Cosas de Mi Pueblo.
Mi primer viaje a Pamplona.
La foto está hecha el 29 de Octubre del 1961 su propietario Mi amigo de viaje y compañero en la foto Miguel, que hoy me la ha dado y aquí dejo mi pequeña aportación del aquel primer viaje que tanto cambiaria nuestras vidas.
Queridos paisanos hoy voy a llevar mi imaginación aquel día ya lejano en que como muchos otros y otras de nuestro querido Pueblo accedí por primera vez al título de IMIGRANTE EN SU PROPIA TIERRA.
Me produce la palabra un sentimiento de tristeza, a la vez con el paso de los años felicidad, pero en cualquier caso, una de las palabras más importantes de mi vida pues aquel día mi vida daría una vuelta de 360 grados si bien es verdad, no sería está la definitiva, pues volvería dos veces más.
No sé si tenía nervios o no, era muy joven 12 añitos cumplidos en Mayo, la incertidumbre, la curiosidad y la ilusión nos invadían, hasta esa edad y que yo recuerde solo había salido una vez para ir a conocer el Seminario Provincial de Jaén con muchos otros niños de Mi Escuela, me imagino que el fin del viaje seria que alguno de nosotros decidiéramos un día ser seminaristas, como tantos otros, visto desde aquella perspectiva era una forma de poder realizar unos estudios que posiblemente no podríamos hacerlo fuera de esta institución religiosa, pues ni el poder adquisitivo ni los medios públicos prodían permitirlo.
Ese momento inolvidable de poner el pie en el estribo de aquel autobús Azul claro, de la empresa Muñoz Amezcua por primera vez con destino a Pamplona y colocarnos los dos juntos en aquellos asientos tan grandes y tan cómodos así no parecía, nunca podre olvidar ¿A dónde íbamos? ¿Dónde estaba Pamplona? ¿Estarían esperándonos? Una pregunta tras otra, nos bullía en la cabeza. Compartiríamos la ventanilla durante tantas horas pues tardamos 24 horas en hacer aquel viaje.
Recuerdo aquella mañana del mes de Julio de 1961 sobre las 7,00 Horas, la plaza era un hormiguero de ir y venir de paisanos, unos los que se iban, otros los familiares a despedirse, alegría, lagrimas, aquellas puertas gris perla de la cocheras de los Trini llenas de paquetes corchones algun sumiel o silla, atados perfectamente con cordeles, guitas o ramales, talegas en el suelo con la comida del camino, maletas de madera atadas con un buen ramal colgando aquellas etiquetas echas de un trozo de cartón de una caja de zapatos, debidamente escritas, con su destino y el remite a bolígrafo moviéndose de un lado para otro.
Momento difícil de olvidar en aquella Jimena donde cada día iban desapareciendo familias enteras en busca de un mejor bienestar, destino a casa de un familiar o paisana a compartir una habitación con derecho a cocina en un piso. Imágenes grabadas en mi memoria que hoy muchos días vuelvo a revivir cuando veo llegar a mi barrio u otros, emigrantes de países del Este o de Latinoamérica y escucho que viven tantos y cuantos en un piso, exactamente igual que nosotros, al menos en mi caso, hasta que de la mano de Luis Manuel “Repoza” no agencio un pisito que poco a poco con mucho esfuerzo pagaríamos.
Es difícil para nosotros cuando hoy vemos llegar a España grupos de emigrantes de otros países no corra un cierto escalofrío por las venas y traigan a la memoria aquellos momentos hoy un poco lejanos, ojala el futuro de ellos al menos sea como el nuestro aunque me temo que los tiempos son bastante distintos.
Llega el momento y el autobús pone el motor en marcha y la plaza es un murmullo de abrazos, besos, lágrimas, el recuerdo de aquellas mujeres enlutadas con su mirada triste me rompe el alma, ¿Qué pensarían en esos momentos? Quizá el ver como un hijo, hermano, Marido o Padre se iban sin saber que sería de Ellos, al menos en el Pueblo un pedazo de pan y un potaje había, “aunque no en todos los casos’ deseos de suerte, oraciones a nuestra Virgen de Los Remedios hasta que va desapareciendo el autobús por la revuelta del arrecife camino de Chaqueta y emprende dirección Jaén Madrid Pamplona.
Mi compañero de viaje Miguel Montiel Carrasco “El perdigón” el segundo de los hermanos, el mayor Andrés y la tercera Isabelita, éramos amigos y compañeros de escuela y casi vecinos y juntos con nuestra cartilla de escolaridad firmada por Don Mariano Sáez Gámez y con una nota donde indicaba que habíamos aprobado el Certificado de Estudios Primarios y nuestro 12 años recién cumplidos los dos en Mayo partíamos hacia algo totalmente desconocido, con la esperanza de que muy lejos en la estación de Pamplona al día siguiente nos esperarían nuestros familiares a Él sus Padres y a Mi mi Tita Maria hermana de Mi Madre y Mi Prima Juana La de Gila hija de Juan Ramón hermano de Mi Madre, casada con Pedro Ortiz Muñoz Tío carnal de Joselito el que daba escuela.
Aquel viaje estaba lleno de ilusión, todo nos llamaba la atención! Mira Mira Miguel ¡Despeñaperros ¡! la Virgen Niño como nos caigamos por ahí ¡hay pone que falta ya X kilómetros para llegar a Valdepeñas, ¿dicen que vamos a para a comer? Nuestra taleguilla colgada al lado de la ventana se ponía a temblar olía que alimentaba un poquillo conejo frito, un chorizo, alguno higos secos, un poquillo queso! Joer ¡que gueno to. Íbamos como locos, y cuando íbamos a pasar Madrid ya a media noche nos despertamos para verlo, los único que veíamos eran luces, casa altas que no se parecían a las de nuestro Pueblo, escaparates llenos de muñecos vestidos con ropa, ¡Madre mía ¡cualquiera dormía así un kilómetro y otro, por cierto perfectamente indicado en las casetas de los peones camineros A Madrid Tanto, a Guadalajara tanto, a Soria Tanto etc etc.
Aquel verano y otoño estuve dando bandazos no sabía lo que quería Y como lo iba a saber si era un Niño, en una ciudad y unas costumbres tan diferentes, ¿seguir estudiando?. Me apuntaron a una academia en la calle Amaya muy cerca de donde vivía nuestra forera Martina casi enfrente, haber si me aplicaba y hacia algún estudio de contabilidad mecanografía o de preparación al ingreso para el bachiller, pero mi cabeza estaba más en Jimena que en Pamplona lo que hizo que cuando se acercó el invierno cogiera el pespunte y me volvería al pueblo allí me esperaba por primera vez la rebusca en el tajo de Don Bartolomé no quieres Pamplona pues a trabajar.
M. Nieto de M. Rasca.
13/03/2013
Mi primer viaje a Pamplona.
La foto está hecha el 29 de Octubre del 1961 su propietario Mi amigo de viaje y compañero en la foto Miguel, que hoy me la ha dado y aquí dejo mi pequeña aportación del aquel primer viaje que tanto cambiaria nuestras vidas.
Queridos paisanos hoy voy a llevar mi imaginación aquel día ya lejano en que como muchos otros y otras de nuestro querido Pueblo accedí por primera vez al título de IMIGRANTE EN SU PROPIA TIERRA.
Me produce la palabra un sentimiento de tristeza, a la vez con el paso de los años felicidad, pero en cualquier caso, una de las palabras más importantes de mi vida pues aquel día mi vida daría una vuelta de 360 grados si bien es verdad, no sería está la definitiva, pues volvería dos veces más.
No sé si tenía nervios o no, era muy joven 12 añitos cumplidos en Mayo, la incertidumbre, la curiosidad y la ilusión nos invadían, hasta esa edad y que yo recuerde solo había salido una vez para ir a conocer el Seminario Provincial de Jaén con muchos otros niños de Mi Escuela, me imagino que el fin del viaje seria que alguno de nosotros decidiéramos un día ser seminaristas, como tantos otros, visto desde aquella perspectiva era una forma de poder realizar unos estudios que posiblemente no podríamos hacerlo fuera de esta institución religiosa, pues ni el poder adquisitivo ni los medios públicos prodían permitirlo.
Ese momento inolvidable de poner el pie en el estribo de aquel autobús Azul claro, de la empresa Muñoz Amezcua por primera vez con destino a Pamplona y colocarnos los dos juntos en aquellos asientos tan grandes y tan cómodos así no parecía, nunca podre olvidar ¿A dónde íbamos? ¿Dónde estaba Pamplona? ¿Estarían esperándonos? Una pregunta tras otra, nos bullía en la cabeza. Compartiríamos la ventanilla durante tantas horas pues tardamos 24 horas en hacer aquel viaje.
Recuerdo aquella mañana del mes de Julio de 1961 sobre las 7,00 Horas, la plaza era un hormiguero de ir y venir de paisanos, unos los que se iban, otros los familiares a despedirse, alegría, lagrimas, aquellas puertas gris perla de la cocheras de los Trini llenas de paquetes corchones algun sumiel o silla, atados perfectamente con cordeles, guitas o ramales, talegas en el suelo con la comida del camino, maletas de madera atadas con un buen ramal colgando aquellas etiquetas echas de un trozo de cartón de una caja de zapatos, debidamente escritas, con su destino y el remite a bolígrafo moviéndose de un lado para otro.
Momento difícil de olvidar en aquella Jimena donde cada día iban desapareciendo familias enteras en busca de un mejor bienestar, destino a casa de un familiar o paisana a compartir una habitación con derecho a cocina en un piso. Imágenes grabadas en mi memoria que hoy muchos días vuelvo a revivir cuando veo llegar a mi barrio u otros, emigrantes de países del Este o de Latinoamérica y escucho que viven tantos y cuantos en un piso, exactamente igual que nosotros, al menos en mi caso, hasta que de la mano de Luis Manuel “Repoza” no agencio un pisito que poco a poco con mucho esfuerzo pagaríamos.
Es difícil para nosotros cuando hoy vemos llegar a España grupos de emigrantes de otros países no corra un cierto escalofrío por las venas y traigan a la memoria aquellos momentos hoy un poco lejanos, ojala el futuro de ellos al menos sea como el nuestro aunque me temo que los tiempos son bastante distintos.
Llega el momento y el autobús pone el motor en marcha y la plaza es un murmullo de abrazos, besos, lágrimas, el recuerdo de aquellas mujeres enlutadas con su mirada triste me rompe el alma, ¿Qué pensarían en esos momentos? Quizá el ver como un hijo, hermano, Marido o Padre se iban sin saber que sería de Ellos, al menos en el Pueblo un pedazo de pan y un potaje había, “aunque no en todos los casos’ deseos de suerte, oraciones a nuestra Virgen de Los Remedios hasta que va desapareciendo el autobús por la revuelta del arrecife camino de Chaqueta y emprende dirección Jaén Madrid Pamplona.
Mi compañero de viaje Miguel Montiel Carrasco “El perdigón” el segundo de los hermanos, el mayor Andrés y la tercera Isabelita, éramos amigos y compañeros de escuela y casi vecinos y juntos con nuestra cartilla de escolaridad firmada por Don Mariano Sáez Gámez y con una nota donde indicaba que habíamos aprobado el Certificado de Estudios Primarios y nuestro 12 años recién cumplidos los dos en Mayo partíamos hacia algo totalmente desconocido, con la esperanza de que muy lejos en la estación de Pamplona al día siguiente nos esperarían nuestros familiares a Él sus Padres y a Mi mi Tita Maria hermana de Mi Madre y Mi Prima Juana La de Gila hija de Juan Ramón hermano de Mi Madre, casada con Pedro Ortiz Muñoz Tío carnal de Joselito el que daba escuela.
Aquel viaje estaba lleno de ilusión, todo nos llamaba la atención! Mira Mira Miguel ¡Despeñaperros ¡! la Virgen Niño como nos caigamos por ahí ¡hay pone que falta ya X kilómetros para llegar a Valdepeñas, ¿dicen que vamos a para a comer? Nuestra taleguilla colgada al lado de la ventana se ponía a temblar olía que alimentaba un poquillo conejo frito, un chorizo, alguno higos secos, un poquillo queso! Joer ¡que gueno to. Íbamos como locos, y cuando íbamos a pasar Madrid ya a media noche nos despertamos para verlo, los único que veíamos eran luces, casa altas que no se parecían a las de nuestro Pueblo, escaparates llenos de muñecos vestidos con ropa, ¡Madre mía ¡cualquiera dormía así un kilómetro y otro, por cierto perfectamente indicado en las casetas de los peones camineros A Madrid Tanto, a Guadalajara tanto, a Soria Tanto etc etc.
Aquel verano y otoño estuve dando bandazos no sabía lo que quería Y como lo iba a saber si era un Niño, en una ciudad y unas costumbres tan diferentes, ¿seguir estudiando?. Me apuntaron a una academia en la calle Amaya muy cerca de donde vivía nuestra forera Martina casi enfrente, haber si me aplicaba y hacia algún estudio de contabilidad mecanografía o de preparación al ingreso para el bachiller, pero mi cabeza estaba más en Jimena que en Pamplona lo que hizo que cuando se acercó el invierno cogiera el pespunte y me volvería al pueblo allí me esperaba por primera vez la rebusca en el tajo de Don Bartolomé no quieres Pamplona pues a trabajar.
M. Nieto de M. Rasca.
13/03/2013
Mariano. Buenos días.
Muy bonito relato, como siempre.
Mis recuerdos del viaje, son muy vagos, o nulos, por ej. no recuerdo el momento en que sali de la plaza, aunque si que en el mismo autobús nuestro, viajaba la hermana de Luis Soto, María. Ella también iba a Pamplona, lo que no se es si regresó al pueblo? o se quedó a vivir.
En mi memoria queda grabado, el momento en que nos despidió mi abuelo Martín, momento triste y doloroso, como el, se agruparon en la puerta de nuestra casa, un montón de conocidos, no se quienes fueron, a la única que recuerdo es a Cati, la hermana de gitana, eramos muy amigas. En fin todo muy triste. Pero así es la vida.
Un saludo.
Muy bonito relato, como siempre.
Mis recuerdos del viaje, son muy vagos, o nulos, por ej. no recuerdo el momento en que sali de la plaza, aunque si que en el mismo autobús nuestro, viajaba la hermana de Luis Soto, María. Ella también iba a Pamplona, lo que no se es si regresó al pueblo? o se quedó a vivir.
En mi memoria queda grabado, el momento en que nos despidió mi abuelo Martín, momento triste y doloroso, como el, se agruparon en la puerta de nuestra casa, un montón de conocidos, no se quienes fueron, a la única que recuerdo es a Cati, la hermana de gitana, eramos muy amigas. En fin todo muy triste. Pero así es la vida.
Un saludo.