JIMENA: Muchas gracias Luís, una vez mas, por esos momentos...

(CONTINUACIÓN)

El “Coto Minero” de Linares tiene las señales inequívocas de una región habitada por la memoria que aboca a la nostalgia. En esa dilatada memoria no acierta uno a saber descifrar si la Historia de Linares hizo a las minas o fueron éstas las que perfilaron a la ciudad. Deambulando por el coto minero, como Don Quijote, uno trastoca los molinos de viento por cabrias y se lanza a la batalla contra los molinos encarnados en sentimientos. En cada extinto yacimiento se ve el antiguo resplandor de la galena argentífera. En cada sombra muda, los testigos del sudor para sacarse el miserable jornal. En cada bocarrena abandonaba al sol y la intemperie, encuentra un verso de Taranta. Uno puede atisbar las últimas señales de una gloria que despedazó la lluvia y el viento en forma de herrumbre sobre un plomo devaluado por la moneda y el olvido:

”Taranta que tanto sabes/ de dolores y pesares. / Taranta que tanto sabes,/ ponle tu nombre a esta pena/ que recorre mi memoria/ con amargor de galena.

Aquí enumero una serie de nombres que estarán vinculados para siempre a la historia de Linares y sus mineros: Mina de La Cruz, Del Romero, Arrayanes, Matacabras, De la Tortilla, San Miguel, El Mimbre o Los Alamillos. Pozos de San José, de San Adriano, de Santa Águeda, El Chifle, Pozo Cero, de La Unión o de San Vicente.

Más de un minero entonaría (si vivió para escucharla) con triste penar una de las estrofas de la letra de una famosa canción compuesta por Víctor Manuel, hijo y nieto de trabajadores de la mina:

”Quizás la primavera deshojaba el olor de la pólvora mojada o el sabor del carbón mientras picaba El abuelo fue picaor allá en la mina y arrancando negro carbón quemó su vida”.

Para terminar con el relato de la actuación no debo, ni quiero, olvidarme del guitarrista: Juan Ballesteros Ramírez. Su primer apellido nos puede hacer imaginar que entre sus antepasados figuraron artesanos de otra clase de cuerdas, las cuerdas de la ballesta. Aquellos artífices tan necesarios para el buen funcionamiento de la otrora temible arma medieval. Sus cuerdas, también necesitaban el temple, la fuerza y la tirantez precisa para que los “virotes” que lanzaban llegaran certeramente a su blanco. Hoy en día, este Ballestero, trata a sus cuerdas con más sutileza, sabe acariciar el mástil de su guitarra con la sensibilidad necesaria como la que hay que emplear cuando se “trastea” el delicado talle de una mujer para sacarle sus pasiones más recónditas. Como la Taranta, Juan también es de Linares. Tuvo entre sus maestros a su paisano Luis Moreno “Niño de la Paz”, al profesor Paco Serrano y al guitarrista jienense Pedro Peinado. Desde 1981 es guitarrista oficial del Concurso de Tarantas de Linares. Entre sus grabaciones discográficas destacan “Tarantas de Linares y “Tarantas y otros cantes de Jaén”. Ha compartido cartel con Camarón de la Isla, Tomatito, Vicente Amigo, José Mercé y El Pele. Entre las figuras, tanto del cante como del baile flamenco, a las que ha acompañado, destacan estas: Carmen Linares, Juanito Valderrama, Chano Lobato, José el de la Tomasa, El Perro de Paterna, La Niña de la Puebla, todos ellos integrantes de una lista interminable. Juan al que hemos de llamar “maestro” porque no me cabe otra palabra más grande, es un guitarrista alegre. Alguna de sus alumnas lo considera “la alegría de sus clases”. Lo coordina y monta todo con una profesionalidad y seguridad impecable. Sólo has de contarle lo que sientes para que él encuentre la música adecuada. Juan, además de hacer milagros constantemente con sus dedos, aporta en el escenario una seguridad impagable para los jóvenes debutantes. Todos sabemos que es un lujo contar con él, por si acaso, para el que no lo sepa, es de resaltar su humildad, lo cual lo hace más grande. Quizás algunos no sepamos apreciar, en su justa medida, la fortuna de gozar de ese “sortilegio” que sabe arrancar a su guitarra en cada una de las visitas que nos hace.

Ya solo me queda, para finalizar, realizar una reflexión personal: No entiendo porqué la asistencia de público (aunque parece que cada vez hay más animación) no es mayor de la que suele ser habitual. Tal vez, como en otras tantas cosas que ocurren en Jimena, las “banderías” políticas son determinantes a la hora de tomar partido sobre temas que nada tienen que ver con la política. Quizás, para algunos, el hecho de que Juan “Caracol” y Paco “El de Caniles” (los grandes animadores de la Peña Flamenca), sean de reconocida militancia socialista, les “coaccione instintivamente” a la hora de poder disfrutar de un espectaculo imborrable y en lugar tan emblemático como el Patio del Castillo. Un sitio difícil de encontrar en localidades pequeñas como la nuestra. La otra noche, el Relaciones Públicas de la Peña Flamenca “El Trillo”, de Mancha Real, nos comentaba que, en ningún pueblo de la provincia de Jaén se puede encontrar un “sitio” como el nuestro a la hora de disfrutar de un acontecimiento artístico como el que acabábamos de presenciar.

Una vez acabada la actuación, el vino fino de La Ina o la Manzanilla de San Lucar de Barrameda, rebosaron con holgura los "panzudos" catavinos. Este año, el servicio de “ambigú” de la Peña Flamenca corre a cargo de Marisa y Melchor. Por primera vez, se pueden degustar toda clase de tapas calientes. Por si fuera poco, las últimas copas de contenido más “espirituoso” vienen acompañadas de una suculenta repostería de raíces jimenatas y albanchecinas (por la parte que le toca a Isabel, madre de Marisa).

Seguramente, si hubiera hecho acto de presencia nuestro comprovinciano Joaquín Sabina, no le habría importado acabar cantando así:

“Y nos dieron las dos, las tres y las cuatro/ Y demasiado alegres, al amanecer nos encontró la luna”.

Saludos y hasta otra,

Muchas gracias Luís, una vez mas, por esos momentos que nos haces llegar. Me he sentido transportado a esa noche fresca de Jimena con aroma de higuera, patio del Castillo que tantos recuerdos de juventud nos trae con su palmera árabe y sus baldosas levantadas (ya por fin reparadas) con sus finos dibujos arábigos.
Parece como si estuviera viendo a D. Antonio Jiménez, con su traje gris ajado como toda su persona, romper el silencio de la noche con una voz quebrada por la lucha de la vida y de la noche. En contraste la juventud, la belleza y las manos de Belén, blanco sobre negro, pelo oscuro recogido en moño, voz vibrante y las manos, otra vez las manos.
Milongas, guajiras, fandangos, taranta y la soleá. La soleá cante de los cantes y la guitarra de Ballesteros y el castillo nazarí y la noche, regada la noche. Gracias.