LOS DOMINGOS POR LA TARDE, PESE AL FÚTBOL, NO OS ABANDONO.
DIVAGANDO POR LAS CALLES Y PARQUES DE MADRID (Por Luismarín).
(2ª PARTE)
Antes de iniciar el “relato” de mis andares por esta mañana dominical, quiero agradecerle a Antonio O. P. el detalle que ha tenido de “colgar” la foto que hizo a mi retrato al oleo que me regaló el amigo Diego Mairena (Diego el “Cojo” como también se le conoce). Salió del taller-estudio de pintores que dispone (junto a Charo su mujer y también pintora) en su finca “La Oropéndola” (antiguamente conocida como “El chalet de D. Ildefonso), vecina a la Romaniente.
Como ya he contado antes, hoy iba a acudir al Real Jardín Botánico sito en el Paseo del Prado. He salido de mi casa sobre las nueve y media y voy dispuesto a hacer el recorrido dando un (no muy largo) paseo por alguna de las Arterias más conocidas de Madrid. Desde la calle Alberto Aguilera enseguida se cruza a la calle Conde Duque y se recorre la larga fachada del viejo Cuartel de ese nombre (fue sede de los Guardias de Corps a los que perteneció D. Manuel Godoy, el Valido (dicen que amante y padre de alguno de los hijos) de la Reina María Luisa, la esposa de Carlos IV de Borbón. Enseguida se llega a la calle de la Princesa y dejamos a la derecha la Torre de Madrid y la Plaza de España. Subiendo por la Gran Vía (llamada en los días de asedio a Madrid, por las tropas moras franquistas, como "Avenida de los Obuses" o del "Quince y Medio”, como el calibre de los obuses que, durante casi tres años caían todos los días sobre los madrileños, lanzados por las baterías emplazadas en el Cerro Garabitas de la Casa de Campo).
Recorriendo los pocos metros que separan el cruce de esta Vía con la calle Alcalá nos plantamos en la Fuente de las Cibeles y el Palacio de Comunicaciones (ahora sede del Ayuntamiento). Por esta acera uno pasa por la puerta del Museo Naval, el Hotel Ritz y el Museo del Prado. Al final de la fachada de la Pinacoteca Universal se encuentra la Plaza de Murillo y en ella las taquillas y puerta de entrada al Jardín Botánico. No ha transcurrido apenas media hora y, antes del inicio del “Paseo Musical”, tengo tiempo de deambular un poco por los caminos interiores del Parque.
Estamos en primavera: “cuando la sangre se altera”. Ahora los días son más largos y templados. Sin embargo, el tiempo atmosférico no deja de recordarnos el viejo refrán de que “hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”. Pero esta mañana ha empezado soleada aunque el astro rey no nos castiga demasiado con sus ígneos rayos. La temperatura es suave y en el Jardín Botánico casi todas las flores están abiertas. El aire está lleno de perfumes y la vista disfruta con tantos colores que parece como si alguien hubiera plantado semillas del Arco Iris. Por ahí están las rosas, con tantos pétalos como espinas. Las volubles hortensias, que cambian de color dependiendo de la acidez del suelo donde estén plantadas. Las amapolas, las dalias, las magnolias, las camelias y muchas otras flores más que componen una alegre Verbena.
Los holandeses dicen que es ofender a Dios despreciar las flores. Cuando más bella es la flor, más se ofende a Dios al despreciarla. Para ellos, el tulipán es la más hermosa de todas las flores. Luego, quien desprecia al tulipán ofende a Dios infinitamente.
Me acerco a un naranjo en flor donde algo se mueve entre sus hojas. De una de sus tallos cuelga una especie de vaina del tamaño del dedo meñique. Mi nariz es golpeada por el aroma de esas flores blancas arropadas entre las verdes hojuelas. La vaina se mueve porque algo la está rasgando desde su interior. En pocos segundos la cobertura se deshace. De la ramita del naranjo cuelga boca abajo una mariposilla que frota sus alas para limpiar los restos de una espuma pegajosa, pronto las despliega en toda su hermosura. Acaba de nacer y no necesita más tiempo para iniciar el vuelo.
No quiera dejar de aportar algunos datos sobre este Edén "madrileñíno". El Real Jardín Botánico de Madrid fue fundado por R. O de 17 de octubre de 1755 del Rey Fernando VI en el Soto de Migas Calientes, cerca del río Manzanares. Pero fue Carlos III el que ordenó en 1781 el traslado a su situación actual (entre las Fuentes de Atocha y Neptuno) del Paseo del Prado. Su Majestad quiso dar importancia a esa zona de futura expansión de la Villa y, siendo en ese momento un terreno abrupto formado por terrazas y cerrillos, el Rey ideó lo que se conoció como “La Colina de las Ciencias”. Edificó allí el Museo de Ciencias Naturales, la obra cumbre del arquitecto Juan de Villanueva, palacete que el monarca no llegaría a ver terminado y que posteriormente pasaría a ser una de las mejores pinacotecas del mundo. Igualmente, más al sur se mandó construir el Jardín Botánico y, junto a ambos, en el cerro de San Blas, erigió el Observatorio Astronómico.
El año de su inauguración el Jardín Botánico contaba con una única entrada desde el Paseo del Prado, la llamada Puerta Real, obra también de Villanueva. Está formada por un arco de medio punto con archivolta y dos columnas de orden dórico. Como material se utilizo piedra de granito de Colmenar Viejo (la misma que Felipe II empleó en El Escorial). En 1789, con motivo de la Jura del Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, entraron en el Botánico, por la puerta que da a la Plaza de Murillo, Carlos IV, la reina María Luisa, los príncipes y el resto de la comitiva. Hoy en día esta es la única puerta abierta para su acceso y la Puerta Real permanece cerrada. El Jardín está rodeado por una verja de hierro fabricada en Tolosa (Guipuzcua) y que descansa en pilares igualmente de granito, posiblemente también fue diseño de Villanueva. Por entonces tenía una extensión de 10 hectáreas.
En 1808, la Guerra de la Independencia le trajo al Jardín años de abandono y tristeza. Sobre 1860 se realizaron importantes reformas como la construcción del Invernadero y la instalación de un Zoológico que luego se trasladaría a los Jardines del Retiro. En 1882 se segregaron dos hectáreas para construir el Ministerio de Fomento (hoy Ministerio de Agricultura) y se abrió la calle de Claudio Moyano (en nombre del Ministro de Instrucción Pública autor de uno de los más fructíferos Planes de Enseñanza de la historia de España) más conocida como la “Cuesta de los Libreros” por las numerosas casetas de madera que se dedican a la compraventa de toda clase de textos.
La superficie actual de 8 hectáreas está distribuida en tres niveles aterrazados que se adaptan a la orografía del terreno. Están dispuestos en forma de cuarteles cuadrados, siguiendo un trazado octogonal rematado en las esquinas con fuentes circulares. El Jardín se convirtió en el receptor de los envíos de las expediciones científicas por territorio Americano que auspició la Corona. En estos momentos el Jardín contiene más de 5.000 diferentes especies de árboles y plantas de todo el mundo. En las orillas de sus paseos destacan los Olmos del Cáucaso con más de 40 m. de altura, algunos cipreses de 240 años de antigüedad, las sequoias americanas, los almeces australianos y uno de los 231 ejemplares de “Ciprés del Sahara” que existen en todo el mundo. El más popular de sus árboles es el conocido “Pantalones”, un centenario y descomunal olmo (álamo negro en Jimena) que debe ese nombre a esa peculiar forma.
(SIGUE)
DIVAGANDO POR LAS CALLES Y PARQUES DE MADRID (Por Luismarín).
(2ª PARTE)
Antes de iniciar el “relato” de mis andares por esta mañana dominical, quiero agradecerle a Antonio O. P. el detalle que ha tenido de “colgar” la foto que hizo a mi retrato al oleo que me regaló el amigo Diego Mairena (Diego el “Cojo” como también se le conoce). Salió del taller-estudio de pintores que dispone (junto a Charo su mujer y también pintora) en su finca “La Oropéndola” (antiguamente conocida como “El chalet de D. Ildefonso), vecina a la Romaniente.
Como ya he contado antes, hoy iba a acudir al Real Jardín Botánico sito en el Paseo del Prado. He salido de mi casa sobre las nueve y media y voy dispuesto a hacer el recorrido dando un (no muy largo) paseo por alguna de las Arterias más conocidas de Madrid. Desde la calle Alberto Aguilera enseguida se cruza a la calle Conde Duque y se recorre la larga fachada del viejo Cuartel de ese nombre (fue sede de los Guardias de Corps a los que perteneció D. Manuel Godoy, el Valido (dicen que amante y padre de alguno de los hijos) de la Reina María Luisa, la esposa de Carlos IV de Borbón. Enseguida se llega a la calle de la Princesa y dejamos a la derecha la Torre de Madrid y la Plaza de España. Subiendo por la Gran Vía (llamada en los días de asedio a Madrid, por las tropas moras franquistas, como "Avenida de los Obuses" o del "Quince y Medio”, como el calibre de los obuses que, durante casi tres años caían todos los días sobre los madrileños, lanzados por las baterías emplazadas en el Cerro Garabitas de la Casa de Campo).
Recorriendo los pocos metros que separan el cruce de esta Vía con la calle Alcalá nos plantamos en la Fuente de las Cibeles y el Palacio de Comunicaciones (ahora sede del Ayuntamiento). Por esta acera uno pasa por la puerta del Museo Naval, el Hotel Ritz y el Museo del Prado. Al final de la fachada de la Pinacoteca Universal se encuentra la Plaza de Murillo y en ella las taquillas y puerta de entrada al Jardín Botánico. No ha transcurrido apenas media hora y, antes del inicio del “Paseo Musical”, tengo tiempo de deambular un poco por los caminos interiores del Parque.
Estamos en primavera: “cuando la sangre se altera”. Ahora los días son más largos y templados. Sin embargo, el tiempo atmosférico no deja de recordarnos el viejo refrán de que “hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”. Pero esta mañana ha empezado soleada aunque el astro rey no nos castiga demasiado con sus ígneos rayos. La temperatura es suave y en el Jardín Botánico casi todas las flores están abiertas. El aire está lleno de perfumes y la vista disfruta con tantos colores que parece como si alguien hubiera plantado semillas del Arco Iris. Por ahí están las rosas, con tantos pétalos como espinas. Las volubles hortensias, que cambian de color dependiendo de la acidez del suelo donde estén plantadas. Las amapolas, las dalias, las magnolias, las camelias y muchas otras flores más que componen una alegre Verbena.
Los holandeses dicen que es ofender a Dios despreciar las flores. Cuando más bella es la flor, más se ofende a Dios al despreciarla. Para ellos, el tulipán es la más hermosa de todas las flores. Luego, quien desprecia al tulipán ofende a Dios infinitamente.
Me acerco a un naranjo en flor donde algo se mueve entre sus hojas. De una de sus tallos cuelga una especie de vaina del tamaño del dedo meñique. Mi nariz es golpeada por el aroma de esas flores blancas arropadas entre las verdes hojuelas. La vaina se mueve porque algo la está rasgando desde su interior. En pocos segundos la cobertura se deshace. De la ramita del naranjo cuelga boca abajo una mariposilla que frota sus alas para limpiar los restos de una espuma pegajosa, pronto las despliega en toda su hermosura. Acaba de nacer y no necesita más tiempo para iniciar el vuelo.
No quiera dejar de aportar algunos datos sobre este Edén "madrileñíno". El Real Jardín Botánico de Madrid fue fundado por R. O de 17 de octubre de 1755 del Rey Fernando VI en el Soto de Migas Calientes, cerca del río Manzanares. Pero fue Carlos III el que ordenó en 1781 el traslado a su situación actual (entre las Fuentes de Atocha y Neptuno) del Paseo del Prado. Su Majestad quiso dar importancia a esa zona de futura expansión de la Villa y, siendo en ese momento un terreno abrupto formado por terrazas y cerrillos, el Rey ideó lo que se conoció como “La Colina de las Ciencias”. Edificó allí el Museo de Ciencias Naturales, la obra cumbre del arquitecto Juan de Villanueva, palacete que el monarca no llegaría a ver terminado y que posteriormente pasaría a ser una de las mejores pinacotecas del mundo. Igualmente, más al sur se mandó construir el Jardín Botánico y, junto a ambos, en el cerro de San Blas, erigió el Observatorio Astronómico.
El año de su inauguración el Jardín Botánico contaba con una única entrada desde el Paseo del Prado, la llamada Puerta Real, obra también de Villanueva. Está formada por un arco de medio punto con archivolta y dos columnas de orden dórico. Como material se utilizo piedra de granito de Colmenar Viejo (la misma que Felipe II empleó en El Escorial). En 1789, con motivo de la Jura del Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, entraron en el Botánico, por la puerta que da a la Plaza de Murillo, Carlos IV, la reina María Luisa, los príncipes y el resto de la comitiva. Hoy en día esta es la única puerta abierta para su acceso y la Puerta Real permanece cerrada. El Jardín está rodeado por una verja de hierro fabricada en Tolosa (Guipuzcua) y que descansa en pilares igualmente de granito, posiblemente también fue diseño de Villanueva. Por entonces tenía una extensión de 10 hectáreas.
En 1808, la Guerra de la Independencia le trajo al Jardín años de abandono y tristeza. Sobre 1860 se realizaron importantes reformas como la construcción del Invernadero y la instalación de un Zoológico que luego se trasladaría a los Jardines del Retiro. En 1882 se segregaron dos hectáreas para construir el Ministerio de Fomento (hoy Ministerio de Agricultura) y se abrió la calle de Claudio Moyano (en nombre del Ministro de Instrucción Pública autor de uno de los más fructíferos Planes de Enseñanza de la historia de España) más conocida como la “Cuesta de los Libreros” por las numerosas casetas de madera que se dedican a la compraventa de toda clase de textos.
La superficie actual de 8 hectáreas está distribuida en tres niveles aterrazados que se adaptan a la orografía del terreno. Están dispuestos en forma de cuarteles cuadrados, siguiendo un trazado octogonal rematado en las esquinas con fuentes circulares. El Jardín se convirtió en el receptor de los envíos de las expediciones científicas por territorio Americano que auspició la Corona. En estos momentos el Jardín contiene más de 5.000 diferentes especies de árboles y plantas de todo el mundo. En las orillas de sus paseos destacan los Olmos del Cáucaso con más de 40 m. de altura, algunos cipreses de 240 años de antigüedad, las sequoias americanas, los almeces australianos y uno de los 231 ejemplares de “Ciprés del Sahara” que existen en todo el mundo. El más popular de sus árboles es el conocido “Pantalones”, un centenario y descomunal olmo (álamo negro en Jimena) que debe ese nombre a esa peculiar forma.
(SIGUE)
(CONTINUACIÓN)
Dentro de las variadas actividades que realiza la Dirección de dicho jardín, hoy comenzaban los “Paseos Musicales por el Real Jardín Botánico" en colaboración con el Conservatorio Amaniel. El programa ha sido el siguiente:
11,30 Glorieta de Murillo: “Nintendo Suite de Jorge Quesada”. 11,50 Plaza de Linneo: “El cóndor pasa” (Popular). 12,10 Glorieta de Los Tilos Sur: “Sonata en La menor de Haendel”. 12,30 Glorieta de los Plátanos: “Vals Sentimental de Tchaikovsky”. 12,50 Glorieta de los Castaños: “Suite en dúo de Guy Lacour”. 13,10 Glorieta de los Tilos Norte: “Cuarteto K421 de Mozart”. 13,30 Plaza de Linneo: “Canciones del mundo” (Coral).
He tenido la suerte de poder escuchar todas las interpretaciones con excepción de la última. La aparición de una fina llovizna lo ha impedido.
Una vez finalizada la visita he vuelto a mi casa tomando el metro en la estación Banco de España de la línea 2. Sin trasbordo alguno, en apenas diez minutos, he llegado a la estación de la Glorieta de San Bernardo o de Ruíz Giménez. Una de sus bocas de salida está a cincuenta metros de mi Plaza del Conde del Valle de Suchil.
La puerta anterior a la mía es la del Gran Hotel Conde Duque. Fue rehabilitado para aumentar su categoría (cuatro estrellas) en 1992. La inauguración la realizó la Duquesa de Alba y su marido de entonces: “Aguirre el Magnífico”. Sobre este hecho voy a contaros una entretenida anécdota.
El día de la inauguración, la puerta y acera del Hotel estaba tomada por una multitud de fotógrafos y periodistas de Radio y TV. Esperaban que la Duquesa descorriera la cortinilla que oculta la placa con la fecha del evento.
Sin embargo, el portal (el hall) de mi casa está comunicado con el hotel por una puerta semi-secreta que da paso al "recibidor" de los clientes. También comunica, por otra puerta frente a la anterior, al restaurante del hotel. Para llegar a este "comedor" hay que atravesar el “hall” de entrada de mi edificio.
Cuando crucé la puerta secreta me encontré frente a frente con la Duquesa y el Duque de Alba esperando sentados delante del mostrador de Recepción. Estaban solos, pues todas las autoridades y el resto de la comitiva los aguardaban en la puerta Principal.
Yo conocía a D. Jesús de Aguirre (el Duque consorte) de los días en que ejercía de Vicario (era jesuita) en la Iglesia de la Ciudad Universitaria de la Complutense. Evidentemente, todavía no se había casado con Dña. Cayetana. Un año (creo que fue 1976) hubo una huelga general de PNN que prácticamente duró todo el curso (algunos lo recordaran mejor que yo). En el segundo cuatrimestre, D. Jesús nos dio una serie de conferencias sobre Guillermo de Occam. Su tesis doctoral (que hizo en la Universidad alemana de Múnich y donde fue alumno del por entonces Cardenal Ratzinger), versaba sobre este filósofo. Debido a la huelga, la asistencia a sus ponencias era escasa y algunas tardes, al ser tan pocos los alumnos, nos reuníamos en una mesa redonda del Bar de la Facultad de Ciencias Políticas. Compartimos más de un café y alguna que otra cachimba “aliñada”. Recuerdo que le llamaba la atención una de mis pipas cuya cazoleta es de espuma de mar blanca y representa la cabeza de un árabe con turbante.
Esa tarde, cuando me encontré frente a él en la recepción del Hotel, llevaba la mencionada pipa y se ve que la recordaba todavía. Seguramente, por el hecho de que estábamos solos, me saludó amablemente y recordamos aquellos viejos tiempos. Yo a mi vez, saludé a su esposa la Duquesa de Alba. No se me olvidó que, mi madre, siempre que la veía en la Tele, decía que, siendo de su edad como parecía (por aquellos años) mucho más joven que ella. Aprovechando la momentánea intimidad tuve tiempo de hacerle ese comentario. Apenas intercambiamos unas frases, pues su presencia era requerida urgentemente por el Alcalde que los esperaba en la puerta. Por mi parte, pude ver tranquilamente toda la ceremonia acodado en el mostrador de la vacía Recepción y fumándome con deleite la mencionada pipa, esta vez sin “aliño” alguno.
Algunos que conozcan mi Plaza, saben que esa zona es un barrio de personas famosas y de profesionales liberales bien establecidos, de gente rica, se dice. Mi apartamento lo tengo en régimen de alquiler, con una renta aceptable pues llevo viviendo aquí más de 25 años. Yo no soy rico, en todo caso, creo ser "rico de espíritu". Por este motivo, por ser rico de espíritu, no podré ir al Cielo, ya que, como todos sabemos una de las Bienaventuranzas reza así: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos verán el Reino de los Cielos”. En fin, nos conformaremos con visitar a Pedro Botero en sus célebres Calderas.
Voy a terminar recordando la intervención de uno de los foreros (me parece que era Lope) donde se quejaba de la indiferencia general ante el “descabalgamiento” del sacerdote D. José Chamizo como Defensor del Pueblo Andaluz. Venía a decir que cómo era posible que ningún forero dijera nada. Con relación a esto, voy a recordar una breve conversación que, según cuentan algunos, mantuvo el desaparecido diestro Manolete (víctima del superfamoso “Islero”) con uno de sus mozos de estoques. La escena se desarrolló en el Hotel Palace de Madrid de la siguiente forma:
Manolete, que llevaba un buen rato sentado y mudo en un sillón, oyó que el asistente le decía ¡”maestro que bien se está callao”. Entonces, el torero le respondió así: “Mejor se está sin decir ná de ná”.
Saludos y hasta otra,.
Dentro de las variadas actividades que realiza la Dirección de dicho jardín, hoy comenzaban los “Paseos Musicales por el Real Jardín Botánico" en colaboración con el Conservatorio Amaniel. El programa ha sido el siguiente:
11,30 Glorieta de Murillo: “Nintendo Suite de Jorge Quesada”. 11,50 Plaza de Linneo: “El cóndor pasa” (Popular). 12,10 Glorieta de Los Tilos Sur: “Sonata en La menor de Haendel”. 12,30 Glorieta de los Plátanos: “Vals Sentimental de Tchaikovsky”. 12,50 Glorieta de los Castaños: “Suite en dúo de Guy Lacour”. 13,10 Glorieta de los Tilos Norte: “Cuarteto K421 de Mozart”. 13,30 Plaza de Linneo: “Canciones del mundo” (Coral).
He tenido la suerte de poder escuchar todas las interpretaciones con excepción de la última. La aparición de una fina llovizna lo ha impedido.
Una vez finalizada la visita he vuelto a mi casa tomando el metro en la estación Banco de España de la línea 2. Sin trasbordo alguno, en apenas diez minutos, he llegado a la estación de la Glorieta de San Bernardo o de Ruíz Giménez. Una de sus bocas de salida está a cincuenta metros de mi Plaza del Conde del Valle de Suchil.
La puerta anterior a la mía es la del Gran Hotel Conde Duque. Fue rehabilitado para aumentar su categoría (cuatro estrellas) en 1992. La inauguración la realizó la Duquesa de Alba y su marido de entonces: “Aguirre el Magnífico”. Sobre este hecho voy a contaros una entretenida anécdota.
El día de la inauguración, la puerta y acera del Hotel estaba tomada por una multitud de fotógrafos y periodistas de Radio y TV. Esperaban que la Duquesa descorriera la cortinilla que oculta la placa con la fecha del evento.
Sin embargo, el portal (el hall) de mi casa está comunicado con el hotel por una puerta semi-secreta que da paso al "recibidor" de los clientes. También comunica, por otra puerta frente a la anterior, al restaurante del hotel. Para llegar a este "comedor" hay que atravesar el “hall” de entrada de mi edificio.
Cuando crucé la puerta secreta me encontré frente a frente con la Duquesa y el Duque de Alba esperando sentados delante del mostrador de Recepción. Estaban solos, pues todas las autoridades y el resto de la comitiva los aguardaban en la puerta Principal.
Yo conocía a D. Jesús de Aguirre (el Duque consorte) de los días en que ejercía de Vicario (era jesuita) en la Iglesia de la Ciudad Universitaria de la Complutense. Evidentemente, todavía no se había casado con Dña. Cayetana. Un año (creo que fue 1976) hubo una huelga general de PNN que prácticamente duró todo el curso (algunos lo recordaran mejor que yo). En el segundo cuatrimestre, D. Jesús nos dio una serie de conferencias sobre Guillermo de Occam. Su tesis doctoral (que hizo en la Universidad alemana de Múnich y donde fue alumno del por entonces Cardenal Ratzinger), versaba sobre este filósofo. Debido a la huelga, la asistencia a sus ponencias era escasa y algunas tardes, al ser tan pocos los alumnos, nos reuníamos en una mesa redonda del Bar de la Facultad de Ciencias Políticas. Compartimos más de un café y alguna que otra cachimba “aliñada”. Recuerdo que le llamaba la atención una de mis pipas cuya cazoleta es de espuma de mar blanca y representa la cabeza de un árabe con turbante.
Esa tarde, cuando me encontré frente a él en la recepción del Hotel, llevaba la mencionada pipa y se ve que la recordaba todavía. Seguramente, por el hecho de que estábamos solos, me saludó amablemente y recordamos aquellos viejos tiempos. Yo a mi vez, saludé a su esposa la Duquesa de Alba. No se me olvidó que, mi madre, siempre que la veía en la Tele, decía que, siendo de su edad como parecía (por aquellos años) mucho más joven que ella. Aprovechando la momentánea intimidad tuve tiempo de hacerle ese comentario. Apenas intercambiamos unas frases, pues su presencia era requerida urgentemente por el Alcalde que los esperaba en la puerta. Por mi parte, pude ver tranquilamente toda la ceremonia acodado en el mostrador de la vacía Recepción y fumándome con deleite la mencionada pipa, esta vez sin “aliño” alguno.
Algunos que conozcan mi Plaza, saben que esa zona es un barrio de personas famosas y de profesionales liberales bien establecidos, de gente rica, se dice. Mi apartamento lo tengo en régimen de alquiler, con una renta aceptable pues llevo viviendo aquí más de 25 años. Yo no soy rico, en todo caso, creo ser "rico de espíritu". Por este motivo, por ser rico de espíritu, no podré ir al Cielo, ya que, como todos sabemos una de las Bienaventuranzas reza así: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos verán el Reino de los Cielos”. En fin, nos conformaremos con visitar a Pedro Botero en sus célebres Calderas.
Voy a terminar recordando la intervención de uno de los foreros (me parece que era Lope) donde se quejaba de la indiferencia general ante el “descabalgamiento” del sacerdote D. José Chamizo como Defensor del Pueblo Andaluz. Venía a decir que cómo era posible que ningún forero dijera nada. Con relación a esto, voy a recordar una breve conversación que, según cuentan algunos, mantuvo el desaparecido diestro Manolete (víctima del superfamoso “Islero”) con uno de sus mozos de estoques. La escena se desarrolló en el Hotel Palace de Madrid de la siguiente forma:
Manolete, que llevaba un buen rato sentado y mudo en un sillón, oyó que el asistente le decía ¡”maestro que bien se está callao”. Entonces, el torero le respondió así: “Mejor se está sin decir ná de ná”.
Saludos y hasta otra,.