LOS DOMINGOS POR LA TARDE, PESE AL FÚTBOL, NOS OS ABANDONO.
CÁNAVA: UNA MIRADA LAICA (Por Luismarín).
Tal vez el domingo que viene ya no os escriba desde este “mirador machadiano” de mi casa. La conocida y centenaria baranda de lanzas de hierro me deja entrever, entre sus barrotes de libertad, el cercano horizonte que configuran los renombrados Cerros de Úbeda. En las manos de mi traumatólogo, al que tengo que visitar mañana al atardecer, está la decisión inapelable. Aunque en estos días primaverales de abril es una delicia vivir en Jimena, añoro los Palacios, Jardines, Plazas y Bulevares de Madrid. Cuarenta años de agradables y afortunadas “vivencias” tienen la culpa de mi sentimiento amoroso por este Madrid “corazón de España que late con pulsos de fiebre” (R. Alberti). Llegué a Jimena en los fríos y lluviosos días de finales de enero y no estaría mal volver con tiempo de inhalar la fragancia de las múltiples flores del Jardín Botánico o la Rosaleda del Paseo Luis de Camoens.
No sé si será una debilidad (algunas veces me sirve de inspiración) el hecho de buscar, cada semana, algo de lo que se leerá en la Homilía dominical con el fin de “despertar la conciencia” de los fieles y viejos parroquianos. Hoy se habrán podido oír las siguientes palabras sacadas del Apocalipsis (7,9.14b. 17): “El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas”. Sin pretender ser vuestro pastor, hoy quiero trasladaros (con la imaginación a los que estáis fuera) hasta la “Fuente de la Vida” de los Jimenatos. Hacia ese rincón medio oculto y florido (“El Paraíso Perdido” lo llamaría el poeta inglés John Milton) que responde al nombre de CÁNAVA. Además, por si fuera poco, alberga al Santo y Seña de tantas generaciones Jimenatas: su Reina de los Remedios.
“En Cánava tiene su Oasis, surcado por la Cascada / y una Ermita engalanada Palacio de Nuestra Dama”. (Luismarín)
Hasta aquí, he cubierto el cupo religioso. La visión que quiero ofreceros, respondiendo al título de mí “relato”, está lejos de la “hiperdulía” (adoración a la Virgen) que genera el lugar. Pretendo detallar brevemente la doble función que, hasta dónde llegan mis recuerdos, siempre ha cumplido el bello paraje: por un lado, como lugar de descanso y asueto en medio de la floresta de sus Caserías y por otro su papel de “Celestina” entre los incontables jóvenes (o mayores) amantes-enamorados de cuna Jimenata.
Sin embargo, antes de entrar en materia voy a daros alguna pincelada histórica y paisajística.
Parecer ser, pues no hay datos fidedignos (“Los apuntes históricos de Jimena” del Padre Lope son, con todos los respetos, una pura entelequia en lo religioso y una fácil labor de “cortar y pegar” en lo histórico), que la Cueva (¿cánava?) donde se supone que, el aspirante a “picapleitos”, Luis Martínez encontró (año 1600) la primitiva imagen de la Virgen se encontraba en el lugar que ahora ocupa el pilar de los Siete Caños. Aprovechando la “oquedad” de la pared se habilitó una pobre y rudimentaria Ermita. Dado su estado de abandono, en 1683, siendo alcalde Luis de Viedma, se hace la primera construcción en firme. En 1849, con Alonso Santiago Torres al frente del Ayuntamiento, el pequeño templo se vuelve a reconstruir casi en su totalidad. Sería Manuel González de Tejada (personaje merecedor de una biografía particular) quien en 1900, cuando ejercía como Presidente de la Corporación Municipal, el que colocaría la primera piedra para la construcción de la nueva Ermita. Su terminación no finalizaría hasta diez años más tarde y para su enclavamiento se eligió el sitio actual. En 1994, el cura párroco en esas fechas, Juan Jesús Cañete (con la colaboración económica del vecindario), auspició las obras de reparación de la nave, muros, techumbre y campanil del Santuario. Hasta hoy se mantienen tal cual.
La actual ermitaña, Antonia la hija de Melchor el Diablo (tristemente, su marido Diego “Bacalailla”o el Camarón de la Ermita, nos dejó hace unas semanas), poda y riega las flores, plantas y árboles que adornan la limpia y brillante Lonja. Comparte su blanca casita con uno de sus hijos, su padre, un canario, un “colorín”, una perdiz y tres juguetones perrillos.
Hay situaciones que sólo pasan en Jimena: una Diabla (Hija del Diablo) cuida amorosamente y con mimo exquisito a una Virgen. ¡Ver para creer!.
En la mañana del miércoles pasado, en esas horas del día en que “abril mayea” y el paraje de Cánava alcanza un esplendor inigualable, Antonia, me fue “desgranando” el inventario completo de la flora del lugar.
La arboleda está configurada por una solitaria Palmera Datilera, varias Acacias, Tilos, Plátanos de Indias y múltiples Olmos o Álamos Negros cuya “Flor de Pandelvira” era un manjar para los niños de hace unos años.
Sobre las plantas y flores pude hacer la siguiente relación: Begonias, Azaleas, Parasoles, Pensamientos, Jazmines Trepadores, Rastras Moradas, Rosales, Madreselvas, Adelfas, Helechos, Gitanillas, Yedra silvestre en las pozas de los árboles, Lavanda, Azucenas, Clavellinas, Violetas, Geranios blancos y rojos, Esparragueras, “La Suegra y la Nuera”, Pilistras o Aspidistras, Mastronchos, Flores de Pascua blancas, Don Pédros, Nardos, Amor de Hombre, “Ficus Benjamina” lisas o moteados y Cintas con raya y sin ella.
Antonia cumple perfectamente el papel de la Hortelana que, con paciencia e ingenio, utiliza el fuego del sol, la simplicidad del agua, los jugos de la tierra y el alimento del aire para el “buen ver” de su exuberante Vergel. Ha conseguido un auténtico Edén.
Precisamente sobre el Paraíso voy a contaros un hecho “increíble” que me ocurrió en la adolescencia: Una noche soñé que cruzaba las puertas del Paraíso acompañado por mi amor de esos días. De entre todas las flores maravillosas que lo embellecían escogió (en el sueño), como “presente” de su amor y certificado de nuestra estancia, una hermosa y fragante rosa roja. Mi sorpresa, al despertarme al alba, fue que encima de mi almohada había una rosa roja humedecida por el rocío matutino. ¿Qué creéis que pude pensar en ese momento?.
Voy a comenzar con el papel de Cánava como sitio de recreo y acogida de las familias “acomodadas” de Jimena que huían del asfixiante calor veraniego. Sin duda, algo tienen que ver, las Caserías que se yerguen en su entorno inmediato. Intentaré contar su génesis, las raíces de sus iniciales propietarios y llegar a las de los actuales. Trataré de resumir como nació el núcleo central del Caserío que componen las cuatro fincas que tienen salida a la Lonja. Seguiré con el llamado “Ventorrillo” y terminaré con “Villa Amparo”, la propiedad vecina al anterior y que se asoma por uno de sus laterales a la Cascada y su “Presa”.
La historia del “Caserío” de Cánava comienza en torno a los años sesenta del pasado siglo XIX. Por esas fechas, el matrimonio formado por Rosario Torres León (1849-1928) y Bernabé Herrera Lozano (1846-1921) compraron a la Iglesia el terreno llamado “Huerto o Huerta de Cánava”. En la mejor parte de la parcela levantarían el edificio principal. Parece ser, que el hermano sacerdote de Rosario (conocido como D. Antonio “El Prior”) utilizó, en el momento de la transacción, sus influencias en la Curia Provincial. Gracias a ellas, el citado matrimonio se aprovechó de las leyes sobre “desamortización” de fincas de propiedad Eclesial. Esas normas habían sido promulgadas en 1855, durante el reinado de Isabel II, por el Ministro de Hacienda D. Pascual Madoz.
No quiero dejarme en el tintero dos aportaciones, a las “leyendas urbanas” de Jimena, que tienen como protagonista al ya nombrado Bernabé. Una es el conocido dicho de: ¡Eres más vago que D. Bernabé!, ¡nunca llegó a conocer las cámaras de su casa!. La otra expresión se emplea cuando sopla el aire con fuerza: ¡Ya vienen los “avareaores” de D. Bernabé!; por lo visto le daba tanta pena que le dieran palos a sus olivos que esperaba para recoger la aceituna a que el viento la tirara al suelo.
Rosario sólo concibió féminas, fueron cinco y en Jimena eran conocidas como las “Niñas de D. Bernabé”. Parece ser que el empeño fundamental del padre, y se salió con la suya, era el de conseguirles un marido de buena posición social.
(CONTINÚA)
CÁNAVA: UNA MIRADA LAICA (Por Luismarín).
Tal vez el domingo que viene ya no os escriba desde este “mirador machadiano” de mi casa. La conocida y centenaria baranda de lanzas de hierro me deja entrever, entre sus barrotes de libertad, el cercano horizonte que configuran los renombrados Cerros de Úbeda. En las manos de mi traumatólogo, al que tengo que visitar mañana al atardecer, está la decisión inapelable. Aunque en estos días primaverales de abril es una delicia vivir en Jimena, añoro los Palacios, Jardines, Plazas y Bulevares de Madrid. Cuarenta años de agradables y afortunadas “vivencias” tienen la culpa de mi sentimiento amoroso por este Madrid “corazón de España que late con pulsos de fiebre” (R. Alberti). Llegué a Jimena en los fríos y lluviosos días de finales de enero y no estaría mal volver con tiempo de inhalar la fragancia de las múltiples flores del Jardín Botánico o la Rosaleda del Paseo Luis de Camoens.
No sé si será una debilidad (algunas veces me sirve de inspiración) el hecho de buscar, cada semana, algo de lo que se leerá en la Homilía dominical con el fin de “despertar la conciencia” de los fieles y viejos parroquianos. Hoy se habrán podido oír las siguientes palabras sacadas del Apocalipsis (7,9.14b. 17): “El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas”. Sin pretender ser vuestro pastor, hoy quiero trasladaros (con la imaginación a los que estáis fuera) hasta la “Fuente de la Vida” de los Jimenatos. Hacia ese rincón medio oculto y florido (“El Paraíso Perdido” lo llamaría el poeta inglés John Milton) que responde al nombre de CÁNAVA. Además, por si fuera poco, alberga al Santo y Seña de tantas generaciones Jimenatas: su Reina de los Remedios.
“En Cánava tiene su Oasis, surcado por la Cascada / y una Ermita engalanada Palacio de Nuestra Dama”. (Luismarín)
Hasta aquí, he cubierto el cupo religioso. La visión que quiero ofreceros, respondiendo al título de mí “relato”, está lejos de la “hiperdulía” (adoración a la Virgen) que genera el lugar. Pretendo detallar brevemente la doble función que, hasta dónde llegan mis recuerdos, siempre ha cumplido el bello paraje: por un lado, como lugar de descanso y asueto en medio de la floresta de sus Caserías y por otro su papel de “Celestina” entre los incontables jóvenes (o mayores) amantes-enamorados de cuna Jimenata.
Sin embargo, antes de entrar en materia voy a daros alguna pincelada histórica y paisajística.
Parecer ser, pues no hay datos fidedignos (“Los apuntes históricos de Jimena” del Padre Lope son, con todos los respetos, una pura entelequia en lo religioso y una fácil labor de “cortar y pegar” en lo histórico), que la Cueva (¿cánava?) donde se supone que, el aspirante a “picapleitos”, Luis Martínez encontró (año 1600) la primitiva imagen de la Virgen se encontraba en el lugar que ahora ocupa el pilar de los Siete Caños. Aprovechando la “oquedad” de la pared se habilitó una pobre y rudimentaria Ermita. Dado su estado de abandono, en 1683, siendo alcalde Luis de Viedma, se hace la primera construcción en firme. En 1849, con Alonso Santiago Torres al frente del Ayuntamiento, el pequeño templo se vuelve a reconstruir casi en su totalidad. Sería Manuel González de Tejada (personaje merecedor de una biografía particular) quien en 1900, cuando ejercía como Presidente de la Corporación Municipal, el que colocaría la primera piedra para la construcción de la nueva Ermita. Su terminación no finalizaría hasta diez años más tarde y para su enclavamiento se eligió el sitio actual. En 1994, el cura párroco en esas fechas, Juan Jesús Cañete (con la colaboración económica del vecindario), auspició las obras de reparación de la nave, muros, techumbre y campanil del Santuario. Hasta hoy se mantienen tal cual.
La actual ermitaña, Antonia la hija de Melchor el Diablo (tristemente, su marido Diego “Bacalailla”o el Camarón de la Ermita, nos dejó hace unas semanas), poda y riega las flores, plantas y árboles que adornan la limpia y brillante Lonja. Comparte su blanca casita con uno de sus hijos, su padre, un canario, un “colorín”, una perdiz y tres juguetones perrillos.
Hay situaciones que sólo pasan en Jimena: una Diabla (Hija del Diablo) cuida amorosamente y con mimo exquisito a una Virgen. ¡Ver para creer!.
En la mañana del miércoles pasado, en esas horas del día en que “abril mayea” y el paraje de Cánava alcanza un esplendor inigualable, Antonia, me fue “desgranando” el inventario completo de la flora del lugar.
La arboleda está configurada por una solitaria Palmera Datilera, varias Acacias, Tilos, Plátanos de Indias y múltiples Olmos o Álamos Negros cuya “Flor de Pandelvira” era un manjar para los niños de hace unos años.
Sobre las plantas y flores pude hacer la siguiente relación: Begonias, Azaleas, Parasoles, Pensamientos, Jazmines Trepadores, Rastras Moradas, Rosales, Madreselvas, Adelfas, Helechos, Gitanillas, Yedra silvestre en las pozas de los árboles, Lavanda, Azucenas, Clavellinas, Violetas, Geranios blancos y rojos, Esparragueras, “La Suegra y la Nuera”, Pilistras o Aspidistras, Mastronchos, Flores de Pascua blancas, Don Pédros, Nardos, Amor de Hombre, “Ficus Benjamina” lisas o moteados y Cintas con raya y sin ella.
Antonia cumple perfectamente el papel de la Hortelana que, con paciencia e ingenio, utiliza el fuego del sol, la simplicidad del agua, los jugos de la tierra y el alimento del aire para el “buen ver” de su exuberante Vergel. Ha conseguido un auténtico Edén.
Precisamente sobre el Paraíso voy a contaros un hecho “increíble” que me ocurrió en la adolescencia: Una noche soñé que cruzaba las puertas del Paraíso acompañado por mi amor de esos días. De entre todas las flores maravillosas que lo embellecían escogió (en el sueño), como “presente” de su amor y certificado de nuestra estancia, una hermosa y fragante rosa roja. Mi sorpresa, al despertarme al alba, fue que encima de mi almohada había una rosa roja humedecida por el rocío matutino. ¿Qué creéis que pude pensar en ese momento?.
Voy a comenzar con el papel de Cánava como sitio de recreo y acogida de las familias “acomodadas” de Jimena que huían del asfixiante calor veraniego. Sin duda, algo tienen que ver, las Caserías que se yerguen en su entorno inmediato. Intentaré contar su génesis, las raíces de sus iniciales propietarios y llegar a las de los actuales. Trataré de resumir como nació el núcleo central del Caserío que componen las cuatro fincas que tienen salida a la Lonja. Seguiré con el llamado “Ventorrillo” y terminaré con “Villa Amparo”, la propiedad vecina al anterior y que se asoma por uno de sus laterales a la Cascada y su “Presa”.
La historia del “Caserío” de Cánava comienza en torno a los años sesenta del pasado siglo XIX. Por esas fechas, el matrimonio formado por Rosario Torres León (1849-1928) y Bernabé Herrera Lozano (1846-1921) compraron a la Iglesia el terreno llamado “Huerto o Huerta de Cánava”. En la mejor parte de la parcela levantarían el edificio principal. Parece ser, que el hermano sacerdote de Rosario (conocido como D. Antonio “El Prior”) utilizó, en el momento de la transacción, sus influencias en la Curia Provincial. Gracias a ellas, el citado matrimonio se aprovechó de las leyes sobre “desamortización” de fincas de propiedad Eclesial. Esas normas habían sido promulgadas en 1855, durante el reinado de Isabel II, por el Ministro de Hacienda D. Pascual Madoz.
No quiero dejarme en el tintero dos aportaciones, a las “leyendas urbanas” de Jimena, que tienen como protagonista al ya nombrado Bernabé. Una es el conocido dicho de: ¡Eres más vago que D. Bernabé!, ¡nunca llegó a conocer las cámaras de su casa!. La otra expresión se emplea cuando sopla el aire con fuerza: ¡Ya vienen los “avareaores” de D. Bernabé!; por lo visto le daba tanta pena que le dieran palos a sus olivos que esperaba para recoger la aceituna a que el viento la tirara al suelo.
Rosario sólo concibió féminas, fueron cinco y en Jimena eran conocidas como las “Niñas de D. Bernabé”. Parece ser que el empeño fundamental del padre, y se salió con la suya, era el de conseguirles un marido de buena posición social.
(CONTINÚA)
(CONTINUACIÓN)
La primera hija, Isabel Juana, se casó con Rafael Torres Calatrava. Esta pareja heredó de los tíos de Isabel (Ana Rita Torres y Manuel Torres) el Castillo de Jimena. Años después llegaría a las manos de su hijo Calixto Torres Herrera, esposo de la querida maestra “Doña Pepita”. Sus siete hijos viven todavía y son conocidos como “los del Castillo”. Otro de los hijos, Manuel, recibiría de su madre una de las cuatro partes en que se escindió la finca inicial. Se hizo construir una Casería independiente de la principal y a la que bautizó, en nombre de su madre, como “Villa Isabel”. Durante muchos veranos Manuel y su esposa sevillana Mª Carmen Bengoa (junto a sus cuatro hijos), disfrutaron de la finca y de su alberca rodeada de frondoso arbolado. Hoy en día es propiedad del arquitecto técnico Andrés Medina Ruiz (hijo del Povea). En la actualidad, tiene cedida la finca adquirida a su sobrino Damián Garrido y a su cónyuge Isabel Morales. La puerta de entrada ocupa el segundo lugar de las cuatro existentes en la Lonja si empezamos a contarlas desde la carretera.
La segunda hija, Ángela, matrimonió con el Farmacéutico Militar Enrique Calatrava que luchó en Cuba y alcanzó un alto grado en el Ejército. La parcela que les correspondió era conocida como “El Paraíso” aunque en su puerta de entrada figura el nombre de “Villa Ángela”. Al no tener descendencia, la finca pasó a su sobrina Carmen Torres Herrera mujer de Andrés Garrido Tornero. A este último siempre se le ha conocido como “D. Andrés el de Correos” y era hijo del administrador del Conde de Garciez (el célebre D. Eusebio padre de varios vástagos medio pelirrojos). Hasta hace pocos años el disfrute de la propiedad continuó entre sus tres hijos: Isabel, Mª Carmen y Rafael. Actualmente, los propietarios son María Martínez Gila (hija de D. Bartolomé el médico) y su marido José Luis Torres López (hijo de Dª Pepita y D. Calixto Torres). Esta Casería es vecina al barranco del Gollízno.
La tercera hija, Alfonsa, se unió a Manuel González de Tejada al que ya hemos mencionado antes como Alcalde de Jimena. Esta pareja continuó viviendo en los veranos en la Casería inicial y como no tuvieron hijos, una vez viuda la llamada Srta. Alfonsa (en Jimena era de sobra conocida su casa de los “Escalones del Potro”) se la dejó a su sobrino y “ahijado” Manuel Hermoso Póves. En la verja de hierro de la entrada figuran las letras V y A, las iniciales de “Villa Alfonsa”.
La cuarta hija, Remedios, fue desposada por el farmacéutico Sebastián Polo y me imagino que heredarían propiedades fuera de Cánava. En el pueblo vivían en la actual “Casa de las hijas de José el de Manolito” y la farmacia estaba situada en un local en los bajos donde años más tarde se emplazaría el Estanco de “Agustina la de Ramírez”.
La quinta y última hija, Ana Rita, fundó la rama Póves Herrera al contraer matrimonio con el médico Fernando Póves. Ana Rita heredó la parcela que pega a la carretera y cuya puerta de la Lonja es la primera de todas. Los más viejos del lugar recuerdan la existencia de un “lavaero” (aprovechando el agua que nacía en el Arca de Cánava) en la parte que linda con el pinar superior. Igualmente hablan de la existencia de dos magníficas higueras y que a la sombra de una de ellas existió una pequeña choza o rústica casita. En ella vivió la familia de Juana la “Moño Alto” que más tarde fueron caseros de Villa Ángela. Esta finca pasó a propiedad de ¿una o de las tres hijas? (quiero recordar que fueron nueve hermanos) que eligieron vestir los hábitos de monjas misioneras: Rosario, Ángela y Antonia. Después fue adquirida por María Martínez Illán (hermana de D. Bartolomé), años después, esta se la vendió a Cesáreo “El de la Huerta”. Uno de los hijos de este, Pedro, plantó vergel en el terreno durante varios veranos. Más tarde la finca pasó a poder de Francisco Arquillos (empleado bancario en Jaén) que se la traspasó al dueño actual: “Sardina” el albanchecino. Todavía mantiene el nombre de “Arco Iris” y ha sido durante algunos años una espléndida terraza de verano y bar de copas. Ahora está cerrado como tantos otros negocios por culpa de la “eterna” crisis.
La casa y huerta conocida como “El Ventorrillo” albergó a mediados del siglo pasado a la taberna de la “Clarica”. Continuó el negocio durante unos años Pedro “El Palancanero”. La hija de este, Paquita, se casó con Diego el de la “Ensalá” y estos transmitieron la propiedad a su hija Seba que por hoy reside en Torres. En este entorno se fraguó el matrimonio de José León “El peón caminero" (que por ese tiempo vivía en la venta) con Mª Jesús la “Moño Alto”. Fueron los padres de mi querido e inolvidable amigo “Juanillo Illo” que, desgraciadamente, falleció demasiado joven.
Por último, la Casería que se conoce como la de “La Cascada” fue propiedad (así como la finca del “Royuelo”) de Francisco Lozano Peñas. Este llegó a ser en 1915 Administrador Principal de Correos en Sevilla. Estuvo casado con Dª Amparo Garvallo que era sobrina del médico de Jimena D. Juan de Dios González de Tejada Garvallo y Torres, es decir, prima hermana del ya mencionado Manuel González, marido de la Srta. Alfonsa. En honor de su mujer le puso a la Casería el nombre de “Villa Amparo”. Esta señora falleció de muerte no natural en Sevilla y su vida amorosa daría para escribir una novela. Francisco Lozano murió retirado en su casería dedicado a la lectura y a la preparación de numerosos aspirantes a Bachilleres de los cuales puedo citar a Flora Granados, Joselito “El Cojo Comanche” o a Diego Mairena el “Pintor de Espíritus”. La Casería fue adquirida por Rafael Torres. Se tituló en Farmacia y se casó con Aurora Gutiérrez. En su botica madrileña de la Avenida de San Diego en Vallecas, tuvo como “mancebo” a Paco (conocido por “El Mancebo”) que anteriormente desempeñó igual trabajo en la farmacia de Jimena propiedad del Licenciado Antonio Píñar Pantaleón. Los herederos actuales son los hijos del mencionado matrimonio: Isabel y Rafa. Este último fue “colega” destinado en las dependencias del Mº de Justicia de la madrileña calle de San Bernardo. Particularmente lo tengo en gran estima y lo considero como amigo.
(CONTINÚA)
La primera hija, Isabel Juana, se casó con Rafael Torres Calatrava. Esta pareja heredó de los tíos de Isabel (Ana Rita Torres y Manuel Torres) el Castillo de Jimena. Años después llegaría a las manos de su hijo Calixto Torres Herrera, esposo de la querida maestra “Doña Pepita”. Sus siete hijos viven todavía y son conocidos como “los del Castillo”. Otro de los hijos, Manuel, recibiría de su madre una de las cuatro partes en que se escindió la finca inicial. Se hizo construir una Casería independiente de la principal y a la que bautizó, en nombre de su madre, como “Villa Isabel”. Durante muchos veranos Manuel y su esposa sevillana Mª Carmen Bengoa (junto a sus cuatro hijos), disfrutaron de la finca y de su alberca rodeada de frondoso arbolado. Hoy en día es propiedad del arquitecto técnico Andrés Medina Ruiz (hijo del Povea). En la actualidad, tiene cedida la finca adquirida a su sobrino Damián Garrido y a su cónyuge Isabel Morales. La puerta de entrada ocupa el segundo lugar de las cuatro existentes en la Lonja si empezamos a contarlas desde la carretera.
La segunda hija, Ángela, matrimonió con el Farmacéutico Militar Enrique Calatrava que luchó en Cuba y alcanzó un alto grado en el Ejército. La parcela que les correspondió era conocida como “El Paraíso” aunque en su puerta de entrada figura el nombre de “Villa Ángela”. Al no tener descendencia, la finca pasó a su sobrina Carmen Torres Herrera mujer de Andrés Garrido Tornero. A este último siempre se le ha conocido como “D. Andrés el de Correos” y era hijo del administrador del Conde de Garciez (el célebre D. Eusebio padre de varios vástagos medio pelirrojos). Hasta hace pocos años el disfrute de la propiedad continuó entre sus tres hijos: Isabel, Mª Carmen y Rafael. Actualmente, los propietarios son María Martínez Gila (hija de D. Bartolomé el médico) y su marido José Luis Torres López (hijo de Dª Pepita y D. Calixto Torres). Esta Casería es vecina al barranco del Gollízno.
La tercera hija, Alfonsa, se unió a Manuel González de Tejada al que ya hemos mencionado antes como Alcalde de Jimena. Esta pareja continuó viviendo en los veranos en la Casería inicial y como no tuvieron hijos, una vez viuda la llamada Srta. Alfonsa (en Jimena era de sobra conocida su casa de los “Escalones del Potro”) se la dejó a su sobrino y “ahijado” Manuel Hermoso Póves. En la verja de hierro de la entrada figuran las letras V y A, las iniciales de “Villa Alfonsa”.
La cuarta hija, Remedios, fue desposada por el farmacéutico Sebastián Polo y me imagino que heredarían propiedades fuera de Cánava. En el pueblo vivían en la actual “Casa de las hijas de José el de Manolito” y la farmacia estaba situada en un local en los bajos donde años más tarde se emplazaría el Estanco de “Agustina la de Ramírez”.
La quinta y última hija, Ana Rita, fundó la rama Póves Herrera al contraer matrimonio con el médico Fernando Póves. Ana Rita heredó la parcela que pega a la carretera y cuya puerta de la Lonja es la primera de todas. Los más viejos del lugar recuerdan la existencia de un “lavaero” (aprovechando el agua que nacía en el Arca de Cánava) en la parte que linda con el pinar superior. Igualmente hablan de la existencia de dos magníficas higueras y que a la sombra de una de ellas existió una pequeña choza o rústica casita. En ella vivió la familia de Juana la “Moño Alto” que más tarde fueron caseros de Villa Ángela. Esta finca pasó a propiedad de ¿una o de las tres hijas? (quiero recordar que fueron nueve hermanos) que eligieron vestir los hábitos de monjas misioneras: Rosario, Ángela y Antonia. Después fue adquirida por María Martínez Illán (hermana de D. Bartolomé), años después, esta se la vendió a Cesáreo “El de la Huerta”. Uno de los hijos de este, Pedro, plantó vergel en el terreno durante varios veranos. Más tarde la finca pasó a poder de Francisco Arquillos (empleado bancario en Jaén) que se la traspasó al dueño actual: “Sardina” el albanchecino. Todavía mantiene el nombre de “Arco Iris” y ha sido durante algunos años una espléndida terraza de verano y bar de copas. Ahora está cerrado como tantos otros negocios por culpa de la “eterna” crisis.
La casa y huerta conocida como “El Ventorrillo” albergó a mediados del siglo pasado a la taberna de la “Clarica”. Continuó el negocio durante unos años Pedro “El Palancanero”. La hija de este, Paquita, se casó con Diego el de la “Ensalá” y estos transmitieron la propiedad a su hija Seba que por hoy reside en Torres. En este entorno se fraguó el matrimonio de José León “El peón caminero" (que por ese tiempo vivía en la venta) con Mª Jesús la “Moño Alto”. Fueron los padres de mi querido e inolvidable amigo “Juanillo Illo” que, desgraciadamente, falleció demasiado joven.
Por último, la Casería que se conoce como la de “La Cascada” fue propiedad (así como la finca del “Royuelo”) de Francisco Lozano Peñas. Este llegó a ser en 1915 Administrador Principal de Correos en Sevilla. Estuvo casado con Dª Amparo Garvallo que era sobrina del médico de Jimena D. Juan de Dios González de Tejada Garvallo y Torres, es decir, prima hermana del ya mencionado Manuel González, marido de la Srta. Alfonsa. En honor de su mujer le puso a la Casería el nombre de “Villa Amparo”. Esta señora falleció de muerte no natural en Sevilla y su vida amorosa daría para escribir una novela. Francisco Lozano murió retirado en su casería dedicado a la lectura y a la preparación de numerosos aspirantes a Bachilleres de los cuales puedo citar a Flora Granados, Joselito “El Cojo Comanche” o a Diego Mairena el “Pintor de Espíritus”. La Casería fue adquirida por Rafael Torres. Se tituló en Farmacia y se casó con Aurora Gutiérrez. En su botica madrileña de la Avenida de San Diego en Vallecas, tuvo como “mancebo” a Paco (conocido por “El Mancebo”) que anteriormente desempeñó igual trabajo en la farmacia de Jimena propiedad del Licenciado Antonio Píñar Pantaleón. Los herederos actuales son los hijos del mencionado matrimonio: Isabel y Rafa. Este último fue “colega” destinado en las dependencias del Mº de Justicia de la madrileña calle de San Bernardo. Particularmente lo tengo en gran estima y lo considero como amigo.
(CONTINÚA)
Buenos dias retrato historico muy interesante.. me podria responder quien era Juana Fernandez Gila, hija del tio de d. bartolome muerto a comienzos de la guerra civil, y que parentengo ahi.
¡Hola Rafael!
Mucho gusto en saludarte desde esta ventana de Jimena al mundo virtual y al real. Por los apellidos no caigo quién puedas ser. Quizás si nos dice el apodo o "mote" de tu familia te conoceremos mejor.
En cuanto a tu pregunta, lamento decirte que (aunque ya "talludito") me parece que no tengo edad para acordarme de esa señora que mencionas. Además, por el apellido Gila, más bien será o sería familia de sus hijos naturales Maria y Bartolomé.
Desde aquí le pido a mi amigo Bartolo "El del Sindicato", un experto en temas de filiaciones, que si puede te eche una mano.
Un cordial saludo,
Mucho gusto en saludarte desde esta ventana de Jimena al mundo virtual y al real. Por los apellidos no caigo quién puedas ser. Quizás si nos dice el apodo o "mote" de tu familia te conoceremos mejor.
En cuanto a tu pregunta, lamento decirte que (aunque ya "talludito") me parece que no tengo edad para acordarme de esa señora que mencionas. Además, por el apellido Gila, más bien será o sería familia de sus hijos naturales Maria y Bartolomé.
Desde aquí le pido a mi amigo Bartolo "El del Sindicato", un experto en temas de filiaciones, que si puede te eche una mano.
Un cordial saludo,
Muchisimas gracias mi abuelo era tio de D. Bartolome murio antes del comienzo de la guerra dejando una ñiña... juana fernandez gila.. por supuesto esto influyo en el ciclo de su vida. muchas gracias solo quiero ver donde esta mi abuelo y saber mis raices.
Rafael voy añadirte unos nombres que si no estoy equivocado eran hermanos del Padre de don Bartolomé Martinez Illan, médico de Jimena.
Bien, documentos no tengo, ha sido información boca a boca: Estos eran si mi información es correcta y con el máximo respeto a su familia.
Don Vicente Martinez Gamez Sacerdote y biólogo. Lo mataron en la guerra civil
Don José " Padre de Don Bartolomé
Don Francisco " “Apodado el gato loco”.
Don Luis " Creo que era el Padre de Don Emilio el maestro.
Don Mariano "
Doña Eulalia. “
Esta es la información que he podido recabar.
Un saludo.
Mariano.
P. D. No tengo garantía de que esta información sea completamente correcta pero si te sirve de algo...
Bien, documentos no tengo, ha sido información boca a boca: Estos eran si mi información es correcta y con el máximo respeto a su familia.
Don Vicente Martinez Gamez Sacerdote y biólogo. Lo mataron en la guerra civil
Don José " Padre de Don Bartolomé
Don Francisco " “Apodado el gato loco”.
Don Luis " Creo que era el Padre de Don Emilio el maestro.
Don Mariano "
Doña Eulalia. “
Esta es la información que he podido recabar.
Un saludo.
Mariano.
P. D. No tengo garantía de que esta información sea completamente correcta pero si te sirve de algo...