LOS DOMINGOS POR LA TARDE, PESE AL FÚTBOL, NO OS ABANDONO.
PICKI: IN MEMORIAM (Por Luismarín)
Ya sabemos gracias al bueno de D. Antonio Machado y a su inmejorable divulgador Juan Manuel Serrat, que “Todo pasa y todo queda, por qué lo nuestro es pasar”. Parece que fue ayer, pero ya hace algo más de un mes que dije un ¡Hasta luego! desde esta columna semanal ubicada en nuestro querido Foro de Jimena. Y en efecto, en este corto periodo de tiempo han pasado cosas. Han pasado cosas más o menos buenas y alguna mala, pero sobre todas, una malísima, la pérdida de nuestra PICKI. A ella le dedico este primer “relato” post veraniego. Digo post veraniego por qué, aunque meteorológicamente, para el final de la estación todavía faltan tres semanas, para muchos, el final de las vacaciones y la incorporación a la vida laboral marca el final del verano.
Para muchos amigos de Picki las vacaciones tuvieron un antes y un después de la fatídica fecha de su doloroso adiós. Aunque el grueso de mi narración la centre en el “después”, algo contaré del “antes”.
Como casi siempre que voy a Jimena, las dos semanas transcurridas entre el diez y el veinticuatro de agosto estuvieron llenas de actos lúdico-sociales, gastronómicos y etílicos. Sobre estos últimos, hoy leo con satisfacción que, según un estudio realizado por un equipo de médicos dirigido por el eminente investigador de la Universidad de Navarra D. Ángel Martínez González, algún vaso de vino al día reduce el riesgo de tener una depresión. Como no especifica cuantos, el número me lo he puesto yo mismo. Para que no se escandalice nadie, lo mantendré en el más profundo de los secretos.
Hemos visitado asiduamente El Mirador, El Arco Iris, El Kiosko de Cánava, El Bar de la Piscina, El Desmadre, Los Pozos, El Tocata y sobre todo al Pulga y al Linternas en sus acogedoras terrazas de la Plaza de Gracia. Las Veladas Flamencas en el Patio del Castillo no se han escapado de la apretada agenda. También, en el mismo sitio, le hemos dado un empujoncito al estimulo de la Lectura y nos reunimos el día 23 muchos de los “foreros activos y pasivos" provenientes de diversos puntos de la geografía hispana. El V Encuentro Forero será el del verano que viene y dado el “consenso” general se propondrá que se celebre en el mismo lugar.
No me puedo dejar en el olvido los encuentros “culinarios” celebrados en Villa Mantecas, en La Oropéndola (antiguo chalet de D. Ildefonso en la Romaniente), en la Cochera de Manuel Pachancho (aquí, un grupo de amigos, le hicimos un pequeño homenaje al siempre recordado Seba Margarito) o en la inauguración de la terraza de Juana Mari la hija de Pedro el de la Luz. A este último evento acudió, ya casi sin fuerzas, la Picki. Enseguida me di cuenta que el Ángel que tenía a su lado no era el de la Guarda, era otro Ángel, el más temido de todos: el Ángel Exterminador.
Como veréis estos “Días de Vino y Rosas” (así se llama una película interpretada por Jack Lemmon y cuya banda sonora ganó el Oscar de 1963) han sido intensos. Sin embargo, en contra de lo que decía Albert Einstein sobre la realidad (La realidad no es otra cosa que la capacidad de engañarse que tienen nuestros sentidos), el lunes veinticinco, la realidad nos golpeó duramente y sin engaño alguno para nuestro sentir. En esa madrugada nos enteramos que la Picki no quiso seguir sufriendo ni continuar haciendo padecer a su familia.
Prácticamente todo el pueblo asistió a su funeral en la Iglesia y muchos la acompañamos hasta el nicho donde descansaba su madre (Madalenilla la Practicanta) y en donde se le había hecho un hueco para que ella también descansara. Yo quise rescatar la antigua tradición de despedir a los difuntos al pié de la tumba con una corta Oración Fúnebre, Laica en mi caso. Sentí la necesidad de hacerlo y su marido y sus hijos me dieron su consentimiento. Sus propios hijos y algunos amigos me pidieron que les pasara el texto. Esas palabras improvisadas en poco tiempo y recogidas en un borrador (que he retocado ligeramente) son las que vienen a continuación:
(SIGUE)
PICKI: IN MEMORIAM (Por Luismarín)
Ya sabemos gracias al bueno de D. Antonio Machado y a su inmejorable divulgador Juan Manuel Serrat, que “Todo pasa y todo queda, por qué lo nuestro es pasar”. Parece que fue ayer, pero ya hace algo más de un mes que dije un ¡Hasta luego! desde esta columna semanal ubicada en nuestro querido Foro de Jimena. Y en efecto, en este corto periodo de tiempo han pasado cosas. Han pasado cosas más o menos buenas y alguna mala, pero sobre todas, una malísima, la pérdida de nuestra PICKI. A ella le dedico este primer “relato” post veraniego. Digo post veraniego por qué, aunque meteorológicamente, para el final de la estación todavía faltan tres semanas, para muchos, el final de las vacaciones y la incorporación a la vida laboral marca el final del verano.
Para muchos amigos de Picki las vacaciones tuvieron un antes y un después de la fatídica fecha de su doloroso adiós. Aunque el grueso de mi narración la centre en el “después”, algo contaré del “antes”.
Como casi siempre que voy a Jimena, las dos semanas transcurridas entre el diez y el veinticuatro de agosto estuvieron llenas de actos lúdico-sociales, gastronómicos y etílicos. Sobre estos últimos, hoy leo con satisfacción que, según un estudio realizado por un equipo de médicos dirigido por el eminente investigador de la Universidad de Navarra D. Ángel Martínez González, algún vaso de vino al día reduce el riesgo de tener una depresión. Como no especifica cuantos, el número me lo he puesto yo mismo. Para que no se escandalice nadie, lo mantendré en el más profundo de los secretos.
Hemos visitado asiduamente El Mirador, El Arco Iris, El Kiosko de Cánava, El Bar de la Piscina, El Desmadre, Los Pozos, El Tocata y sobre todo al Pulga y al Linternas en sus acogedoras terrazas de la Plaza de Gracia. Las Veladas Flamencas en el Patio del Castillo no se han escapado de la apretada agenda. También, en el mismo sitio, le hemos dado un empujoncito al estimulo de la Lectura y nos reunimos el día 23 muchos de los “foreros activos y pasivos" provenientes de diversos puntos de la geografía hispana. El V Encuentro Forero será el del verano que viene y dado el “consenso” general se propondrá que se celebre en el mismo lugar.
No me puedo dejar en el olvido los encuentros “culinarios” celebrados en Villa Mantecas, en La Oropéndola (antiguo chalet de D. Ildefonso en la Romaniente), en la Cochera de Manuel Pachancho (aquí, un grupo de amigos, le hicimos un pequeño homenaje al siempre recordado Seba Margarito) o en la inauguración de la terraza de Juana Mari la hija de Pedro el de la Luz. A este último evento acudió, ya casi sin fuerzas, la Picki. Enseguida me di cuenta que el Ángel que tenía a su lado no era el de la Guarda, era otro Ángel, el más temido de todos: el Ángel Exterminador.
Como veréis estos “Días de Vino y Rosas” (así se llama una película interpretada por Jack Lemmon y cuya banda sonora ganó el Oscar de 1963) han sido intensos. Sin embargo, en contra de lo que decía Albert Einstein sobre la realidad (La realidad no es otra cosa que la capacidad de engañarse que tienen nuestros sentidos), el lunes veinticinco, la realidad nos golpeó duramente y sin engaño alguno para nuestro sentir. En esa madrugada nos enteramos que la Picki no quiso seguir sufriendo ni continuar haciendo padecer a su familia.
Prácticamente todo el pueblo asistió a su funeral en la Iglesia y muchos la acompañamos hasta el nicho donde descansaba su madre (Madalenilla la Practicanta) y en donde se le había hecho un hueco para que ella también descansara. Yo quise rescatar la antigua tradición de despedir a los difuntos al pié de la tumba con una corta Oración Fúnebre, Laica en mi caso. Sentí la necesidad de hacerlo y su marido y sus hijos me dieron su consentimiento. Sus propios hijos y algunos amigos me pidieron que les pasara el texto. Esas palabras improvisadas en poco tiempo y recogidas en un borrador (que he retocado ligeramente) son las que vienen a continuación:
(SIGUE)
(CONTINUACIÓN)
¡Queridos amigos:
Aunque la famosa higuera morisca ya no existe (la han talado), todos los Jimenatos sabemos lo que significaba pasar por última vez bajo sus ramas. Hoy hemos vuelto a pasar imaginariamente bajo ese desaparecido símbolo e igualmente, algunos, nos hemos detenido a leer una vez más la vieja sentencia enmarcada en piedra que figura a la entrada del Cementerio: “Templo de la verdad es el que admiras, no desoigas la voz del que te advierte, porque todo es ilusión menos la muerte”.
No quiero dejar de recordar que, curiosamente, esta antigua máxima, al igual que el Cementerio donde nos encontramos fue obra de unos hombres de nuestro pueblo que luchaban contra la ignorancia, contra la falta de cultura sanitaria, contra la pobreza y a favor de la libertad de pensamiento. Esos hombres eran conocidos como “masones” y en algún período cercano de nuestra historia fueron acusados de conspirar contra España. Todavía resuenan en la mente de muchos de los que estamos aquí las palabras tantas veces repetidas por “Un Generalísimo”: ¡El “contubernio” judeo-masonico es el responsable de todos los males patrios!.
Sobre la historia de este Cementerio Civil (en sus inicios), os recomiendo un librito que hace unos años se publicó junto al Programa de la Fiesta. Está
escrito por una de las hijas de D. Julio: “El Farmacéutico Militar Republicano de la Casa de la Imprenta”. Lo digo por si algunos creen que es una licencia literaria de las mías.
Sin embargo, no sé en qué año, nuestra querida Iglesia Católica, al igual que hizo con tantas propiedades e instituciones privadas y no religiosas de toda España, se apropió de este recinto y lo convirtió, según su entender, en Campo Santo Apostólico y Romano.
Es la misma Iglesia que dice representar e ese “Ente Superior” todo bondadoso y lleno de amor con sus hijos. Si analizamos la vida de la Picki, huérfana desde su infancia, castigada con un infarto cerebral y con este largo y penoso final antes de cumplir cuarenta y ocho años, yo, particularmente (como en tantos casos de millones de personas con tantos sufrimientos y padecimientos como los que ella ha sufrido) no alcanzo a entender esa clase de bondad y de magnanimidad para los que nos dicen que son sus criaturas. Como todos comprenderéis, evidentemente, ese no puede ser mi Dios.
En Jimena, como en todos sitios, cuando fallece una persona, todo el mundo dice lo mismo ¡Que buena persona era!. Por supuesto esta misma exclamación la vamos a oír muchas veces referida a la Picki. Pero además, por mi parte, yo resaltaría tres facetas de ella:
1) Su amor a sus hijos y a su marido.
2) El cariño con el que siempre nos trató a los que hemos sido sus amigos.
3) Su alegría vital y su sentido del humor que heredó de su padre, Juan Peralta. ¡Qué socarrona era!. Estoy seguro que hoy, cuando camino del Cementerio todos le estamos diciendo Adiós, ella, agitando sus manecitas, nos estará respondiendo: ¡Hasta pronto!, ¡Hasta pronto!.
En estos momentos os aseguro que a mí no me pasa lo que Horacio le decía a un actor que solicitaba a un espectador una emoción que según él no sentía: “Si quieres que el espectador llore, primero tiene que dolerte a ti”. A mí si me duele. Que injusta, que maldita, que cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que más queremos.
Hoy todos los aquí presentes no podemos con estas horas tan amargas y tan largas en las que ninguno nos hemos escapado de llorar. Hoy le pedimos al reloj que no marque las horas porque nos van a enloquecer. Hoy, que sabemos que la Picki se ha ido para siempre, no queremos oír tu tic-tac que nos llena de irremediable dolor. Reloj, ¿por qué no has detenido su camino?, el de ella, que era nuestra estrella y nos alumbraba con su alegría. Hoy sin ella no somos nada. ¿Por qué no has detenido el tiempo en tus manecillas para que su vida fuera más larga?. ¿Por qué las horas de anoche no las hiciste perpetuas para que nunca se fuera, para que nunca viéramos este triste amanecer?.
Hace unos pocos días, leí en la prensa, que las palabras de los seres queridos que se nos han ido van a una isla. Los científicos la han llamado “La Isla de las Palabras Pérdidas”. Esta isla, pequeña como ella, está ubicada en algún sitio perdido del Océano Polar Ártico y entre su tierra siempre congelada se guardan todas las palabras. Por lo menos, es un consuelo que ese ¡Ea!, qué tan frecuentemente utilizaba últimamente, dadas sus limitaciones verbales, permanecerá a la espera de volver a escucharlo conforme a todos nosotros nos llegue la hora de que también nuestras palabras se instalen en esa Isla.
Hasta aquel fatídico día de su ictus, Picki era una lectora empedernida. Cada dos semanas me esperaba para ver las novedades literarias que había traído de Madrid. Le gustaba leer, porque como a los que también nos gusta, leer es como una droga, una infección, un arma de lucha, un camino hacia la eternidad. Es un impulso como regalar flores, un acto de amor, una pasión, una demostración de valor, una obligación, una moda que cada vez está más demodé. Leemos para escapar, leemos por leer, para sentirnos superiores como los héroes del libro que tenemos entre manos. Por ello, le voy a recitar dos pequeñas estrofas de dos conocidas poesías:
¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción,/ que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son".
(De “La vida es sueño”. Calderón de la Barca).
¿Vuelve el polvo al polvo?/ ¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es sin espíritu, /podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo que explicar no puedo,
algo que repugna aunque es fuerza hacerlo,
el dejar tan tristes, tan solos, a los muertos.
De ¡Dios mío que solos se quedan los muertos!. G. A. Bécquer).
Pero este no va a ser el caso de Picki, ella no se va a quedar sola, porqué estoy seguro que todos los que estamos aquí nunca pensamos que se pudiera querer tanto a una amiga, en la vida y en la muerte. Porqué, todos nosotros coincidiremos en que la bondad, la cordialidad y la lealtad han habitado siempre en su cuerpo tan pequeño y en su alma tan grande. Porqué también estoy seguro que todos deseamos que cuando su cuerpo se transforme en polvo sus restos, sus cenizas, a partir de estos momentos se van a transformar en bellas estrellas de la noche.
“Polvum eris et in polvum reverteris”. Efectivamente, polvo somos y en polvo nos convertiremos. Sin embargo, Luis Eduardo Aute (basándose en la letra de un poema de Quevedo), nos cantaba que si al final no somos más que polvo, seamos polvo nada más, seamos polvo, pero polvo enamorado y yo estoy seguro que en el caso de Picki ella se transformará en ese polvo enamorado de Magdalena, Paco y Melchor.
Porqué quiero Picki, que estés segura de una cosa: Aunque tú ya has pasado a la Otra Vida tú perdurarás para siempre en la memoria de los que seguimos estando en Esta.
Hasta otra, pero que en este caso tarde mucho tiempo.
¡Queridos amigos:
Aunque la famosa higuera morisca ya no existe (la han talado), todos los Jimenatos sabemos lo que significaba pasar por última vez bajo sus ramas. Hoy hemos vuelto a pasar imaginariamente bajo ese desaparecido símbolo e igualmente, algunos, nos hemos detenido a leer una vez más la vieja sentencia enmarcada en piedra que figura a la entrada del Cementerio: “Templo de la verdad es el que admiras, no desoigas la voz del que te advierte, porque todo es ilusión menos la muerte”.
No quiero dejar de recordar que, curiosamente, esta antigua máxima, al igual que el Cementerio donde nos encontramos fue obra de unos hombres de nuestro pueblo que luchaban contra la ignorancia, contra la falta de cultura sanitaria, contra la pobreza y a favor de la libertad de pensamiento. Esos hombres eran conocidos como “masones” y en algún período cercano de nuestra historia fueron acusados de conspirar contra España. Todavía resuenan en la mente de muchos de los que estamos aquí las palabras tantas veces repetidas por “Un Generalísimo”: ¡El “contubernio” judeo-masonico es el responsable de todos los males patrios!.
Sobre la historia de este Cementerio Civil (en sus inicios), os recomiendo un librito que hace unos años se publicó junto al Programa de la Fiesta. Está
escrito por una de las hijas de D. Julio: “El Farmacéutico Militar Republicano de la Casa de la Imprenta”. Lo digo por si algunos creen que es una licencia literaria de las mías.
Sin embargo, no sé en qué año, nuestra querida Iglesia Católica, al igual que hizo con tantas propiedades e instituciones privadas y no religiosas de toda España, se apropió de este recinto y lo convirtió, según su entender, en Campo Santo Apostólico y Romano.
Es la misma Iglesia que dice representar e ese “Ente Superior” todo bondadoso y lleno de amor con sus hijos. Si analizamos la vida de la Picki, huérfana desde su infancia, castigada con un infarto cerebral y con este largo y penoso final antes de cumplir cuarenta y ocho años, yo, particularmente (como en tantos casos de millones de personas con tantos sufrimientos y padecimientos como los que ella ha sufrido) no alcanzo a entender esa clase de bondad y de magnanimidad para los que nos dicen que son sus criaturas. Como todos comprenderéis, evidentemente, ese no puede ser mi Dios.
En Jimena, como en todos sitios, cuando fallece una persona, todo el mundo dice lo mismo ¡Que buena persona era!. Por supuesto esta misma exclamación la vamos a oír muchas veces referida a la Picki. Pero además, por mi parte, yo resaltaría tres facetas de ella:
1) Su amor a sus hijos y a su marido.
2) El cariño con el que siempre nos trató a los que hemos sido sus amigos.
3) Su alegría vital y su sentido del humor que heredó de su padre, Juan Peralta. ¡Qué socarrona era!. Estoy seguro que hoy, cuando camino del Cementerio todos le estamos diciendo Adiós, ella, agitando sus manecitas, nos estará respondiendo: ¡Hasta pronto!, ¡Hasta pronto!.
En estos momentos os aseguro que a mí no me pasa lo que Horacio le decía a un actor que solicitaba a un espectador una emoción que según él no sentía: “Si quieres que el espectador llore, primero tiene que dolerte a ti”. A mí si me duele. Que injusta, que maldita, que cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que más queremos.
Hoy todos los aquí presentes no podemos con estas horas tan amargas y tan largas en las que ninguno nos hemos escapado de llorar. Hoy le pedimos al reloj que no marque las horas porque nos van a enloquecer. Hoy, que sabemos que la Picki se ha ido para siempre, no queremos oír tu tic-tac que nos llena de irremediable dolor. Reloj, ¿por qué no has detenido su camino?, el de ella, que era nuestra estrella y nos alumbraba con su alegría. Hoy sin ella no somos nada. ¿Por qué no has detenido el tiempo en tus manecillas para que su vida fuera más larga?. ¿Por qué las horas de anoche no las hiciste perpetuas para que nunca se fuera, para que nunca viéramos este triste amanecer?.
Hace unos pocos días, leí en la prensa, que las palabras de los seres queridos que se nos han ido van a una isla. Los científicos la han llamado “La Isla de las Palabras Pérdidas”. Esta isla, pequeña como ella, está ubicada en algún sitio perdido del Océano Polar Ártico y entre su tierra siempre congelada se guardan todas las palabras. Por lo menos, es un consuelo que ese ¡Ea!, qué tan frecuentemente utilizaba últimamente, dadas sus limitaciones verbales, permanecerá a la espera de volver a escucharlo conforme a todos nosotros nos llegue la hora de que también nuestras palabras se instalen en esa Isla.
Hasta aquel fatídico día de su ictus, Picki era una lectora empedernida. Cada dos semanas me esperaba para ver las novedades literarias que había traído de Madrid. Le gustaba leer, porque como a los que también nos gusta, leer es como una droga, una infección, un arma de lucha, un camino hacia la eternidad. Es un impulso como regalar flores, un acto de amor, una pasión, una demostración de valor, una obligación, una moda que cada vez está más demodé. Leemos para escapar, leemos por leer, para sentirnos superiores como los héroes del libro que tenemos entre manos. Por ello, le voy a recitar dos pequeñas estrofas de dos conocidas poesías:
¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción,/ que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son".
(De “La vida es sueño”. Calderón de la Barca).
¿Vuelve el polvo al polvo?/ ¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es sin espíritu, /podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo que explicar no puedo,
algo que repugna aunque es fuerza hacerlo,
el dejar tan tristes, tan solos, a los muertos.
De ¡Dios mío que solos se quedan los muertos!. G. A. Bécquer).
Pero este no va a ser el caso de Picki, ella no se va a quedar sola, porqué estoy seguro que todos los que estamos aquí nunca pensamos que se pudiera querer tanto a una amiga, en la vida y en la muerte. Porqué, todos nosotros coincidiremos en que la bondad, la cordialidad y la lealtad han habitado siempre en su cuerpo tan pequeño y en su alma tan grande. Porqué también estoy seguro que todos deseamos que cuando su cuerpo se transforme en polvo sus restos, sus cenizas, a partir de estos momentos se van a transformar en bellas estrellas de la noche.
“Polvum eris et in polvum reverteris”. Efectivamente, polvo somos y en polvo nos convertiremos. Sin embargo, Luis Eduardo Aute (basándose en la letra de un poema de Quevedo), nos cantaba que si al final no somos más que polvo, seamos polvo nada más, seamos polvo, pero polvo enamorado y yo estoy seguro que en el caso de Picki ella se transformará en ese polvo enamorado de Magdalena, Paco y Melchor.
Porqué quiero Picki, que estés segura de una cosa: Aunque tú ya has pasado a la Otra Vida tú perdurarás para siempre en la memoria de los que seguimos estando en Esta.
Hasta otra, pero que en este caso tarde mucho tiempo.
¡Que bonito relato en recuerdo de Pizqui!. Has calcado todas sus cualidades. Yo no he podido contener las lágrimas, las mismas que afloran cada vez que me acuerdo de ella.
Un abrazo.
Un abrazo.