POSTAL DE NAVIDAD.
Para los que siguen ahí contra todo pronóstico, para los que ya han quemado el último cartucho, para los que tienen hambre y sed de justicia, para quienes no han tirado la toalla, para los que siguen sembrando esperanza, para los que sin rencor perdonan siempre, y a todos, para los que se levantan una y mil veces de sus cenizas, para los corredores de fondo, para los que miran al cielo dada mañana para los que no se doblegan por crisis ni mercados, para los que aprenden de sus errores, para quienes no necesitan de atajos ni pelotazos para vivir, para quienes lo esencial sigue siendo invisible a los ojos, para los forjadores de la paz para los constructores de la justicia, para los trovadores de la verdad, para quienes te arrancan una sonrisa y te tienden la mano, para los que viven prendidos de su primer amor, para los que no buscan la fama sino la eternidad, para quienes dicen lo que piensan y hacen lo que dicen, para quienes además de cantar canciones de amor hacen del amor una canción, para los Quijotes de las causas y los Pepito Grillo de todas las conciencias, para los bondadosos Gepettos de todas las historias, para los que se sienten liberados de todos los miedos, para los que apuestan por la globalización de la decencia, para quienes saben que valen más allá de los que tienen, para los voluntarios de las causas nobles, para quienes viajan desnudos de equipaje por el devenir de su historia.
Para todas las victimas colaterales de esta guerra a la esperanza, para los que perdieron el brillo de la ilusión en las cuestas escarpadas de este año que termina, para quienes padecen la añoranza del ser querido que marchó, para los malheridos pacientes de todas las dolencias físicas y espirituales, para los que permanecen presos e irredentos en todo tipo de cárceles, para los inmigrantes sin sanidad y sin papeles, para los desahuciados por el sistema, para los parados estructurales y coyunturales, para el vecino que apenas saludas, para el tendero de la esquina que está a punto de cerrar, para las cajeras del súper y el camarero que te sirve el café cada día, para el que malvive entre cartones, para el excluido que no sale en la foto ni en los informativos ni sabe de estadísticas, para el abuelo del parque y el niño del columpio, para los que perdieron la extra, para quienes ya no encuentran razones ni motivos. Por cada uno de vosotros, desde la complicidad de este pequeño rincón del mundo en el que se escucha el ritmo de vuestros latidos, desde esta trinchera compartida en la que se reflejan limpias vuestras miradas y se alzan nítidas vuestras voces, coloco una estrella en el árbol de mi corazón, en el portal de mis mejores deseos. Para todos vosotros, sin aditivos ni conservantes, FELIZ NAVIDAD.
Manuel CAYETANO.
Para los que siguen ahí contra todo pronóstico, para los que ya han quemado el último cartucho, para los que tienen hambre y sed de justicia, para quienes no han tirado la toalla, para los que siguen sembrando esperanza, para los que sin rencor perdonan siempre, y a todos, para los que se levantan una y mil veces de sus cenizas, para los corredores de fondo, para los que miran al cielo dada mañana para los que no se doblegan por crisis ni mercados, para los que aprenden de sus errores, para quienes no necesitan de atajos ni pelotazos para vivir, para quienes lo esencial sigue siendo invisible a los ojos, para los forjadores de la paz para los constructores de la justicia, para los trovadores de la verdad, para quienes te arrancan una sonrisa y te tienden la mano, para los que viven prendidos de su primer amor, para los que no buscan la fama sino la eternidad, para quienes dicen lo que piensan y hacen lo que dicen, para quienes además de cantar canciones de amor hacen del amor una canción, para los Quijotes de las causas y los Pepito Grillo de todas las conciencias, para los bondadosos Gepettos de todas las historias, para los que se sienten liberados de todos los miedos, para los que apuestan por la globalización de la decencia, para quienes saben que valen más allá de los que tienen, para los voluntarios de las causas nobles, para quienes viajan desnudos de equipaje por el devenir de su historia.
Para todas las victimas colaterales de esta guerra a la esperanza, para los que perdieron el brillo de la ilusión en las cuestas escarpadas de este año que termina, para quienes padecen la añoranza del ser querido que marchó, para los malheridos pacientes de todas las dolencias físicas y espirituales, para los que permanecen presos e irredentos en todo tipo de cárceles, para los inmigrantes sin sanidad y sin papeles, para los desahuciados por el sistema, para los parados estructurales y coyunturales, para el vecino que apenas saludas, para el tendero de la esquina que está a punto de cerrar, para las cajeras del súper y el camarero que te sirve el café cada día, para el que malvive entre cartones, para el excluido que no sale en la foto ni en los informativos ni sabe de estadísticas, para el abuelo del parque y el niño del columpio, para los que perdieron la extra, para quienes ya no encuentran razones ni motivos. Por cada uno de vosotros, desde la complicidad de este pequeño rincón del mundo en el que se escucha el ritmo de vuestros latidos, desde esta trinchera compartida en la que se reflejan limpias vuestras miradas y se alzan nítidas vuestras voces, coloco una estrella en el árbol de mi corazón, en el portal de mis mejores deseos. Para todos vosotros, sin aditivos ni conservantes, FELIZ NAVIDAD.
Manuel CAYETANO.