JIMENA: ¿me estás diciendo que te ries de mi?

La plaza estaba, como decían aquellos humoristas, abarrotada, no se podía entrar, me refiero a la Puerta del Sol de Madrid, jamás había visto allí tanta gente desde que desalojaron a los del 15 M, mientras que aquellos pensaban en un mundo mejor, estos, literalmente, se lo estaban bebiendo, en litronas de cerveza, se lo estaban comiendo, metido en bocadillos de calamares, y muchos otros lo estaban consumiendo, si, en los grandes almacenes y tiendas, es otra forma de consumir el mundo, que por otra parte parece mentira con la que está cayendo.
Cientos, yo diría que miles, de paquistaníes estaban en la calle vendiendo volanicos con luces azules, los lanzaban al viento con una especia de tirachinas y había que tener cuidado que no te dejaran cegato, o por lo menos te dejaran el ojo a la virule.
Testigo de todo esto era una cestita de mimbre, que se encontraba en una esquina, conteniendo palulu, paloduz, paloluz, palo-dulce, o como lo llaman otros regaliz, la cestita no estaba sola, evidentemente, desde hace unos años en cualquier esquina de la zona te encontrabas portando esa cesta a un señor mayor, anciano diría yo, siempre le compraba un ataillo de palulu, no era para mi, me cansa estar todo el rato chupa que chupa, como diría Marianico me resulta cansoso, el palulu se lo regalaba a un amigo, paisano nuestro, este ya cada vez que me veía los lunes me lo pedía directamente.
Estas navidades la cestita no estaba adosada al anciano, o el anciano no estaba adosado a la cesta, esta vez había una señora, por la edad podría ser hija del anterior portador, la cual sin dar ni una voz estaba vendiendo el paloduz.
Se encontraba en una esquina haciéndole la competencia a un bar del Jamón, difícil competencia, y a la pastelería esa donde siempre quedamos los de fuera, donde las napolitanas, estuvimos alrededor suyo casi una hora, esperando a unos amigos que no saben como se pone esto en Navidad, se acercaron a ella unos padres con los niños, estos querían saber que vendía, y los mayores los retiraron al grito de dejaros de guarrerias, textual, la señora de la cesta los miró y ni se inmutó, me imagino que ya estará acostumbrada, otro niño consiguió de sus progenitores que le compraran un ataillo, los vendía a un euro, y el padre se lo quitó y cogió un trozo de palo, de unos veinte centímetros y gordo, mas seco que el ojo de un tuerto, pero la avaricia es así, desde luego el palo tenia una salud que ya la querríamos muchos, a lo mejor era el uso que le iban dar, yo le compre, le pregunte que cuanto y me dijo que un euro un ataillo y uno cincuenta dos, cogí dos y le día dos euros, la señora apenas me dijo nada solo hizo un ademán con la cabeza como asintiendo.
La hora que estuvimos junto a ella apenas vendió mas, yo creo que nada, el bar del Jamón estaba a reventar, los grandes almacenes llenos, entre tanto lujo y oropel, esta señora y su cestita le daban un toque de humanidad a una Navidad que parece que no lo tiene, ahora sobre todo nos gustan las cosas nuevas, brillantes y tersas, como si lo demás lo tuviéramos que tirar o esconder, así nos pasa con muchas cosas y sobretodo con muchos mayores, pero…….. con un poco de suerte nosotros mañana seremos así y ya veremos si hay alguien que nos compre una trocito de palulu para seguir tirando.
Una amiga de todos me ha pedido que le alegrara la mañana y yo creo que se la he arruinado, pero esto es así y así se lo he contado.
Besos.
Pedro.

Me lo has puesto tan difícil que me has hecho pensar si cuando sea mayor he de irme a esa esquina o a la contraria para hacerle la competencia a la señora, en todo caso, yo llevaré "majoletas y almencinas", pero con el "canuto" incluido para los "güesos", seré cauto en el precio y seguro que tendré éxito, la verdad es que la necesito ya que en la Notaría no me dejan venderlas.

Hombre Paquillo que Madrid es muy grande para irte a la acera de enfrente, aquí hay esquinas para todos, para ti también por supuesto.
Otra cosa o has cambiado mucho o no eres tu el que escribe, porque si pones que seras cauto, en el precio, ya no nos vales, tu tienes que seguir como hasta ahora, osea lo contrario, sino no seras el Palomero, no, no, tu sigue siendo incauto y malo, te irá mejor, te recuerdo el chiste del consejo de una madre a su hija, le dice hija mia las chicas buenas suben al cielo pero las malas, ay las malas, esas van a donde les da la gana.
Respecto a que no te dejen vender en la Notaría no me extraña, al precio que lo cobrais todo si encima les ofreces unas majoletas o unas memencinas, aunque sean baratas, te pueden dar una buena, ademas el Notario no puede firmar en el papel de estraza.
Bueno tu que me alegro de hablar contigo, y con los demás también, el Rafa desde que le dije que le iba a comprar un saco de pastillitas azules es mas amigo mio, bueno la verdad es que siempre lo ha sido.
Salud.
Pedro.

Pero si yo hace tiempo que dejé de ser El Palomero, ahora solo soy "palomero", he cambiado de aficción, dado que de otras no entiendo ni "papa", ahora solo me dedico al vuelo y al trabajo de tejado, de vez en cuando tengo que hacer de veterinario, como en estos días, estoy detrás de curarle el asma y los mocos a un palomo, y no veas lo dificil que es limpiarle las narices, no se está quieto, enfin estoy sufriendo un poco pero lo voy sacando adelante, ya ni tose y además cierra el pico a ratos, eso es porque no se ahoga, ya pondré una foto cuando esté curado del todo.

Ves Paquillo ya has conseguido del palomo mas que nosotros con Palomero, cerrarle el pico alguna vez.

A mi es muy fácil cerrarme el pico, con solo no tener sentido del humor el contrincante enseguida lo cierro yo solo, solo me hacen gracia las personas que nos reimos de nosotros mismos para reirnos todos juntos, incluso de los demás.

¿me estás diciendo que te ries de mi?
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Nunca llegué a pensar que fueses tan sensible, no te alarmes, desalarmate, las armas solo para cuando las necesites.
Con esto me estás recordando un chiste que oí ayer del inconmesurable y tristemente desaparecido Eugenio (que bien me ha quedado).
- Un señor grita dentro de un charco desesperadamente: ¡Que me ahogo, que me ahogo!.
-Otro desde la orilla le responde: ¡llora, llora!
- Pero si es que me ahogo, que me ahogo, le inquiere el primero.
- Pues por eso llora, llora, le responde el segundo.
- Pero ¿para qué?, desesperadamente le dice el casi moribundo.
- ¡Coño, pues para que te desahogues, coño, para que va a ser! le responde el presunto benefactor ... (ver texto completo)