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JIMENA: NOTA ACLARATORIA:...

LOS DOMINGOS POR LA TARDE, PESE AL FÚTBOL, NO OS ABANDONO.
JIMENA: UN PASEO BUSCANDO LA PUESTA DEL SOL. (Por Luismarín)

En mis “andanzas” junto a vosotros ya he recorrido tres de los cuatro puntos cardinales que “delimitan” nuestro pueblo. Faltaba el cuarto: el Oeste. Quizás sea el más triste al ser por donde, cada día, se esconde el astro que con su luz y calor da energía a nuestra existencia. A todos nos llegará nuestro propio “ocaso”, y, con él, inexorablemente, aunque nos resistamos a ello, finalizaremos el periplo vital de nuestra existencia. Hace tiempo oí decir a un “viejo As” del atletismo: Durante mi carrera deportiva luchaba en cada competición por “recortar el tiempo” de mis marcas, hoy peleo cada día por “alargar el tiempo” de la marca que va a medir mi vida. A pesar de esta introducción algo “apesadumbrada”, aunque realista, intentaré hacer el recorrido los más ameno y didáctico posible.

En este “relato” y en todos los anteriores, quiero dejar claro lo siguiente: Sólo pretendo ser un narrador, que con mis palabras y datos, vosotros los lectores podáis imaginar la realidad que se os antoje. Un escritor portugués (Eduardo Souto) mantenía que no fue el ser humano el que inventó la ficción, sino la ficción fue la que inventó al ser humano. Precisamente por esto, a mis historias, las podéis poner dentro de un marco real, pero también posible, dudoso o exagerado.

Antes de comenzar el viaje no viene mal recordar a dos personajes que son representativos de los “paréntesis” con los que suelo adornar mis escritos. Un 17 de febrero de 1836 nació el poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer. Por el contrario, en 1915, en el mismo día y mes falleció D. Francisco Giner de los Ríos, “alma mater” de la Institución Libre de la Enseñanza. Gracias a sus novedosos métodos de enseñanza, las llamadas generaciones de 1898 y 1914, encumbraron a nuestra Patria en una era fecunda. La historia, la literatura, la ciencia, la investigación y la poesía, alcanzaron tales cotas, que a esta época se le conoce como la Edad de Plata de la cultura española.

Dejando atrás estas consideraciones, vamos a iniciar nuestro viaje. Su destino final es el Castillo de Recena. Sobre su historia sacaremos a la luz algunas cosas interesantes.

Debido a mi “precaria” movilidad, una vez más, he tenido que buscarme un medio de transporte adecuado a mi situación. Hoy ha sido una máquina cavadora en su función de “mini tractor”, Un ejemplar de las famosas PIVAS, que hace unos años (ahora con el cultivo sin labranza están en desuso) circulaban en buen número por nuestros caminos, veredas y carreteras. Como la mayoría conocéis sus peculiaridades no entro en más detalles. Acoplándole un pequeño remolque se convierte en un vehículo lento pero seguro. Además, su velocidad de “crucero”, permite disfrutar mejor del paisaje y del paseo. Le debo la gentileza a mi amigo Alfredo el Curro que, pese a su edad, se ha atrevido a ejercer de piloto. Para más comodidad del copiloto (un servidor de Uds.), en el suelo del remolque he extendido una “jarapa” que hace años adquirí en el bello pueblo almeriense de Níjar. Los colores son propios para la celebración del próximo Día de Andalucía: franjas verdes y blancas.

No hemos madrugado mucho y el todavía flojo sol de “febrerillo loco” nos ha hecho compañía. Antes de salir, no se nos ha olvidado el viejo refrán castellano de que “sin pan ni vino no se hace camino”. En la “lumbre” de su cochera (donde antaño estuvo el Molino del Pan del Tío Juaníco), el propio Alfredo, que tiene dotes de excelente cocinero, ha preparado unas migas de pan con torreznos, aceitunas negras “rajás” y unos pimientos secos fritos. El se ha tomado una cerveza “00”. Yo un buen vaso de vino tinto de la localidad. Un “Viña Poyatos” de 2012 con una graduación superior al 12,5%. De “postre” un digestivo y reconstituyente “chupito” de anís Castillo de Jaén seco. A la mesa hemos acercado una silla vacía para que el “espíritu” del bueno de Margarito nos acompañara. Otra vez hemos vuelto a formar aquel trío de “Disparejos” que durante más de 20 años compartimos “tertulias, juergas y farras”.

Después del “ligero” desayuno, con la fuerza y el ánimo recompuestos, hemos iniciado la aventura. Espero que el recuerdo de los nombres de los parajes por los que vamos a transitar sirva, sobre todo, a los jimenatos que llevan mucho tiempo sin pisar su tierra, como una “evocación” de los tiempos que vivieron en su infancia, adolescencia y juventud por esos lugares.

Al pasar por Las Protegidas ya estaban reunidos (disfrutando del sol y “asotarrados” en el viejo banco de la entrada a los colegios de abajo) los componentes del Sanedrín. Estarían dictando sentencia sobre la correcta elección, o no, del maestro de obras que durante unos meses va a dirigir la construcción de otro Salón más para Actos Sociales. Estará ubicado en terrenos de la antigua Cooperativa. A este paso cada uno de los habitantes del pueblo dispondremos, de un Salón para uso propio. Yo me pregunto: ¿no hay otras necesidades más “perentorias” en Jimena?. Os animo a que recontéis los locales destinados a uso social-lúdico y las carencias en otros “campos” que tanto se echan de menos. ¿Para cuándo el nuevo Centro de Urgencias que supla los peligros del actual?. ¿Habéis pensado en los “riesgos” y dificultades para la evacuación de un enfermo del Centro de Salud?. ¿Que podrá suceder (ya lo ha hecho alguna vez) en cualquier día de fiesta con la Plaza llena de sillas, mesas y la Banda de Música en concierto. “El tiempo hablará” se podía leer en la visera de un viejo camión que hasta no hace muchos años pasaba todos los días por la puerta de mi casa.

Dejemos la “prosaica” realidad y volvamos al camino que vamos a seguir por la carretera de Jimena hasta la sinuosa curva de Caniles. De allí mismo arranca la ruta para arribar al Molino y Castillo de Recena.

Una vez atravesado el pueblo, silencioso y tranquilo a esas horas, llegamos al Paraje de Chaqueta. Antiguo “tontódromo” dominical, era también lugar de cita entre las incipientes pandillas “mixtas”. Había que ponerse de acuerdo quién se sentaría en una u otra butaca del Cine Parroquial. A lo mejor tenias suerte y te tocaba al lado de la chica por la que suspirabas secretamente.

Me ha venido a la mente que a la PIVA se le denominaba “mulilla mecánica”. Como no imaginarse que, en vez del motor, tiraba del remolque una lustrosa mula torda. La misma a la que cantaba Pepe Marchena en los Cuatro Muleros: ¡está lloviendo en el campo y el de la mula torda mamita mía, mamita mía….!. Si no, la otra mula que aparece en ”Romance a Córdoba”:

“Es torda y cordobesa/tiene aire de sultana y andares de Princesa./ ¡Allí mismo la encontré/ cuando en la Feria de Mayo/otras treinta mulas compre!”

Atravesamos rápidamente el Barranco de la Cañá del Toro y La Balsa. A la derecha dejamos la nueva Cooperativa Virgen de los Remedios y “los sueños de una noche de verano” que es lo que queda del proyecto de Polígono Industrial que iba a generar empleos y riquezas para todo el pueblo.

A la izquierda tenemos La Mataparda y el inicio del Camino de los Morales que termina enlazando con el del Monte. Buena ruta para quemar toda clase “sustancias” dañinas para el organismo. Pasado el Barranco de las Viñas (antiguo vertedero) la recta del Marqués (¡qué pena de la Fuente del Perro!) nos lleva a la Casería de Buenavista. Antigua propiedad del Tío La Vaca (padre de los Hermoso Poves) y después de D. Joaquín el Dentista. Durante muchos años fueron sus casero Paco “Patillas” y Teresa “La Porcunesa”. Los chiquillos de entonces siempre recordaremos su Alberca de los Caballo y su rampa de acceso para “potrillos desbocados” como nosotros. A su derecha, a poca distancia se divisa lo que queda del Cortijo del Asperón (Esperón). Fue propiedad de Juanito Rodríguez tío de Manolo el Farmacéutico por parte materna. Sus caseros más conocidos han sido José Latorre (el Gato Yeso) y Paquita la ”Capellana”. Eran los suegros de Pepi la del Estanco. (SIGUE)

(CONTINUACION)
Más adelante, a la izquierda, nos topamos con las ruinas del Cortijo de Gonzalo y el Barranco de los Cordones. En la suave cuesta comienza Puerto Blanco. En su margen derecho todavía permanece un “albercón” para el alpechín de la fábrica de los Torres. Buenas “agarraderas” burocráticas han de tener para que la Consejería de Medio Ambiente no haya eliminado ese foco de malos olores y aguas contaminantes.

Después a la derecha arranca el Camino de la Casería de las Pilas donde tantos años ejercieron de “guardeses” Pedro “Pipirrana” y Ana “la de Berro”. En el inicio de este camino a pocos metros se haya Fuente Nueva. Este antiguo abrevadero ha sido recientemente remozado por la Sociedad de Cazadores local.

Casi enfrente del carril de las Pilas nace el Camino a Moragón y a Las Escuelas que nos lleva a la alberca y al cortijo de “Tío Panocho” donde todavía se puede disfrutar de los dulces frutos de sus higueras.

Ya vemos (en la margen izquierda) la entrada al Cortijo de la Zarza. Hoy en día coto y centro de “trapicheos” de personajes de la política y la economía provincial y regional. Durante muchos años Paco “Pellicola” y Anita “la del Chato” cuidaron sus dependencias. A su hijo Martín se le conoce como el de la Zarza y está casado con Pura, hija de Damián “El Caudillo” y mi tía Pilar “Panera”.

En la parte derecha de la carretera tenemos la Fuente de la Zarza, la Pila, la Pililla (donde la familia Palma ha plantado miles de nuevas estacas de olivos) y el Cortijo de Cesáreo y su cantera. Muy cerca se yerguen las ruinas del Cortijo de Antoñito el de Juan Rafael. Las “malas lenguas” hablan y no paran de “hechos” que tuvieron lugar entre sus paredes: Visitas “nobles” para negocios extraños y toda clase de bataholas y bacanales de pelo y pluma.

A continuación de los terrenos de la Zarza viene el Cortijo del Torreón antes de llegar a la carretera de Torres. En los duros años de la posguerra sus huertas y vergeles permitieron comer a mucha gente de Jimena. Allí estuvo Juanito el de la Fuensanta padre de Juanito el de los Pozos y abuelo de Juan Tomas el del Mirador Después del cruce con la carretera de Torres está, o estaba, el cortijo de La Venta. Al final de la recta y desde la curva retorcida a la izquierda se divisa la casería y la fábrica de aceite de Caniles (fue propiedad de la conocida marca Carbonell). También oteamos el famoso Cerro de Alcalá. De este, algunos historiadores remontan sus primeros pobladores a la Edad del Cobre. Se han encontrado numerosos restos arqueológicos de las diversas civilizaciones que allí estuvieron establecidas. La historia de la fábrica de Caniles y el Cerro de Alcalá merecen un estudio aparte.

Bajamos hacia el camino (casi en la misma curva pero a derechas) que nos va a llevar al Cortijo del Escribano. Hemos dejado atrás el Cortijo de las Piedras de Moya y la finca de los hermanos “Trinis” conocida como El Rodeo. Blas el “Loquito” vivió allí largas temporadas. A su hermano Andrés lo podémos encontrar a diario en su paseo cotidiano por la carretera de Albanchez.

Desde el Cortijo de El Escribano, siguiendo el curso del río Torres llegamos al Molino de Agua del Castillo de Recena. Vadeando el rio ya estamos en las ruinas del Castillo de Recena y de la Casa de Labor que perteneció al Teniente Coronel de Sanidad D. Juan Herrera Castillo. EL Cortijo se levantó aprovechando las piedras y sillares del Castillo. En sus alrededores se han encontrado múltiples muestras de cerámica vidriada.

Estando observando las ruinas del Castillo, nos llevamos una grata sorpresa. En dirección al camino del Molino bajaba una hermosa amazona. Otra vez vuelvo a recurrir a Pepe Marchena para expresar la admiración que despertó en mí la “misteriosa” e intrépida caballista:

“Mezcla de gitana/llegó reina, entre olés y olés/ espuelas de oro en los pies/y por corona y por peina/un sombrero cordobés.
Caballo mejor domao ni mejor atalajao ningún andaluz lo sueña/Ni traje mejor cortao que el que lucía aquella dueña”.

La Fortaleza,“mora” en su inicio, se pudo construir sobre mediados del Siglo IX en pleno esplendor del Califato de Córdoba (Alhaken I o Abderraman II). En sus tiempos de “gloria”, muebles tapizados con sedas orientales y tapices de Damasco adornaban sus salones. Las paredes eran de estuco rojo adornadas con bellas filigranas que reproducción versos del Corán. Una guardia de negros africanos de elevadísima envergadura era su principal garantía defensiva. Existía un puente levadizo con derechos de “pontazgo” para vadear el rio por el camino de Úbeda a Granada.

El castillo rural estaba emplazado sobre un pequeño promontorio rocoso en el centro de la vega del río Torres. Sus muros median 1,80 m de ancho. Estaban construidos con mampostería regular y rematados en sus esquinas con cadenadas de sillares. Su ubicación coincide con el cruce de dos caminos antiguos: el que iba del vado del Puente Mazuecos en el Guadalquivir, hasta la zona de Mancha Real, y el que permitía seguir el curso del rio Torres hasta Baeza. Sus tierras feraces le permitían ser un núcleo de población autosuficiente. Disponía de huertas con frutales, pastos para el ganado, tierras de labor, olivares y agua abundante. En sus cercanías se explotaba la salina más importante de la zona (hace poco tiempo funcionaba todavía).

En el Siglo XIII, conquistado por Fernando III el Santo, el castillo pasó a ser de dominio cristiano. Su hijo Alfonso X el Sabio lo donó a la ciudad de Baeza. Como premio por rechazar la toma de Baeza por los árabes, fue donado a D. Rey Fernández de los Escuderos, Señor de Jarafe y de Gil de Olid. En su vejez se estableció de manera permanente en el Castillo y fueron famosas sus fiestas y banquetes en agasajo a los caballeros cristianos más destacados. Murió en Recena y fue enterrado en la Iglesia de San Vicente de Baeza. En su hábito de Caballero de la Orden de Santiago lucía la siguiente divisa: “Con esta señal y nombre será vencedor el hombre”.

Más tarde llegó a pertenecer al Marquesado de los Cuevas y después formó parte de una Encomienda de la Orden de Santiago junto a Jimena, Torres, Canena y la propia heredad. D. Francisco de los Cobos, ubetense ilustre, Secretario de Estado del Rey Carlos I y de su hijo Felipe II, lo recibió en recompensa a sus servicios. Pasó después a sus descendientes que ostentaron el título de Marqueses de Camarasa. Así siguió hasta que a primeros del Siglo XIX, reinando Fernando VII, se abolieron los Señorìos Jurisdiccionales, de Tierras y Haciendas. Por entonces se incorporó al término municipal de Jimena.

D. Luis de Góngora, tiene un Soneto sobre “ruinas” que encaja perfectamente con la contemplación de estas:

“Aquellas que los árboles apenas/ dejan ser torres, hoy dijo el cabrero/ con muestras de dolor extraordinarias/ Las estrellas nocturnas luminarias/eran de sus almenas/ Cuando el (que ahora) ves sayal fue limpio acero/ Yacen ahora, y sus desnudas piedras/ visten piadosas yedras: que ruinas y estragos,/ sabe el tiempo hacer vender halagos.”

Así terminó mi paseo. Saludos y hasta otra,

NOTA ACLARATORIA:

Por si alguien se pregunta porqué no cito las fuentes de las que ha sacado algunos datos históricos sobre el Castillo de Recena quiero hacer la siguiente aclaración:

Cuando los datos proceden de un autor concreto cito su nombre sin ningún problema (lo podéis comprobar en todos mis escritos). Por ejemplo, hoy he citado a Pepe Marchena. Ahora bien, cuando sucede como en el caso del texto de esta noche, en que las fuentes han sido obtenidas de varias Enciclopedias (Salvat, Espasa o Wikipedia), no hay obligación de mención alguna debido a que los autores que trabajaron en dichas Enciclopedias cedieron en su momento los derechos de autor a las Editoriales responsables de la publicación de dichas obras.

Saludos,