En la foto que encabeza este texto, en las dos jóvenes hermanas que aparecen en ella, he encontrado una muestra de los bellos adjetivos anteriormente utilizados. Además van vestidas de azul el color del espacio estelar y mi color favorito. El cielo es azul, el mar es azul, el Planeta Tierra es azul. Cómo genero “blue” (azul) se clasificó a la música doliente y melancólica llena de desvanecimiento y desesperación. El azul anula el “bulto” de los cuerpos y provoca impresión de infinitud o lejanía. Los alemanes dicen “ich bin blau” cuando quieren referirse a la sensación de casi inconsciencia que produce la borrachera. En alguna joven de hermosos ojos azul-grisáceo como los que admiramos en la fotografía se tuvo que inspirar el poeta sevillano Gutierre de Cetina cuando escribió, tal vez, el más hermoso Madrigal de la poesía castellana:
“Ojos claros, serenos, / Si de un dulce mirar sois alabados, / ¿Por qué, si me miráis, miráis airados? / Si cuando más piadosos, / Más bellos parecéis a aquel que os mira, / No me miréis con ira, / Porque no parezcáis menos hermosos. / ¡Ay tormentos rabiosos! / Ojos claros, serenos, / Ya que así me miráis, miradme al menos”.
La elegancia innata, el glamor o el “tener clase” no puede adquirirse con el estudio, el dinero, la aplicación o la inteligencia, poseerla con naturalidad plena sólo se adquiere con el “pedigrí” transmitido por el ADN. ¿Es posible que en algún momento de la Historia de Jimena se hayan producido estas transfusiones de semillas con ese ADN escaso y especial?. Mi teoría es que SI. He encontrado en la pequeña historia de nuestro pueblo tres instantes temporales en que pudo producirse ese hecho. Os invito a usar la imaginación mezclada con hechos reales.
En primer lugar me voy a remontar a 1233. Fue el año en que Fernando III el Santo conquistó a los almohades la Ciudad de Úbeda. Uno de sus nobles capitanes era Alvar Fáñez “El Mozo”. Una vez ganada la batalla el Rey se dio cuenta de que su apuesto capitán de sangre azul no había estado en la escaramuza. Pasado un rato se lo encontró pálido y somnoliento pero con un feliz semblante. ¿Dónde andabais D. Alvar?, le demandó su Majestad, “El Mozo”, volviendo el rostro hacia el Aznaitin le contesto: ¡Por esos cerros Señor por esos cerros!. Una mirada amorosa y llena de añoranza por alguna hermosa jimenata justificó su débil excusa. Tal vez, desde una ventana de nuestro pueblo, el amor y la dolorosa ausencia eran compartidos.
Como segundo momento voy a escoger los años en torno a 1438. En esos tiempos D. Iñigo López de Mendoza (Marqués de Santillana) recorrió nuestra comarca en espera de la rendición de Huelma entonces ocupada por los sarracenos. Era primo hermano de Dª Mencía de Figueroa (la madre de Jorge Manrique militar y poeta autor de “Coplas a la muerte de mi padre”) que entonces vivía en Segura de la Sierra. En sus conocidas “Serranillas”, el Marqués nos da cuenta de su paso por nuestras tierras:
“Pregunté donde venía / Dixóme que d´un ganado / quel guardaba en Recena, / e pasaba al olivar, / por coger e varear / las olivas de Ximena".
¿Llegarían a “conocer bíblicamente” él, o alguno de los nobles que lo acompañaban, a esas aceituneras altivas que “graneaban” entre las “hilás” de verdes olivos?.
Igualmente cabe recordar que, unos pocos años más tarde, entre 1520 y 1522, Ximena fue reducto oculto de “comuneros”. Se llamó Guerra de las Comunidades a la que protagonizaron gran número de nobles, señores y burgueses de toda España (Baeza, Úbeda y Jimena se alinearon con ellos) contra el recién coronado Carlos I de España y V de Alemania. Se inició en 1520 y terminó en 1522 con la victoria de las tropas reales sobre las Comunidades en la renombrada batalla de Villalar. Sus capitanes Padilla, Bravo y Maldonado fueron decapitados. Motivos económicos y políticos (el monarca reforzó su autoridad y recortó la que hasta entonces tenían los nobles), así como los “celos” derivados de los nombramientos de extranjeros para cargos importantes de la Corte (Guillermo de Croy, joven holandés de 20 años, elegido como Arzobispo de Toledo fue el caso más repudiado) causaron su estallido.
Siguiendo con nuestra historia, el caso fue que, a lo largo de dos o tres años, Ximena y sus humildes gentes (sus mujeres sobre todo), quedarían extasiadas ante aquellos personajes pertenecientes a familias de Grandes Títulos Nobiliarios del Reino. Qué diferencia, altos y rubios como la cerveza, galantes poetas de caros ropajes, frente a los jimenatos más bien bajos, morenos y de negros rizos sin cultura ni lectura alguna. Además, el “derecho de pernada” estaba vigente en aquella época en caso de una fracasada conquista amorosa.
¿Por qué no?, pudieron producirse situaciones como esta:
“Levantóse Gerineldo, que al rey dejara dormido, / fuese para la infanta donde estaba en el castillo. / Abráisme, dijo, señora, abráisme, cuerpo garrido. / ¿Quién sois vos, el caballero, que llamáis a mi postigo? / Gerineldo soy, señora, vuestro tan querido amigo. / Tomárala por la mano, en un lecho la ha metido, /y besando y abrazando se ha dormido”. (Romancero)
¿Por qué no?, podrían haber respondido así algunas Ximenatas:
”Vuestra soy, para Vos nací, / ¿qué mandáis hacer de mí? /Vuestra pues que me llamastes, / vuestra porque me esperastes,/ vuestra, pues no me perdí, / amor dulce, veisme aquí: / ¿qué mandáis hacer de mí?”. (Santa Teresa de Jesús)
Cuando los “comuneros” fueron amnistiados y pudieron volver a sus Castillos y Palacios, en muchas Ximenatas quedarían recuerdos de un pasado que nunca más había de volver. Ellos se fueron con rumbo ignorado, pero entre muchos labios femeninos permanecerían restos de besos hasta entonces desconocidos. Más de una, con el tierno fruto nacido de sus entrañas, quedaría con aire errante y sabiendo que por mucho que preguntara por Él, nadie le diría si seguía vivo o muerto en batalla. Seguiría buscando toda su vida, porque la marca que le dejó el fuego de su amor sería perenne como las hojas del dulce níspero. Se asomarían a alguno de los hermosos miradores de nuestro pueblo y con la vista dirigida hacia el Norte. Tal vez con pensamientos como este:
¡Quizá ya tú me has olvidado, en cambio, yo no te olvidaré y hasta que no te haya encontrado sin descansar te buscaré. (Tatuaje: copla)
Los genes se transmiten de generación en generación y yo creo que el ADN de aquellos caballeros (nobles y de sangre azul) se ha seguido transmitiendo, a través de los siglos, entre muchas mujeres Ximenatas que nos dejan asombrados, teniendo en cuenta su humilde origen, por su elegancia, glamour y clase, belleza aparte.
¡La Imaginación al Poder!: este era uno de los lemas del Paris primaveral de 1968. En vuestra imaginación, en manos de vuestra capacidad de soñar, dejo este “relato dominical”.
Saludos y hasta otra,
PD. Como el censor del Foro me admite unas líneas más, las voy a emplear en el recuerdo de algún dato histórico que nos afecta. Don Francisco Molina de los Cobos, Consejero y Secretario de Despacho con Carlos I y su hijo Felipe II, fue un ubetense que no se adhirió a las pretensiones de los "comuneros". En 1538, el rey Carlos I le vendió la Encomienda de Ximena, Torrres y Recena que por entonces pertenecía a la Orden de Calatrava. A su hijo mayor le otorgó el título de Marqués de Camarasa y Luna. Sus descendientes fueron los propietarios de casi todas las tierras de Jimena hasta 1812 en que, con Fernando VII, desaparecen los Señoríos Jurisdiccionales y comienzan a venderse las posesiones de la Casa de los Camarasa.
“Ojos claros, serenos, / Si de un dulce mirar sois alabados, / ¿Por qué, si me miráis, miráis airados? / Si cuando más piadosos, / Más bellos parecéis a aquel que os mira, / No me miréis con ira, / Porque no parezcáis menos hermosos. / ¡Ay tormentos rabiosos! / Ojos claros, serenos, / Ya que así me miráis, miradme al menos”.
La elegancia innata, el glamor o el “tener clase” no puede adquirirse con el estudio, el dinero, la aplicación o la inteligencia, poseerla con naturalidad plena sólo se adquiere con el “pedigrí” transmitido por el ADN. ¿Es posible que en algún momento de la Historia de Jimena se hayan producido estas transfusiones de semillas con ese ADN escaso y especial?. Mi teoría es que SI. He encontrado en la pequeña historia de nuestro pueblo tres instantes temporales en que pudo producirse ese hecho. Os invito a usar la imaginación mezclada con hechos reales.
En primer lugar me voy a remontar a 1233. Fue el año en que Fernando III el Santo conquistó a los almohades la Ciudad de Úbeda. Uno de sus nobles capitanes era Alvar Fáñez “El Mozo”. Una vez ganada la batalla el Rey se dio cuenta de que su apuesto capitán de sangre azul no había estado en la escaramuza. Pasado un rato se lo encontró pálido y somnoliento pero con un feliz semblante. ¿Dónde andabais D. Alvar?, le demandó su Majestad, “El Mozo”, volviendo el rostro hacia el Aznaitin le contesto: ¡Por esos cerros Señor por esos cerros!. Una mirada amorosa y llena de añoranza por alguna hermosa jimenata justificó su débil excusa. Tal vez, desde una ventana de nuestro pueblo, el amor y la dolorosa ausencia eran compartidos.
Como segundo momento voy a escoger los años en torno a 1438. En esos tiempos D. Iñigo López de Mendoza (Marqués de Santillana) recorrió nuestra comarca en espera de la rendición de Huelma entonces ocupada por los sarracenos. Era primo hermano de Dª Mencía de Figueroa (la madre de Jorge Manrique militar y poeta autor de “Coplas a la muerte de mi padre”) que entonces vivía en Segura de la Sierra. En sus conocidas “Serranillas”, el Marqués nos da cuenta de su paso por nuestras tierras:
“Pregunté donde venía / Dixóme que d´un ganado / quel guardaba en Recena, / e pasaba al olivar, / por coger e varear / las olivas de Ximena".
¿Llegarían a “conocer bíblicamente” él, o alguno de los nobles que lo acompañaban, a esas aceituneras altivas que “graneaban” entre las “hilás” de verdes olivos?.
Igualmente cabe recordar que, unos pocos años más tarde, entre 1520 y 1522, Ximena fue reducto oculto de “comuneros”. Se llamó Guerra de las Comunidades a la que protagonizaron gran número de nobles, señores y burgueses de toda España (Baeza, Úbeda y Jimena se alinearon con ellos) contra el recién coronado Carlos I de España y V de Alemania. Se inició en 1520 y terminó en 1522 con la victoria de las tropas reales sobre las Comunidades en la renombrada batalla de Villalar. Sus capitanes Padilla, Bravo y Maldonado fueron decapitados. Motivos económicos y políticos (el monarca reforzó su autoridad y recortó la que hasta entonces tenían los nobles), así como los “celos” derivados de los nombramientos de extranjeros para cargos importantes de la Corte (Guillermo de Croy, joven holandés de 20 años, elegido como Arzobispo de Toledo fue el caso más repudiado) causaron su estallido.
Siguiendo con nuestra historia, el caso fue que, a lo largo de dos o tres años, Ximena y sus humildes gentes (sus mujeres sobre todo), quedarían extasiadas ante aquellos personajes pertenecientes a familias de Grandes Títulos Nobiliarios del Reino. Qué diferencia, altos y rubios como la cerveza, galantes poetas de caros ropajes, frente a los jimenatos más bien bajos, morenos y de negros rizos sin cultura ni lectura alguna. Además, el “derecho de pernada” estaba vigente en aquella época en caso de una fracasada conquista amorosa.
¿Por qué no?, pudieron producirse situaciones como esta:
“Levantóse Gerineldo, que al rey dejara dormido, / fuese para la infanta donde estaba en el castillo. / Abráisme, dijo, señora, abráisme, cuerpo garrido. / ¿Quién sois vos, el caballero, que llamáis a mi postigo? / Gerineldo soy, señora, vuestro tan querido amigo. / Tomárala por la mano, en un lecho la ha metido, /y besando y abrazando se ha dormido”. (Romancero)
¿Por qué no?, podrían haber respondido así algunas Ximenatas:
”Vuestra soy, para Vos nací, / ¿qué mandáis hacer de mí? /Vuestra pues que me llamastes, / vuestra porque me esperastes,/ vuestra, pues no me perdí, / amor dulce, veisme aquí: / ¿qué mandáis hacer de mí?”. (Santa Teresa de Jesús)
Cuando los “comuneros” fueron amnistiados y pudieron volver a sus Castillos y Palacios, en muchas Ximenatas quedarían recuerdos de un pasado que nunca más había de volver. Ellos se fueron con rumbo ignorado, pero entre muchos labios femeninos permanecerían restos de besos hasta entonces desconocidos. Más de una, con el tierno fruto nacido de sus entrañas, quedaría con aire errante y sabiendo que por mucho que preguntara por Él, nadie le diría si seguía vivo o muerto en batalla. Seguiría buscando toda su vida, porque la marca que le dejó el fuego de su amor sería perenne como las hojas del dulce níspero. Se asomarían a alguno de los hermosos miradores de nuestro pueblo y con la vista dirigida hacia el Norte. Tal vez con pensamientos como este:
¡Quizá ya tú me has olvidado, en cambio, yo no te olvidaré y hasta que no te haya encontrado sin descansar te buscaré. (Tatuaje: copla)
Los genes se transmiten de generación en generación y yo creo que el ADN de aquellos caballeros (nobles y de sangre azul) se ha seguido transmitiendo, a través de los siglos, entre muchas mujeres Ximenatas que nos dejan asombrados, teniendo en cuenta su humilde origen, por su elegancia, glamour y clase, belleza aparte.
¡La Imaginación al Poder!: este era uno de los lemas del Paris primaveral de 1968. En vuestra imaginación, en manos de vuestra capacidad de soñar, dejo este “relato dominical”.
Saludos y hasta otra,
PD. Como el censor del Foro me admite unas líneas más, las voy a emplear en el recuerdo de algún dato histórico que nos afecta. Don Francisco Molina de los Cobos, Consejero y Secretario de Despacho con Carlos I y su hijo Felipe II, fue un ubetense que no se adhirió a las pretensiones de los "comuneros". En 1538, el rey Carlos I le vendió la Encomienda de Ximena, Torrres y Recena que por entonces pertenecía a la Orden de Calatrava. A su hijo mayor le otorgó el título de Marqués de Camarasa y Luna. Sus descendientes fueron los propietarios de casi todas las tierras de Jimena hasta 1812 en que, con Fernando VII, desaparecen los Señoríos Jurisdiccionales y comienzan a venderse las posesiones de la Casa de los Camarasa.