JIMENA: (CONTINUACIÓN)...

LOS DOMINGOS POR LA TARDE, PESE AL FÚTBOL, NO OS ABANDONO.
DIVAGANDO POR LAS CALLES Y PARQUES DE MADRID (Por Luismarín).

Después de mi incorporación definitiva a la vida capitalina y de disfrutar un tranquilo fin de semana recuperando mis viejos hábitos (hacía cuatro meses que esto no sucedía), me viene a la memoria esta estrofa de una antigua copla:

“Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero.”

Y es que, en efecto, en los largos días de estancia en Jimena se notaba que echaba de menos a Madrid y el “entorno” que me rodea cuando estoy aquí. Porque aunque en mi corazón gane la “patria de mi infancia y adolescencia”, las dos terceras partes de mi vida han transcurrido en el Gran Foro de España y no me puedo quejar como me ha tratado la vida (tanto profesional como afectivamente). A esto se debe el inicio “coplero” de hoy.

Este domingo, aunque sea complicado creérselo, la Iglesia Católica lo dedica al ¿Misterio de la Santísima Trinidad?. En los púlpitos de todas las Parroquias españolas toca leer un pasaje del Evangelio de San Juan (16,12-15) que comienza así: “Mucho me queda por deciros……”. Eso espero yo también, que al Luismarín que forma parte de mi propia trinidad (no santa, como ya expliqué aquí) le quede mucho por deciros y contaros. Para no perder más tiempo rellenando algunos renglones que luego pueda echar en falta para completar mi relato (el Censor de Pueblos de España es implacable con la longitud de los textos) voy a empezar mi “función dominical”.

Dado que ayer y hoy son, después de un fructífero período, las primeras jornadas festivas en que voy a ejercer de “Isidro”, las opciones para emplear mi tiempo libre son múltiples y variadas. Tengo donde elegir para satisfacer mis inquietudes culturales, artísticas o deportivas (de otras aficiones no os cuento, aunque aquí en este Foro, en el papel que he asumido de “Luismarín” narrador de historias, habéis podido comprobar, a lo largo de 36 domingos, que he sido como un libro abierto, incluso en temas personales).

Por ejemplo, las ofertas culturales eran las siguientes: Museo del Prado “La belleza encerrada. De Fray Angélico a Fortuny”. Museo de Bellas Artes de San Fernando “Mariano Benlliure. El dominio de la materia”. Museo Reina Sofía “Dalí, sugestiones poéticas”. Museo Sorolla “Sorolla, el color del mar”. Museo Thyssen “Hiperrealismo 1967-2012”. Museo del Traje: “Moda de vanguardia 1960-2010”. Caixaforum “Antes del Diluvio. Mesopotamia 3500 a. C.”. Fundación Juan March “Paul Klee maestro de la Bauhaus”. Galería Elvira González “Fotografías de Robert Mapplethorpe. Las imágenes más sofisticadas”. Había otras muchas más.

Sin embargo, ayer opté por poner en práctica las recomendaciones de mi traumatólogo y decidí dar un paseo “tranquilo” de dos horas de duración (ida y vuelta) con otra hora de descanso y de práctica de algunos ejercicios de recuperación de movilidad que me enseñó Anacristi (la bonita “fisio” hija de Paqui “Patillas” y de Cristo el “Murgo”) durante las sesiones de rehabilitación en Jimena.

El recorrido de mi caminata fue a través de la Ciudad Universitaria. Hoy domingo, por el contrario, me he decidido por acudir al Jardín Botánico y, al mismo tiempo de recrearme en su “lujurioso” entorno primaveral disfrutar (en varías de sus Plazas o Glorietas) de unas jornadas musicales al aire libre. De ambas actividades pretendo daros cuenta.

Os voy a invitar a un “paseo virtual”, lo más descriptivo posible, del recorrido deportivo-cultural (entenderéis porqué lo de cultural) que realicé el sábado por la mañana.

Sobre las diez arranqué de mi “huronera” ubicada en la Plaza del Conde del Valle de Suchil (este rimbombante nombre se lo debe a D. José María de Garay, alcalde de Madrid en 1922 y portador de ese título nobiliario). Mi Plaza está situada en la parte más alta del barrio de Arguelles, en la zona que se conoce como Arapiles (bocas de metro Quevedo y San Bernardo). Cogiendo la calle Vallehermoso y girando a la izquierda por Fernández de los Ríos (político liberal, escritor y periodista de la segunda mitad del Siglo XIX) se desemboca en una plazoleta (en ella está ubicada la sede del Centro Cultural de la Junta de Moncloa) formada por la calle Isaac Peral y el final de la calle Princesa (metro e intercambiador de Moncloa). Justo enfrente, nos topamos con el “Arco de la Victoria”, donde tiene su inicio la Carretera de La Coruña.

Tanto el palacete de la Junta de Moncloa, como el citado Arco, son construcciones que recuerdan “ostensiblemente” la Victoria del General Franco en la Guerra Civil Española (algunos todavía se quejan de que se quiera reivindicar la Memoria Histórica de la otra España: la de los Derrotados). El primer edificio se levantó como homenaje a “los Caídos de Madrid por Dios y España”. El segundo, su propio nombre lo indica. Ambas construcciones son de los años 50. El Arco tiene una altura de 40 metros y se puede encuadrar en el Estilo Neoclásico. Sus dos pilares están huecos y por unas escaleras de mármol se sube a una sala que se pretendió fuera “Museo de la Guerra en la Ciudad Universitaria”. No se terminó nunca y tampoco se inauguró oficialmente el monumento finalizado en 1956. Sus arquitectos fueron Modesto López y Pascual Bravo. Las esculturas más significativas son de Moisés de Huerta. Se puede contemplar una Victoria Alada, una Cuadriga, una Minerva que representa a la inteligencia y otros adornos. En uno de los frontones se representa los “Valores Militares” y en el otro a las Disciplinas Académicas de las Ciencias, Letras y Artes. Igualmente, se pueden leer en latín dos inscripciones que dicen (las traduzco al castellano): “Fundada por la munificencia regia y restaurada por el Caudillo de los españoles, la casa de los estudios madrileños florece en presencia de Dios”. “A las armas vencedoras, la inteligencia que vivirá perpetuamente aquí, da, dona y dedica este monumento”. Como veis todavía permanece una “clara” muestra de la reconciliación” entre ambos bandos. Será ironía pero así sigue todavía. Otra ironía, cerca del Arco de la Victoria, en la calle Isaac Peral, estaba la famosa “Cervecería de Baco”, por concatenación, “el vulgo”, denominó al Arco de la Victoria como “El Laurel de Paco”.

En la citada plazoleta arrancaba la última línea sobreviviente (hasta primeros de los 70) de los tranvías madrileños. Desde la boca de metro el tranvía llegaba a la la Glorieta del Cardenal Cisneros que da paso a la Avenida de la Complutense. Hoy es zona peatonal con carril-bici incluido. A los pocos metros, a la izquierda, se encuentra el Faro de la Moncloa. Tiene 110 metros de alto y termina en una plataforma parecida a un OVNI (a la que se sube por un rápido ascensor) que es un excelente mirador de los tejados madrileños. Hoy en día está en restauración. Se tenía previsto abrirla en septiembre pasado pero los recortes presupuestarios lo han aplazado sine die.

Justo casi enfrente se encuentra el Pabellón del Consejo de Gobierno de la Universidad Complutense y al lado de este el Museo de América (no confundir con la Casa de América sita en el Palacio del Marqués de Linares sobre el que ya he escrito aquí). El edificio se inauguró en 1966 después de un largo proceso de su construcción. En una de sus esquinas se puede observar un torreón parecido a un campanario que hace confundirlo a algunos con una Iglesia.

En mi caminar por este paseo exento de tráfico rodado voy dejando a mi derecha las Facultades de Ingenieros Navales y de Aeronáutica. Una vez en la Avda. de la Complutense, siempre por la derecha, llego a las Facultades de Medicina y Farmacia. Entre ellas se encuentra una amplia Plaza arbolada (salida metro Universidad) donde está erigido el grupo escultórico “El Portador de la Antorcha”. En esta Plaza, los jueves (la semana inglesa ya se ha superado en la Universidad), se celebran “botellones” que han llegado a reunir a más de 10.000 jóvenes (no estoy bebido). Esta Avda. termina en el llamado Paraninfo. En esta especie de Glorieta se encuentra el “Jardín Botánico Alfonso XIII”. Tiene 50.000 m² de extensión y se inauguró en 2001. En su zona oeste corre un arroyo que termina en una balsa de agua, de ella, emergen sucesivamente un pequeño chorro y un gran géiser. Se llama así en honor del Rey “derrocado” por la II República. Este monarca (el día 15 de mayo de 1929) puso la primera piedra de la construcción de la Ciudad Universitaria. Relacionada con estos años recomiendo la novela del ubetense Antonio Muñoz Molina “La noche de los tiempos”.

Antes de rodear la elipse u óvalo que forma el Paraninfo y sus pistas deportivas (Universidad Deportiva: Zona Norte) se encuentran, enfrente, a su derecha, las Facultades de Ciencias: Biológicas, Geológicas, Físicas, Químicas y Matemáticas. En la curva del óvalo está la Facultad de Ingenieros de Telecomunicaciones y la antigua Junta de Energía Nuclear. En los terrenos de esta antigua Junta se esconde (ahora está sellado con hormigón) un pequeño Reactor Nuclear que funcionó experimentalmente y que ahora contamina la zona con sus emisiones radioactivas. Dando la vuelta a la elipse y por tanto otra vez a nuestra derecha, podemos ver las Facultades de Informática, Derecho, Filosofía, Historia y Geografía. Pasado el Paraninfo, en esta acera, se halla la Facultad de Ciencias de la Información y a continuación la Escuela Superior de Ingenieros Agrícolas. Con esta vuelta hemos llegado otra vez a la mencionada Glorieta del Cardenal Cisneros. Es decir, hemos finalizado el recorrido de la Avenida de la Complutense por sus dos lados. (SIGUE)

(CONTINUACIÓN)

Por un puente encima de la Carretera de La Coruña llegamos a la Casa de Velázquez (centro cultural de la embajada francesa) y, lindando con ella, podemos contemplar la Escuela de Arquitectos y de Aparejadores. Su entrada, así como la del Museo del Traje, se realiza por la Avenida de Juan de Herrera (uno de los constructores de El Escorial), enfrente está mi destino de hoy: las instalaciones Deportivas Universitarias de la Zona Sur.

Antes de continuar, quiero contaros una pequeña anécdota personal relacionada con la Casa de Velázquez (el Palacio de Velázquez del Retiro es otro monumento diferente). Esta Casa forma parte de las Escuelas Francesas en el extranjero, como la de Atenas, la de Roma, la de El Cairo o la de Extremo Oriente. Su objetivo es desarrollar las investigaciones y actividades creadoras en el ámbito de la historia, lengua, literatura, civilización y arte de España. Contribuye a la formación de artistas e investigadores y participa en los intercambios artísticos y científicos entre Francia y España. Acoge durante dos años a 18 investigadores (arqueólogos, historiadores, geógrafos, literatos, etc.) y en su Sección Artística a 13 artistas (pintores, escultores, compositores, cineastas o fotógrafos). Hay que añadir varios becarios de grandes ciudades españolas.

Yo tuve como profesora particular de francés (era obligatorio conocer algún idioma para aprobar una de mis varias Oposiciones) a una de sus becarias pintoras. Como en esos años era raro encontrar por Madrid a un tipo con la cabeza afeitada, que usaba sombrero (los rojos no llevan sombrero era un eslogan de una sombrerería de los años 40) y que fumaba en pipa, me propuso que le sirviera de modelo para un retrato que tenía que realizar como prueba a superar. Por lo tanto, visité en varias ocasiones su estudio de la Casa de Velázquez. Detrás del edificio principal (un palacio como los de finales del XIX) hay cinco o seis cabañas de madera que se asignan como vivienda y taller a otros tantos becarios. Sólo cuentan de una habitación con baño y cocina y al dormitorio (situado en un nivel superior) se asciende por una corta escalera de caracol. Cada cabaña tiene un amplio ventanal en la planta baja y un pequeño balcón en la parte de arriba. Juliette (así se llamaba la francesita) terminó con éxito mi retrato y pasó la prueba exigida. Mi sorpresa fue que el último día me invitó a disfrutar de las vistas de la Sierra de Gredos desde su balcón del dormitorio. Efectivamente, sentados en la cama nos “regodeamos” en la contemplación de tan hermoso paisaje. Corramos un tupido velo.

Siguiendo el hilo de la narración, puedo contaros que, en este Complejo Deportivo Sur, los estudiantes universitarios, licenciados y doctores, pueden practicar toda clase de deportes. Está la Piscina de verano (en otra zona hay una cubierta), el campo de Fútbol, las pistas de Tenis y de Pádel, las de Balonmano, Baloncesto y Fútbol Sala, el cambo de Rugbi (donde juega la Selección Española) y por último la pista de Atletismo que rodea a un cuidado césped donde se práctica Gimnasia o se toma el sol. Dentro del recinto que delimita la pista de ceniza hay dos campos de voley-playa. Los campos de fútbol y rugby están separados por un ancho puente con barandillas a ambos lados. En sus bajos se encuentra el Gimnasio cubierto dotado con toda clase de aparatos, los Vestuarios, Baños y Duchas.

En los años cuarenta (siglo XX) en estos locales se abría un Cabaret de moda llamado “El Puente”. Obviamente, además de los jerarcas del SEU (Sindicato Español Universitario), Profesores, Catedráticos, Militares de Alta Graduación o enriquecidos Estraperlistas sin escrúpulos, entre los visitantes más asiduos se encontraban los estudiantes, hijos de padres adinerados (¿quién podía ir a la Universidad en esos años?), que se albergaban en los Colegios Mayores adyacentes. Evidentemente, en casi todos estos Universitarios, se cumplía la conocida máxima de:

“Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”.

Desde la primavera de 1976 (cuando volví del servicio militar) esta pista de Atletismo ha sido y sigue siendo mi segunda casa. Ayer estuve tumbado en el verde haciendo los ejercicios de rehabilitación y leyendo el periódico. Aunque hacía sol, no hacía mucho calor, por este motivo, las “gimnastas universitarias” (por supuesto también “los”) no se desvistieron mucho. Antes de iniciar el camino de vuelta me ha dado tiempo de tomarme una caña. El conserje del bar, Víctor (lo conozco desde niño con pantalón corto), me ha preguntado por mi larga ausencia. Hemos recordado cuando me conoció la primera vez y de cómo se sorprendía que era uno de los pocos que, al terminar las agotadoras carreras, no se refrescaba con Mirindas, Fantas o Coca-Colas, sino con un par de tercios de Mahou y a veces con unas copas de Fino. Por supuesto se extrañaba que le pidiera la correspondiente “tapa” de acompañamiento.

Para regresar a mi casa desde la Pista hago la siguiente ruta: cruzo al Parque del Oeste por una de las entradas laterales de la Avenida de Séneca. Atrás me dejo los siguientes Colegios Mayores: Ximénez de Cisneros, Elio Antonio de Nebrija, Diego Covarrubias, Santa Teresa, San Agustín, Nuestra Señora de Guadalupe (mexicano), Antonio Caro (colombiano) y la Casa de Brasil. Acomodándose al paso de los tiempos casi todos ellos ahora son mixtos (¡si Franco levantara la cabeza!).

Sobre el Colegio Mayor “Casa de Brasil” me gustaría haceros la siguiente recomendación. Cuando juega la “Canariña”, y hace buen tiempo, montan una pantalla gigante de TV en el parquecillo que lo rodea y separa de la calle con un alto seto. La presencia de jóvenes brasileñas y brasileños residentes en Madrid es masiva. Al ritmo de la Samba, con las “caipiriñas” y las espectaculares compañías (tanto femeninas como masculinas) los partidos de fútbol son muy divertidos y en las largas veladas hasta el amanecer (como diría Manolo “El Farmacéutico”) se pasan ratitos muy agradables.

El Parque del Oeste es otro de los pulmones de la capital. Se extiende desde el Puente de los Franceses, hasta casi la calle Bailen (Plaza de España) y desde la Avda. de Séneca y la Carretera de la Coruña hasta Moncloa. Está lleno de fuentes, arroyuelos y pájaros. De hecho, existe un pequeño cercado con una charca de agua en el centro y unos miradores entre los setos. Desde ellos se pueden ver tranquilamente a las avecillas mientras beben agua. En una zona del Parque, cada árbol, planta o flor tiene su cartel explicativo con sus nombres y características correspondientes. Está lleno de estatuas con los próceres de la Independencia Sudamericana (Bolivar, San Martín, Morelos, Artigas, etc.). Sus amplias avenidas arboladas con ejemplares de más de cien años, rodeadas de verde césped y con numerosos bancos para el descanso son una delicia. En uno de sus rincones mana una fuente conocida como la de “La Salud”, como es natural es mi favorita y provoca nostálgicas evocaciones. En la zona próxima al Puente de los Franceses todavía están en pie los bunkers de cemento armado que delimitaban las trincheras de los bandos contendientes en la Guerra Civil.

Una vez que llego a Moncloa, superando el antiguo Ministerio del Aire (en este solar estaba situada la tristemente famosa Cárcel Modelo) y desde la calle de la Princesa giro a la izquierda por Rodríguez San Pedro. Paso por la casa madrileña del prolífico escritor canario D. Benito Pérez Galdós, el de los interminables Episodios Nacionales (¿verdad Josemari?) y toda su larga lista de excelentes obras literarias.

Igualmente, recorro la fachada, que da a esta calle, de la universalmente conocida “Casa de las Flores”. Fue la residencia de Pablo Neruda en Madrid cuando ejercía de cónsul chileno. La lista de artistas e intelectuales que visitaron esa casa no cabría aquí (Lorca, Alberti, Miguel Hernández, Luis Cernuda, Maruja Mallo, Marañón, Hemingway, etc.). Esta casa, con sus paredes de ladrillos rojos envejecidos por el tiempo, se mantiene exactamente igual que cuando la proyectó en 1931 el conocido Secundino Zuazo (arquitecto que inició las obras de los Nuevos Ministerios con Indalecio Prieto como ministro de Obras Públicas). En las ventanas y balcones de sus cuatro costados, así como en sus patios interiores ajardinados, se multiplican las macetas de flores diversas en las que predominan los geranios y claveles.

"Mi casa era llamada la casa de las flores, porque por todas partes estallaban geranios: era una bella casa con perros y chiquillos”. (Pablo Neruda)

Siguiendo calle arriba llego a mi Plaza y doy el paseo por terminado. Una “pipirrana” jimenata (pero sin agua), un filete de pez espada a la plancha y la primera “raja” de melón de este año, dan paso a una merecida siesta de cuarenta y cinco minutos. Las horas después de la siesta y antes del fútbol sabatino las dedico a las labores propias del hogar (compras, lavandería, zapatería, limpieza, etc).

Las horas de la noche las dejo como misterio, pues no en vano alguien me enseñó que en el misterio se encuentra la mitad de la belleza. También aprendí que, un oportuno silencio, en algunos temas, es tan necesario como el silencio con que la luna cubre las sombras de la noche.

Saludos y hasta otra,

PD: Tenía que terminar con el “relato” de mis andares de esta mañana. Pero como estoy harto de perder tanto tiempo en colgar las páginas anteriores, lo dejo para mañana.