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RECORDANDO A:
TIRSO DE MOLINA
(1584 – 1648)

Tirso de Molina, cuyo nombre real era Gabriel Téllez, nació en Madrid. Según algunos, fue hijo (ilegítimo) del duque de Osuna. De joven ingresó en la Orden de la Merced y pronto fue trasladado a América. Pero duró muy poco tiempo ahí, puesto que, después de dos años, lo vemos en Toledo, en donde vivió la mayor parte de su vida.

Al nombrar a Tirso de Molina de inmediato nos viene a la mente lo del drama del Siglo de Oro español. Para ello no tenemos más que mencionar dos de sus dramas muy reconocidos en el mundo de las letras: El Burlador de Sevilla y El condenado por desconfiado.

En un momento dado, Tirso fue criticado por sus hermanos de hábito, porque algunos de sus dramas trataban temas demasiado "humanos". Más tarde, en el Consejo de Castilla, se le prohibió escribir totalmente, por las mismas razones. Pero dicen los críticos que, a pesar de ello, continuó sigilosamente escribiendo.

Una de las características que distingue a Tirso del resto de sus colegas es, a pesar de ser fraile, el estudio psicológico que hace de la mujer. En general, cuando aparecen mujeres, que es muy común, el dramaturgo las perfila con mucha exactitud. Por otra parte, parece que no tiene inconveniente en vestirlas, a veces, con atavíos masculinos.

No solamente en sus dramas encontramos las magníficas cualidades literarias de este gran escritor, sino también en su poesía. Sus características principales podrían resumirse brevemente diciendo que Tirso es siempre muy mesurado, profundo en sus conceptos, con frecuencia tiende al humor sutil, pero siempre agradable y nunca hiriente.

Su poesía, incluso, casi siempre aparece formando parte de sus obra de teatro. Practicó y escribió en todas, o casi todas, las formas poéticas de su tiempo, tanto populares, o de "arte menor", como las más complejas, representativas del "arte mayor". Tiene varios "Certámenes" poéticos, mayormente de contenido religioso, pero llenos de humor y fina ironía.

Fuente: Los poetas. com.