He logrado entrar a los videos Framuga50 y acabo de darme un banquete con éllos. Todos me han encantado, pues el sólo hecho de ver algo de mi tierra y a mis paisanos, eso, para mi, es sumamente significativo. Sin embargo el de la exposición sobre "la vida en las huertas...", ese, de verdad, me ha "tocado" por varias razones: he disfrutado, enormemente, oir las voces de las personas que allí se encontraban, entre éllas, además de la voz de Luisa, Francisco y otras personas que no reconocí, creí oir y reconocer la voz de Mary (la mujer de mi primo Diego), a pesar de que en el video no aparece, sí creo que por allí estaría. Por cierto, quiero hacerles llegar mis felicitaciones a éllas, por su esmero y esfuerzo en mantener "viva" la herencia cultural de nuestro pueblo, ¡qué hermoso y loable trabajo!. Por otra parte, la grabación está hecha lo suficientemente "poco a poco", para poder recrearme con cada objeto que veía, ¡cuántos recuerdos, que estaban en la "trastienda", llegaron a mi mente!... y con los objetos, me llegaba una anécdota... Al ver el "lebrillo", me recordé la forma en que se lavaba el "vedriao" ¿lo dije bien? (es que no tengo a mi madre cerca, para que me rectifique la pronunciación). La anécdota que se hizo presente con este ob
... disculpen, este "coroto" es más rápido que mis dedos en sus teclas... continúo:
Al ver el lebrillo, recordé un día que estábamos comiendo en la cocina de mi casa, y mis hermanas, Paky y More, siempre se sentaban encima de una especie de baul, (bastante alto para el tamaño de éllas), que había cerca de la mesa. Al lado de ese baul, estaba el rincón donde mi madre ubicaba el "lebrillo", por cierto, en aquel momento, el lebrillo tenía algunos platos, listos para lavar. Bueno, el cuento es que mis hermanas, siempre juguetonas, empezaron a empujarse y More cayó de cabeza directa al bendito lebrillo. Rompió el lebrillo, rompió algunos platos, pero... ¡élla salió completamente ilesa de semejante trancazo!. Mi madre, después de ver que no le había sucedido nada, confirmó lo que siempre le decía cuando se ponía terca: "nena, qué cabeza más dura vas a ser..."
Igualmente, cuando ví el farolito, por cierto, ¿lograron colgarlo en la pared? (me encantó la naturalidad del "ir y venir" de todas, buscando las cosas). Decía, que el farolito me recordó una ocasión, cuando habíendo estado pasando el día en la casería de Don Idelfonso, donde mi tía Juana y mi tío Diego eran los caseros, mi madre decidió venirse al pueblo, ya bastante entrada la noche. Realmente no recuerdo el por qué no nos podíamos quedar a dormir en la huerta (seguro que mi mamá podría refrescarme esto, pero no puedo llamarla ahorita por teléfono, pues es muy tarde). Lo que sí recuerdo, perfectamente, es que aquel día era un día festivo y que había llovido torrencialmente. El caso es que, siendo una noche tan oscura, mi tío Diego, con "farolito en mano", nos acompañó hasta casi empezando el paseo, donde se suponía, él se regresaba a la huerta y nosotras caminaríamos hasta la casa, ya con la luz del pueblo. Sin embargo, en el pueblo se había ido la luz, tal vez como consecuencia de la tormenta, por lo que el resto del camino, pendiente de transitar, estaba, igualmente, en total oscuridad. Ante esta situación, mi tío, con el brazo levantado, manteniendo aquel farolito cual si fuese un "faro marinero", se quedó clavado en aquel lugar, tratando, con su mejor y buena voluntad, de iluminarnos el camino hasta la casa. Me parece, no sólo verlo, sino oirlo preguntándonos: "- ¿vais bien?... ¿cómo vais..." Por supuesto, ya la sencilla llama de aquel sencillo farolito, no nos iluminaba, pero su voz, aún en la distancia y en aquella horrible noche, (así la recuerdo), nos sirvió de protección..., de seguridad...
Y así se han hecho presentes, en este momento que acabo de ver el video, otras anécdotas, como es el caso de la "piedra de lavar" ¡parece verme acompañando a mi mamá al lavadero..., las mujeres tendiendo la ropa en las matas de mora que habían por allí..., las flores de pitiminí que se conseguían "camino del matadero"... tantas y tantas cosas... Pero, creo que debo ponerle punto final a esto. Hoy ha sido un día agotador y además, son casi las dos de la madrugada y me muero de sueño. Por otra parte, creo que me dejé llevar por la emoción, de ver ¡tantos objetos que representan cosas significativas de una parte mi vida! y no he pensado lo fastidiosa que debo resultar con semejante escrito. Discupas pido al que así piense.
Un abrazo y feliz día a los que deben estar a punto de levantarse, o quizás ya hayan tomado su cafecito mañanero. Yo les digo: buenas noches...
Al ver el lebrillo, recordé un día que estábamos comiendo en la cocina de mi casa, y mis hermanas, Paky y More, siempre se sentaban encima de una especie de baul, (bastante alto para el tamaño de éllas), que había cerca de la mesa. Al lado de ese baul, estaba el rincón donde mi madre ubicaba el "lebrillo", por cierto, en aquel momento, el lebrillo tenía algunos platos, listos para lavar. Bueno, el cuento es que mis hermanas, siempre juguetonas, empezaron a empujarse y More cayó de cabeza directa al bendito lebrillo. Rompió el lebrillo, rompió algunos platos, pero... ¡élla salió completamente ilesa de semejante trancazo!. Mi madre, después de ver que no le había sucedido nada, confirmó lo que siempre le decía cuando se ponía terca: "nena, qué cabeza más dura vas a ser..."
Igualmente, cuando ví el farolito, por cierto, ¿lograron colgarlo en la pared? (me encantó la naturalidad del "ir y venir" de todas, buscando las cosas). Decía, que el farolito me recordó una ocasión, cuando habíendo estado pasando el día en la casería de Don Idelfonso, donde mi tía Juana y mi tío Diego eran los caseros, mi madre decidió venirse al pueblo, ya bastante entrada la noche. Realmente no recuerdo el por qué no nos podíamos quedar a dormir en la huerta (seguro que mi mamá podría refrescarme esto, pero no puedo llamarla ahorita por teléfono, pues es muy tarde). Lo que sí recuerdo, perfectamente, es que aquel día era un día festivo y que había llovido torrencialmente. El caso es que, siendo una noche tan oscura, mi tío Diego, con "farolito en mano", nos acompañó hasta casi empezando el paseo, donde se suponía, él se regresaba a la huerta y nosotras caminaríamos hasta la casa, ya con la luz del pueblo. Sin embargo, en el pueblo se había ido la luz, tal vez como consecuencia de la tormenta, por lo que el resto del camino, pendiente de transitar, estaba, igualmente, en total oscuridad. Ante esta situación, mi tío, con el brazo levantado, manteniendo aquel farolito cual si fuese un "faro marinero", se quedó clavado en aquel lugar, tratando, con su mejor y buena voluntad, de iluminarnos el camino hasta la casa. Me parece, no sólo verlo, sino oirlo preguntándonos: "- ¿vais bien?... ¿cómo vais..." Por supuesto, ya la sencilla llama de aquel sencillo farolito, no nos iluminaba, pero su voz, aún en la distancia y en aquella horrible noche, (así la recuerdo), nos sirvió de protección..., de seguridad...
Y así se han hecho presentes, en este momento que acabo de ver el video, otras anécdotas, como es el caso de la "piedra de lavar" ¡parece verme acompañando a mi mamá al lavadero..., las mujeres tendiendo la ropa en las matas de mora que habían por allí..., las flores de pitiminí que se conseguían "camino del matadero"... tantas y tantas cosas... Pero, creo que debo ponerle punto final a esto. Hoy ha sido un día agotador y además, son casi las dos de la madrugada y me muero de sueño. Por otra parte, creo que me dejé llevar por la emoción, de ver ¡tantos objetos que representan cosas significativas de una parte mi vida! y no he pensado lo fastidiosa que debo resultar con semejante escrito. Discupas pido al que así piense.
Un abrazo y feliz día a los que deben estar a punto de levantarse, o quizás ya hayan tomado su cafecito mañanero. Yo les digo: buenas noches...
Ana es fácil emocionarse,
cuando el sentimiento lleva,
aquellos años felices,
que pasaste en nuestra tierra.
Un día en aquellas huertas,
con olores tan cercanos,
de matas de reluciánganos,
de rosales y geraños.
Acequias cascabelean,
llevando sus frescas aguas,
van regar los vergeles,
de berenjenas moradas.
Las pozas de las higueras,
con medias lunas de plata,
hacen descansar tus aguas,
penetrando en sus panzas.
Que tiempo tan sosegado,
hace de tu huerta un lago,
que en sus silencios nocturnos,
algún amor cultivaron.
Ribazos y largas veredas
dicen adiós a tu paso,
perejilejos y romanzas,
palmean ese buen garbo.
Al fresco de una mañana,
o a la caída la tarde,
sientes lo bello que es,
a tus huertas asomarse.
Aquello que Tu recuerdas,
de aquella niñez lejana,
si se erizan los cabellos,
son Tus sentimientos Ana.
Un saludo.
M. Nieto de M. Rasca.
3/02/2013
cuando el sentimiento lleva,
aquellos años felices,
que pasaste en nuestra tierra.
Un día en aquellas huertas,
con olores tan cercanos,
de matas de reluciánganos,
de rosales y geraños.
Acequias cascabelean,
llevando sus frescas aguas,
van regar los vergeles,
de berenjenas moradas.
Las pozas de las higueras,
con medias lunas de plata,
hacen descansar tus aguas,
penetrando en sus panzas.
Que tiempo tan sosegado,
hace de tu huerta un lago,
que en sus silencios nocturnos,
algún amor cultivaron.
Ribazos y largas veredas
dicen adiós a tu paso,
perejilejos y romanzas,
palmean ese buen garbo.
Al fresco de una mañana,
o a la caída la tarde,
sientes lo bello que es,
a tus huertas asomarse.
Aquello que Tu recuerdas,
de aquella niñez lejana,
si se erizan los cabellos,
son Tus sentimientos Ana.
Un saludo.
M. Nieto de M. Rasca.
3/02/2013