MIS VIDAS SECRETAS: HE SIDO UN “STRIPPER”.
(Por Luismarín). Jimena, 28 de diciembre de 2013.
De todos es conocido que todo hombre es como la luna, que tiene una cara oculta que no enseña a nadie. El año pasado os descubrí otra de mis vidas secretas cuya existencia “conmocionó” a muchos de mis conocidos y a vosotros mismos. El pasado de cualquier persona es como un cofre lleno de sorpresas, pero como decía el novelista Georges Simenon, un hombre sin pasado no es un hombre. En una preciosa canción de Leonard Cohen se puede oír que las vidas secretas están llenas de frio y soledad. Sin embargo, os puedo asegurar qué, en esta otra vida cuyo velo voy a levantar, fue todo lo contrario: demasiado “calor” y baños de multitudes.
Todo empezó hace dos años en la despedida de una compañera que comenzaba el sueño añorado de muchos: una jubilación con la pensión máxima. Haciendo un pequeño inciso, cabe recordar que, cuando se llega a una determinada edad, estos eventos o las visitas al Tanatorio de la Almudena se han convertido en habituales, ya quedaron atrás las celebraciones de bodas y bautizos, todos nuestros amigos se casaron y la mayoría comienza a tener nietos o sobrinos-nietos: C’est la vie.
Después de la cena en “El Asador Donostiarra”, un grupo de los más marchosos decidimos tomarnos una copa en el Pub “Richelieu”. Este antro, situado en el Paseo Eduardo Dato (Paseo del Cisne en otros tiempos), es muy conocido en Madrid por su ambiente un poco especial. Todas las noches se reúnen en el local auténticas “cohortes” de ambos sexos de divorciados, separados, viudos o miembros impares de alguna pareja de hecho. Como podéis imaginaros el ambiente no es muy juvenil pero el que visita este lugar sabe a lo que se va allí: siempre se encuentra a alguien que está “más necesitado” que uno mismo.
El ambiente se fue caldeando conforme avanzaba la noche y algunos comenzaron a subir por una escalera que da al piso de arriba en donde una pequeña pista de baile se asoma a la planta baja a través de una baranda de madera repujada. Los más “procaces” se asoman a la barandilla y dedican sus bailes a los clientes de las mesas inferiores. Algunas y algunos hasta les suelen arrojar alguna prenda de vestir de las que se despojan con más o menos arte en plan strippers profesionales. En mi mesa, comenzaron a presionarme (por aquello de que era el más joven) recordándome mis años de práctica del nudismo en las playas de San José en Almería. Yo me resistía pero al final me dejé convencer.
Hubo dos factores que me incitaron a ello. Primero: que después de seis meses de una dieta especial, acompañada de una intensificación de mis habituales carreras de fondo, me encontraba en plena forma física y con doce kilos de menos. Las sesiones de espalderas y abdominales en el gimnasio también habían hecho su efecto y la verdad es que me notaba bastante “cachas” para mi “provecta” edad. Segundo: que comenzó a sonar una canción que me produce una descarga de adrenalina. El tema era You can leave your hat de Joe Cocker, la canción con la que Kim Basinger se desnudaba en la película Nueve semanas y media. La canción inmediatamente alcanzó fama mundial y ha quedado asociada hasta hoy como una de las imprescindibles en cualquier cabaret o sala de “streaptease”. Al ritmo de sus acordes comenzó mi actuación. Pronto, la luz cenital del reflector sólo se reflejó en mí y hasta los demás danzantes se pusieron a mirarme. El final fue apoteósico y yo terminé luciendo solamente mis calzoncillos de negro cobalto de Armani. El estruendo de los aplausos de todo el público me acompañó hasta que descendí por la escalera en busca de mi merecido gin-tonic con pepino.
Al poco rato, una vez saciada mi sed, se sentó a mi derecha una señora de mediana edad y de “buen ver”, vestida con un elegante traje sastre de color azul burdeos. Sin preámbulo alguno, me hizo la siguiente propuesta: te interesaría hacer lo mismo, pero cobrando, en la Sala “Máaas y Máaas” de Chueca. ¡Tienes hasta el lunes para darme una respuesta!. Sobre el cristal de la mesa dejó una tarjeta de visita con el anagrama del Club Nocturno de Striptease y una cantidad con tres ceros.
El fin de semana dormí poco y por mi cabeza pasaron en multitud toda clase de pros y de contras. Al final, me convencieron las imágenes de unos cuantos cheques al portador con los tres ceros “bailando”. Solamente con unas pocas actuaciones podría incrementar sustanciosamente mi fondo de pensiones tan ridículo hasta esos momentos.
Entre alguna de las razones que, como justificación, me argumenté a mí mismo, estuvo la del escondido afán de exhibicionismo qué, aunque muchos no quieran reconocerlo, abunda entre los seres mortales. Ya se sabe, que el exhibicionista tiende a exponerse en público de una manera excesiva y sin ajustarse a las normas sociales buscando siempre impactar e impresionar a los demás para verse reflejado en la mirada de los otros. Los psicoanalistas argumentan que el exhibicionismo nace como una forma de huir de la soledad y porque no soporta enfrentarse a la imagen que tiene de sí mismo. Por otro lado, en el contexto de la sexualidad del individuo, se define el exhibicionismo como el placer que sienten algunas personas en mostrar en público partes desnudas de su cuerpo. El objetivo del exhibicionista en su comportamiento es captar la atención de otras personas para sorprenderles. El placer se produce cuando la otra persona se escandaliza o se azora. El exhibicionismo artístico no es reprobable en sí mismo aunque comporte una provocación, se limita a una simple representación y no llega más allá. En ocasiones, el gusto por verse observado por otra persona entra dentro del juego sexual al saber que es voluntariamente compartido por las otras personas.
Igualmente, también ayudó a convencerme el hecho de que, durante varios veranos, ya había practicado el “nudismo” en las playas de San José (Almería) en una preciosa cala entre las arenas de “Los Genoveses” y “Monsul”. Repasé mentalmente que, en la definición de nudismo se añade una referencia al respeto por la naturaleza y que muchos de sus detractores tienen problemas psicoemocionales, entre los que se encuentran falta de autoestima, pobre autoimagen corporal y morbo sexual. En la ideología nudista la percepción del desnudo propio y de los demás es algo natural, no tiene carácter de provocación sexual y la desnudez completa es conveniente para un perfecto equilibrio físico e incluso moral. El nudismo es una rama del “Naturismo” o forma de vivir en armonía con la naturaleza, con la finalidad de favorecer el respeto a uno mismo, a los demás y al medio ambiente. Su práctica es una forma de vida recreativa, cultural y educacional, promoviendo el contacto con el paisaje y bajo una vida comunitaria, libre, sin discriminaciones religiosas o sexuales. Muchas personas sostienen que ir vestido resulta incómodo y que, en cambio, la desnudez es mucho más práctica y proporciona una indescriptible sensación de libertad.
El nudismo también critica los cánones estéticos actuales y propugna que todos los cuerpos poseen belleza. Uno de sus propósitos es mejorar la salud del cuerpo y de la mente. Se puede alcanzar una salud óptima a través del contacto completo del cuerpo con los elementos naturales: Sol, agua, aire y tierra. No se puede olvidar que la luz del Sol produce una acción antiséptica evitando la proliferación de bacterias y hongos. El ideario nudista reconoce que el cuerpo humano fue la mayor obra de la Creación o Evolución Natural y que por lo tanto no puede ser vergonzoso ni necesita ser escondido. Su doctrina promueve el respeto a las personas y la igualdad social argumentando que en muchos casos la ropa pone barreras artificiales o dificulta la relación entre personas, asegurando aun así que las personas desnudas son más iguales entre ellas, independientemente de la clase social, ideología o religión. En fin, que el nudismo es respetuoso con todo el mundo y pretende llegar a ser una filosofía socialmente constructiva. Esto me convenció del todo.
(SIGUE)
(Por Luismarín). Jimena, 28 de diciembre de 2013.
De todos es conocido que todo hombre es como la luna, que tiene una cara oculta que no enseña a nadie. El año pasado os descubrí otra de mis vidas secretas cuya existencia “conmocionó” a muchos de mis conocidos y a vosotros mismos. El pasado de cualquier persona es como un cofre lleno de sorpresas, pero como decía el novelista Georges Simenon, un hombre sin pasado no es un hombre. En una preciosa canción de Leonard Cohen se puede oír que las vidas secretas están llenas de frio y soledad. Sin embargo, os puedo asegurar qué, en esta otra vida cuyo velo voy a levantar, fue todo lo contrario: demasiado “calor” y baños de multitudes.
Todo empezó hace dos años en la despedida de una compañera que comenzaba el sueño añorado de muchos: una jubilación con la pensión máxima. Haciendo un pequeño inciso, cabe recordar que, cuando se llega a una determinada edad, estos eventos o las visitas al Tanatorio de la Almudena se han convertido en habituales, ya quedaron atrás las celebraciones de bodas y bautizos, todos nuestros amigos se casaron y la mayoría comienza a tener nietos o sobrinos-nietos: C’est la vie.
Después de la cena en “El Asador Donostiarra”, un grupo de los más marchosos decidimos tomarnos una copa en el Pub “Richelieu”. Este antro, situado en el Paseo Eduardo Dato (Paseo del Cisne en otros tiempos), es muy conocido en Madrid por su ambiente un poco especial. Todas las noches se reúnen en el local auténticas “cohortes” de ambos sexos de divorciados, separados, viudos o miembros impares de alguna pareja de hecho. Como podéis imaginaros el ambiente no es muy juvenil pero el que visita este lugar sabe a lo que se va allí: siempre se encuentra a alguien que está “más necesitado” que uno mismo.
El ambiente se fue caldeando conforme avanzaba la noche y algunos comenzaron a subir por una escalera que da al piso de arriba en donde una pequeña pista de baile se asoma a la planta baja a través de una baranda de madera repujada. Los más “procaces” se asoman a la barandilla y dedican sus bailes a los clientes de las mesas inferiores. Algunas y algunos hasta les suelen arrojar alguna prenda de vestir de las que se despojan con más o menos arte en plan strippers profesionales. En mi mesa, comenzaron a presionarme (por aquello de que era el más joven) recordándome mis años de práctica del nudismo en las playas de San José en Almería. Yo me resistía pero al final me dejé convencer.
Hubo dos factores que me incitaron a ello. Primero: que después de seis meses de una dieta especial, acompañada de una intensificación de mis habituales carreras de fondo, me encontraba en plena forma física y con doce kilos de menos. Las sesiones de espalderas y abdominales en el gimnasio también habían hecho su efecto y la verdad es que me notaba bastante “cachas” para mi “provecta” edad. Segundo: que comenzó a sonar una canción que me produce una descarga de adrenalina. El tema era You can leave your hat de Joe Cocker, la canción con la que Kim Basinger se desnudaba en la película Nueve semanas y media. La canción inmediatamente alcanzó fama mundial y ha quedado asociada hasta hoy como una de las imprescindibles en cualquier cabaret o sala de “streaptease”. Al ritmo de sus acordes comenzó mi actuación. Pronto, la luz cenital del reflector sólo se reflejó en mí y hasta los demás danzantes se pusieron a mirarme. El final fue apoteósico y yo terminé luciendo solamente mis calzoncillos de negro cobalto de Armani. El estruendo de los aplausos de todo el público me acompañó hasta que descendí por la escalera en busca de mi merecido gin-tonic con pepino.
Al poco rato, una vez saciada mi sed, se sentó a mi derecha una señora de mediana edad y de “buen ver”, vestida con un elegante traje sastre de color azul burdeos. Sin preámbulo alguno, me hizo la siguiente propuesta: te interesaría hacer lo mismo, pero cobrando, en la Sala “Máaas y Máaas” de Chueca. ¡Tienes hasta el lunes para darme una respuesta!. Sobre el cristal de la mesa dejó una tarjeta de visita con el anagrama del Club Nocturno de Striptease y una cantidad con tres ceros.
El fin de semana dormí poco y por mi cabeza pasaron en multitud toda clase de pros y de contras. Al final, me convencieron las imágenes de unos cuantos cheques al portador con los tres ceros “bailando”. Solamente con unas pocas actuaciones podría incrementar sustanciosamente mi fondo de pensiones tan ridículo hasta esos momentos.
Entre alguna de las razones que, como justificación, me argumenté a mí mismo, estuvo la del escondido afán de exhibicionismo qué, aunque muchos no quieran reconocerlo, abunda entre los seres mortales. Ya se sabe, que el exhibicionista tiende a exponerse en público de una manera excesiva y sin ajustarse a las normas sociales buscando siempre impactar e impresionar a los demás para verse reflejado en la mirada de los otros. Los psicoanalistas argumentan que el exhibicionismo nace como una forma de huir de la soledad y porque no soporta enfrentarse a la imagen que tiene de sí mismo. Por otro lado, en el contexto de la sexualidad del individuo, se define el exhibicionismo como el placer que sienten algunas personas en mostrar en público partes desnudas de su cuerpo. El objetivo del exhibicionista en su comportamiento es captar la atención de otras personas para sorprenderles. El placer se produce cuando la otra persona se escandaliza o se azora. El exhibicionismo artístico no es reprobable en sí mismo aunque comporte una provocación, se limita a una simple representación y no llega más allá. En ocasiones, el gusto por verse observado por otra persona entra dentro del juego sexual al saber que es voluntariamente compartido por las otras personas.
Igualmente, también ayudó a convencerme el hecho de que, durante varios veranos, ya había practicado el “nudismo” en las playas de San José (Almería) en una preciosa cala entre las arenas de “Los Genoveses” y “Monsul”. Repasé mentalmente que, en la definición de nudismo se añade una referencia al respeto por la naturaleza y que muchos de sus detractores tienen problemas psicoemocionales, entre los que se encuentran falta de autoestima, pobre autoimagen corporal y morbo sexual. En la ideología nudista la percepción del desnudo propio y de los demás es algo natural, no tiene carácter de provocación sexual y la desnudez completa es conveniente para un perfecto equilibrio físico e incluso moral. El nudismo es una rama del “Naturismo” o forma de vivir en armonía con la naturaleza, con la finalidad de favorecer el respeto a uno mismo, a los demás y al medio ambiente. Su práctica es una forma de vida recreativa, cultural y educacional, promoviendo el contacto con el paisaje y bajo una vida comunitaria, libre, sin discriminaciones religiosas o sexuales. Muchas personas sostienen que ir vestido resulta incómodo y que, en cambio, la desnudez es mucho más práctica y proporciona una indescriptible sensación de libertad.
El nudismo también critica los cánones estéticos actuales y propugna que todos los cuerpos poseen belleza. Uno de sus propósitos es mejorar la salud del cuerpo y de la mente. Se puede alcanzar una salud óptima a través del contacto completo del cuerpo con los elementos naturales: Sol, agua, aire y tierra. No se puede olvidar que la luz del Sol produce una acción antiséptica evitando la proliferación de bacterias y hongos. El ideario nudista reconoce que el cuerpo humano fue la mayor obra de la Creación o Evolución Natural y que por lo tanto no puede ser vergonzoso ni necesita ser escondido. Su doctrina promueve el respeto a las personas y la igualdad social argumentando que en muchos casos la ropa pone barreras artificiales o dificulta la relación entre personas, asegurando aun así que las personas desnudas son más iguales entre ellas, independientemente de la clase social, ideología o religión. En fin, que el nudismo es respetuoso con todo el mundo y pretende llegar a ser una filosofía socialmente constructiva. Esto me convenció del todo.
(SIGUE)