Nene, la pomada de los sabañones se vendería a espuertas, porque en Mi casa hasta que no llegamos a Pamplona y hacia doble de frio que en Jimena parecían familiares nuestros, no había forma de quitárselos de encima.
La Madre que los pario, como picaban las manos y las orejas.
Mariano
La Madre que los pario, como picaban las manos y las orejas.
Mariano
¡Jo dios! y yo en los talones, sería de las albarcas.