente echan discos dedicados hay veces que de tanta gente como sale a la fresca es difícil pasar si alguien no se levanta previamente.
Los escalones del potro son un hervir de muchachos y muchachas jugando al escondite por la calle el cerrillo o el callejón de Segundo, autenticas patuleas esas calles estaban llenas de vida y hoy vuelvo a verlas así cuando veo los dibujos de este libro, me niego a verlas vacías! no ¡Yo puedo poner a cada una de sus vecinas o vecinos tal como los tengo en mi memoria y así quedaran para siempre.
Veo sus fachadas y las recuerdo blancas, como aquel mantel que ponía el cura en el altar para celebrar la misa, aquellas maquinas y sus blanqueaores dándole una y otra vez, atadas su boquilla a unas caña o dos para poder alcanzar el alero del tejado por donde salía el blanco liquido.
Albañiles haciendo obras en las casas, artesas para amasar el yeso que dos borricos dejan todos los días amontonaos y pegaos junto a la pared.
La subida a las cuevas es otra imagen difícil de olvidar, era como un gran barrio, lleno de vida con sus patines limpios y regados y sus tertulias al anochecer al fresquito que se dejaba caer de la sierra, quizá con muchas necesidades pero aquellos niños y niñas eran igual de felices que los que vivían en la Calle Nueva o la Calle Parras o cualquier otra.
Miro la Calle Parras, Juana Mari muy bien dice que su vida está allí, Yo le alabo el buen gusto que ha tenido al saber bien elegir, la felicidad es algo difícil de conseguir, pero si estas rodeada de los que te quieren a Ti, casi tienes asegurado ser un poquito feliz.
Voy a dejar de mirarlo porque me tengo que ir, quiero ver la cabalgata y emocionarme de nuevo viendo a mis nietos vivir.
M. Nieto de M. Rasca