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JIMENA: Hoy voy a consolar a mi hermano con una "patas con...

LOS DOMINGOS POR LA TARDE, PESE AL FÚTBOL, NO OS ABANDONO. (Por Luisnmarín)

¡Amigos del Foro!:

En primer lugar, aunque con ligero retraso, quisiera dar las gracias a todos los que se han “interesado” por la evolución del “Nuevo Aquiles”. En mi niñez, una de las primeras cosas que oí decir a mi madre fue aquello “de bien nacidos es ser agradecidos”. Después, a lo largo de incontables lecturas he aprendido muchas cosas más sobre el agradecimiento. Os las dedico a vosotros, tanto a los que han dejado constancia por escrito, como a los que desde su “pasividad” ágrafa también sé que han seguido mi Odisea particular.

Decía Cicerón que “la gratitud no es sólo la más grande de las virtudes sino la madre de todas las demás”. Quizás, por eso, podemos decir que aquellos que no son agradecidos esconden en el fondo del pozo de sus sentimientos su falta de humildad. Recordad que "siempre debemos ser agradecidos con los que nos tienden la mano para cruzar el charco, jamás se sabe lo profundo que puede llegar a ser". Igualmente, nunca dejemos de dar las gracias, aunque la confianza te haga suponer que sobran. Hay muchas personas que prefieren pasar desapercibidas a la hora de los agradecimientos, seguramente, a ellas, pretende recordar un sabio proverbio de origen tunecino: “Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pié del candíl que, constante y paciente, la sostiene en la penumbra.

Ya he aprendido que la impaciencia es mala compañía:“Hay que vigilar el cirio, que la procesión es larga”. Así que igualmente aprecio, las numerosas palabras de aliento que he recibido para sobrellevar sin “neuras” mi limitada movilidad. Cuando nos sentimos desanimados, unas palabras de aliento suelen ser una buena manera de alegrarnos. Es la mejor forma, pues una frase de motivación es capaz de iluminarnos el día con sólo escucharla. Es gratificante escuchar: “Si necesitas aliento para continuar, recuerda que junto a mi lo podrás encontrar. Nunca desfallezcas, que para eso somos amigos. Cuenta conmigo para todo. Se fuerte, tu puedes”. Los persas decían que “son mas de agradecer las palabras de aliento tras una derrota, que una mano por la espalda tras una gran victoria”. El aliento de un amigo vale por un millón de palabras y es capaz de borrar todo mal rato por el que hayas podido pasar. Se convierte en el más hermoso de los regalos.

“Respiro vuestro aliento/De él me alimento/Y no pasa un momento/ sin que estéis en mi pensamiento”. (Anónimo).

El lunes pasado, entre otras cosas, recibí una lección sobre la igualdad de género. Experimenté en mis propias carnes como se “siente” uno tras la aplicación de una “epidural” (experiencia frecuente entre las mujeres que traen al mundo a sus criaturas con el método del “parto con cesárea”).

Cuando me dieron las muletas, en lugar de sentirme “inválido” me sentí “insecto”. Acababa de adquirír una de las más notables cualidades de esos seres: tener patas articuladas. Para lo primero que sirvieron mis nuevos “apéndices” fue para igualar a Hércules en uno de sus más conocidos trabajos: pasar la "inexpugnable barrera" de 10 cm de alto del escalón de mi casa.

No sé si los que habéis tenido que usar muletas descubristeis lo que yo he constatado. Mis nuevas articulaciones tienen vida propia. Deben ser macho y hembra y mantener relaciones sexuales. Por la noche al acostarme las dejo paralelas y en reposo, cerca de mi cama, por la mañana me las encuentro en otro lugar, juntas y “retorcidas” una sobre otra, enlazadas en un tierno abrazo amoroso y empleando para ello los soportes de manos y brazos con los que ambas están dotadas. Como las recogí en un Ambulatorio de la Seguridad Social y ya estaban usadas, pensé, que quizás para el anterior usuario si fueran sus “piernas” de verdad y por eso siguen desempeñando esa aprendida función.

Estos días que llevo en mi casa no sólo las muletas han adquirido vida propia. Ahora, al igual que en la película “Toy Story”, (allí eran los juguetes quienes revivían), mis sillas, mis vasos, mis útiles de afeitar y de aseo no amanecen nunca en el mismo sitio dónde los dejé la noche anterior. Tengo que hacer nuevos “ímprobos esfuerzos”, a base de “muletazos”, para poder volver a ponerlos en los sitios estratégicamente elegidos y de esa manera usarlos sin perder el precario e inestable equilibrio. En fin, como decía al principio, toda una Odisea acompañada de la Ilíada.

Creo que la semana que viene voy a disponer de una silla de ruedas de “tracción eléctrica”. Como Abu, el protagonista de “El ladrón de Bagdag”, tendré a mis órdenes una “alfombra voladora” que me paseará por los aires del pueblo y gozaré de perspectivas cómo la de la foto del inicio. Espero que no me pase lo que se cantaba en la Zarzuela de Amadeo Vives “Doña Francisquita:

“Hubo un tonto en el lugar \ que se creyó golondrina \ y un día se echó a volar \ desde lo alto de una encina. \ Ya se pueden suponer \ como acabó la proeza \ derechito fue a caer \ y se rompió la cabeza”.

Lo que si deseo es, que desde el aire, pueda oír historias tan bonitas como esta: “Un día cierto mercader del zoco de Tombuctú se encontró con un pobre mendigo y le dio dos monedas. Horas más tarde se lo volvió a encontrar y le preguntó que había hecho con el dinero. El hombre le contestó que con la primera moneda se había comprado un pan para tener algo con que vivir, y con la otra una rosa, para tener porqué vivir”.

Estoy escribiendo en condiciones tan “precarias” que no se si saldrá publicado este texto. Tengo que estar con el pié “esfolitillado” en posición de “tendido supino” y para escribir sólo puedo utilizar los dedos índice de cada mano. De nada me sirve que todavía "casi" mantenga las 250 pulsaciones por minuto que me exigieron (entre otras cosas) para aprobar mis primeras Oposiciones al Cuerpo General Auxiliar de la Administración Civil del Estado. Tampoco puedo entrar al círculo “inspirador” de mi nuevo Mandala y además en la planta baja de mi casa la señal de Internet llega débilmente. No obstante, seguiré intentando estar en comunicación con el Foro “los domingos por la tarde”.

Por si me faltan ideas para futuros “relatos” procuraré que estos meses de contacto directo con la gente del pueblo me sirvan para obtenerlos: “El escritor saca sus argumentos no sólo de sus propios pensamientos, sino de los que están en la calle para ser recogidos”. Federico II de Prusia afirmaba: “Ideas y conocimientos puede tenerlos cualquiera. Pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza". Desgraciadamente, como estamos comprobando día si día no, nos han acostumbrado a llamar “ideas” a las mentiras de los políticos. En mi libro de texto de Filosofía de 5º curso de Bachillerato pude leer que “una idea aspira a conocer la verdad y, por contra, la mentira consigue ocultarla en beneficio propio". Hemos de buscar con urgencia nuevas ideas y cambiar cada una de ellas por las mil mentiras que permanentemente oímos a diario.

Saludos y hasta otra,

Esta tarde hará ocho días que te metieron mano, toda una eternidad, yo creo que no tengo que darte ánimos para que sobrelleves tu inmovilidad pasajera, ya habrá otros mas preparados para tal evento, pero si me voy a preocupar un poquito por tu salud mental o por la mía (no se como te encuentras pero si como estoy yo) que creo que estan muy dañadas últimamente por los acontecimientos blancos (no por utilizar el detergente Ajax), el Poderoso cayó en Granada, esta vez Boabdil el Chico se hizo el fuerte y tumbó a las huestes blancas, si estás tocado avisa y si no lo estás ¡Socórreme que yo estoy por los suelos!

Hoy voy a consolar a mi hermano con una "patas con caldo" y un vino de Toro, si quieres consolarte con nosotros... aquí te esperamos, voy a "poner" la mesa.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Buen provecho tengan ustedes, el vino sin duda será un buen acompañante para esas paticas, se diria aqui.
Mariano
Estamos hartos de ministros y sus congéneres y tu dale que dale, a tu pobre hermano lo quieres satanizar con sus "patitas", bueno de todos modos te agradezco la invitación pero si quieres verme "dar arcas en seco" prueba alguna vez a hacerme tragar tan apetitoso manjar.