MIS VIDAS SECRETAS: HE SIDO UN “STRIPPER”.
(Por Luismarín). Jimena, 28 de diciembre de 2013.
De todos es conocido que todo hombre es como la luna, que tiene una cara oculta que no enseña a nadie. El año pasado os descubrí otra de mis vidas secretas cuya existencia “conmocionó” a muchos de mis conocidos y a vosotros mismos. El pasado de cualquier persona es como un cofre lleno de sorpresas, pero como decía el novelista Georges Simenon, un hombre sin pasado no es un hombre. En una preciosa canción de Leonard Cohen se puede oír que las vidas secretas están llenas de frio y soledad. Sin embargo, os puedo asegurar qué, en esta otra vida cuyo velo voy a levantar, fue todo lo contrario: demasiado “calor” y baños de multitudes.
Todo empezó hace dos años en la despedida de una compañera que comenzaba el sueño añorado de muchos: una jubilación con la pensión máxima. Haciendo un pequeño inciso, cabe recordar que, cuando se llega a una determinada edad, estos eventos o las visitas al Tanatorio de la Almudena se han convertido en habituales, ya quedaron atrás las celebraciones de bodas y bautizos, todos nuestros amigos se casaron y la mayoría comienza a tener nietos o sobrinos-nietos: C’est la vie.
Después de la cena en “El Asador Donostiarra”, un grupo de los más marchosos decidimos tomarnos una copa en el Pub “Richelieu”. Este antro, situado en el Paseo Eduardo Dato (Paseo del Cisne en otros tiempos), es muy conocido en Madrid por su ambiente un poco especial. Todas las noches se reúnen en el local auténticas “cohortes” de ambos sexos de divorciados, separados, viudos o miembros impares de alguna pareja de hecho. Como podéis imaginaros el ambiente no es muy juvenil pero el que visita este lugar sabe a lo que se va allí: siempre se encuentra a alguien que está “más necesitado” que uno mismo.
El ambiente se fue caldeando conforme avanzaba la noche y algunos comenzaron a subir por una escalera que da al piso de arriba en donde una pequeña pista de baile se asoma a la planta baja a través de una baranda de madera repujada. Los más “procaces” se asoman a la barandilla y dedican sus bailes a los clientes de las mesas inferiores. Algunas y algunos hasta les suelen arrojar alguna prenda de vestir de las que se despojan con más o menos arte en plan strippers profesionales. En mi mesa, comenzaron a presionarme (por aquello de que era el más joven) recordándome mis años de práctica del nudismo en las playas de San José en Almería. Yo me resistía pero al final me dejé convencer.
Hubo dos factores que me incitaron a ello. Primero: que después de seis meses de una dieta especial, acompañada de una intensificación de mis habituales carreras de fondo, me encontraba en plena forma física y con doce kilos de menos. Las sesiones de espalderas y abdominales en el gimnasio también habían hecho su efecto y la verdad es que me notaba bastante “cachas” para mi “provecta” edad. Segundo: que comenzó a sonar una canción que me produce una descarga de adrenalina. El tema era You can leave your hat de Joe Cocker, la canción con la que Kim Basinger se desnudaba en la película Nueve semanas y media. La canción inmediatamente alcanzó fama mundial y ha quedado asociada hasta hoy como una de las imprescindibles en cualquier cabaret o sala de “streaptease”. Al ritmo de sus acordes comenzó mi actuación. Pronto, la luz cenital del reflector sólo se reflejó en mí y hasta los demás danzantes se pusieron a mirarme. El final fue apoteósico y yo terminé luciendo solamente mis calzoncillos de negro cobalto de Armani. El estruendo de los aplausos de todo el público me acompañó hasta que descendí por la escalera en busca de mi merecido gin-tonic con pepino.
Al poco rato, una vez saciada mi sed, se sentó a mi derecha una señora de mediana edad y de “buen ver”, vestida con un elegante traje sastre de color azul burdeos. Sin preámbulo alguno, me hizo la siguiente propuesta: te interesaría hacer lo mismo, pero cobrando, en la Sala “Máaas y Máaas” de Chueca. ¡Tienes hasta el lunes para darme una respuesta!. Sobre el cristal de la mesa dejó una tarjeta de visita con el anagrama del Club Nocturno de Striptease y una cantidad con tres ceros.
El fin de semana dormí poco y por mi cabeza pasaron en multitud toda clase de pros y de contras. Al final, me convencieron las imágenes de unos cuantos cheques al portador con los tres ceros “bailando”. Solamente con unas pocas actuaciones podría incrementar sustanciosamente mi fondo de pensiones tan ridículo hasta esos momentos.
Entre alguna de las razones que, como justificación, me argumenté a mí mismo, estuvo la del escondido afán de exhibicionismo qué, aunque muchos no quieran reconocerlo, abunda entre los seres mortales. Ya se sabe, que el exhibicionista tiende a exponerse en público de una manera excesiva y sin ajustarse a las normas sociales buscando siempre impactar e impresionar a los demás para verse reflejado en la mirada de los otros. Los psicoanalistas argumentan que el exhibicionismo nace como una forma de huir de la soledad y porque no soporta enfrentarse a la imagen que tiene de sí mismo. Por otro lado, en el contexto de la sexualidad del individuo, se define el exhibicionismo como el placer que sienten algunas personas en mostrar en público partes desnudas de su cuerpo. El objetivo del exhibicionista en su comportamiento es captar la atención de otras personas para sorprenderles. El placer se produce cuando la otra persona se escandaliza o se azora. El exhibicionismo artístico no es reprobable en sí mismo aunque comporte una provocación, se limita a una simple representación y no llega más allá. En ocasiones, el gusto por verse observado por otra persona entra dentro del juego sexual al saber que es voluntariamente compartido por las otras personas.
Igualmente, también ayudó a convencerme el hecho de que, durante varios veranos, ya había practicado el “nudismo” en las playas de San José (Almería) en una preciosa cala entre las arenas de “Los Genoveses” y “Monsul”. Repasé mentalmente que, en la definición de nudismo se añade una referencia al respeto por la naturaleza y que muchos de sus detractores tienen problemas psicoemocionales, entre los que se encuentran falta de autoestima, pobre autoimagen corporal y morbo sexual. En la ideología nudista la percepción del desnudo propio y de los demás es algo natural, no tiene carácter de provocación sexual y la desnudez completa es conveniente para un perfecto equilibrio físico e incluso moral. El nudismo es una rama del “Naturismo” o forma de vivir en armonía con la naturaleza, con la finalidad de favorecer el respeto a uno mismo, a los demás y al medio ambiente. Su práctica es una forma de vida recreativa, cultural y educacional, promoviendo el contacto con el paisaje y bajo una vida comunitaria, libre, sin discriminaciones religiosas o sexuales. Muchas personas sostienen que ir vestido resulta incómodo y que, en cambio, la desnudez es mucho más práctica y proporciona una indescriptible sensación de libertad.
El nudismo también critica los cánones estéticos actuales y propugna que todos los cuerpos poseen belleza. Uno de sus propósitos es mejorar la salud del cuerpo y de la mente. Se puede alcanzar una salud óptima a través del contacto completo del cuerpo con los elementos naturales: Sol, agua, aire y tierra. No se puede olvidar que la luz del Sol produce una acción antiséptica evitando la proliferación de bacterias y hongos. El ideario nudista reconoce que el cuerpo humano fue la mayor obra de la Creación o Evolución Natural y que por lo tanto no puede ser vergonzoso ni necesita ser escondido. Su doctrina promueve el respeto a las personas y la igualdad social argumentando que en muchos casos la ropa pone barreras artificiales o dificulta la relación entre personas, asegurando aun así que las personas desnudas son más iguales entre ellas, independientemente de la clase social, ideología o religión. En fin, que el nudismo es respetuoso con todo el mundo y pretende llegar a ser una filosofía socialmente constructiva. Esto me convenció del todo.
(SIGUE)
(Por Luismarín). Jimena, 28 de diciembre de 2013.
De todos es conocido que todo hombre es como la luna, que tiene una cara oculta que no enseña a nadie. El año pasado os descubrí otra de mis vidas secretas cuya existencia “conmocionó” a muchos de mis conocidos y a vosotros mismos. El pasado de cualquier persona es como un cofre lleno de sorpresas, pero como decía el novelista Georges Simenon, un hombre sin pasado no es un hombre. En una preciosa canción de Leonard Cohen se puede oír que las vidas secretas están llenas de frio y soledad. Sin embargo, os puedo asegurar qué, en esta otra vida cuyo velo voy a levantar, fue todo lo contrario: demasiado “calor” y baños de multitudes.
Todo empezó hace dos años en la despedida de una compañera que comenzaba el sueño añorado de muchos: una jubilación con la pensión máxima. Haciendo un pequeño inciso, cabe recordar que, cuando se llega a una determinada edad, estos eventos o las visitas al Tanatorio de la Almudena se han convertido en habituales, ya quedaron atrás las celebraciones de bodas y bautizos, todos nuestros amigos se casaron y la mayoría comienza a tener nietos o sobrinos-nietos: C’est la vie.
Después de la cena en “El Asador Donostiarra”, un grupo de los más marchosos decidimos tomarnos una copa en el Pub “Richelieu”. Este antro, situado en el Paseo Eduardo Dato (Paseo del Cisne en otros tiempos), es muy conocido en Madrid por su ambiente un poco especial. Todas las noches se reúnen en el local auténticas “cohortes” de ambos sexos de divorciados, separados, viudos o miembros impares de alguna pareja de hecho. Como podéis imaginaros el ambiente no es muy juvenil pero el que visita este lugar sabe a lo que se va allí: siempre se encuentra a alguien que está “más necesitado” que uno mismo.
El ambiente se fue caldeando conforme avanzaba la noche y algunos comenzaron a subir por una escalera que da al piso de arriba en donde una pequeña pista de baile se asoma a la planta baja a través de una baranda de madera repujada. Los más “procaces” se asoman a la barandilla y dedican sus bailes a los clientes de las mesas inferiores. Algunas y algunos hasta les suelen arrojar alguna prenda de vestir de las que se despojan con más o menos arte en plan strippers profesionales. En mi mesa, comenzaron a presionarme (por aquello de que era el más joven) recordándome mis años de práctica del nudismo en las playas de San José en Almería. Yo me resistía pero al final me dejé convencer.
Hubo dos factores que me incitaron a ello. Primero: que después de seis meses de una dieta especial, acompañada de una intensificación de mis habituales carreras de fondo, me encontraba en plena forma física y con doce kilos de menos. Las sesiones de espalderas y abdominales en el gimnasio también habían hecho su efecto y la verdad es que me notaba bastante “cachas” para mi “provecta” edad. Segundo: que comenzó a sonar una canción que me produce una descarga de adrenalina. El tema era You can leave your hat de Joe Cocker, la canción con la que Kim Basinger se desnudaba en la película Nueve semanas y media. La canción inmediatamente alcanzó fama mundial y ha quedado asociada hasta hoy como una de las imprescindibles en cualquier cabaret o sala de “streaptease”. Al ritmo de sus acordes comenzó mi actuación. Pronto, la luz cenital del reflector sólo se reflejó en mí y hasta los demás danzantes se pusieron a mirarme. El final fue apoteósico y yo terminé luciendo solamente mis calzoncillos de negro cobalto de Armani. El estruendo de los aplausos de todo el público me acompañó hasta que descendí por la escalera en busca de mi merecido gin-tonic con pepino.
Al poco rato, una vez saciada mi sed, se sentó a mi derecha una señora de mediana edad y de “buen ver”, vestida con un elegante traje sastre de color azul burdeos. Sin preámbulo alguno, me hizo la siguiente propuesta: te interesaría hacer lo mismo, pero cobrando, en la Sala “Máaas y Máaas” de Chueca. ¡Tienes hasta el lunes para darme una respuesta!. Sobre el cristal de la mesa dejó una tarjeta de visita con el anagrama del Club Nocturno de Striptease y una cantidad con tres ceros.
El fin de semana dormí poco y por mi cabeza pasaron en multitud toda clase de pros y de contras. Al final, me convencieron las imágenes de unos cuantos cheques al portador con los tres ceros “bailando”. Solamente con unas pocas actuaciones podría incrementar sustanciosamente mi fondo de pensiones tan ridículo hasta esos momentos.
Entre alguna de las razones que, como justificación, me argumenté a mí mismo, estuvo la del escondido afán de exhibicionismo qué, aunque muchos no quieran reconocerlo, abunda entre los seres mortales. Ya se sabe, que el exhibicionista tiende a exponerse en público de una manera excesiva y sin ajustarse a las normas sociales buscando siempre impactar e impresionar a los demás para verse reflejado en la mirada de los otros. Los psicoanalistas argumentan que el exhibicionismo nace como una forma de huir de la soledad y porque no soporta enfrentarse a la imagen que tiene de sí mismo. Por otro lado, en el contexto de la sexualidad del individuo, se define el exhibicionismo como el placer que sienten algunas personas en mostrar en público partes desnudas de su cuerpo. El objetivo del exhibicionista en su comportamiento es captar la atención de otras personas para sorprenderles. El placer se produce cuando la otra persona se escandaliza o se azora. El exhibicionismo artístico no es reprobable en sí mismo aunque comporte una provocación, se limita a una simple representación y no llega más allá. En ocasiones, el gusto por verse observado por otra persona entra dentro del juego sexual al saber que es voluntariamente compartido por las otras personas.
Igualmente, también ayudó a convencerme el hecho de que, durante varios veranos, ya había practicado el “nudismo” en las playas de San José (Almería) en una preciosa cala entre las arenas de “Los Genoveses” y “Monsul”. Repasé mentalmente que, en la definición de nudismo se añade una referencia al respeto por la naturaleza y que muchos de sus detractores tienen problemas psicoemocionales, entre los que se encuentran falta de autoestima, pobre autoimagen corporal y morbo sexual. En la ideología nudista la percepción del desnudo propio y de los demás es algo natural, no tiene carácter de provocación sexual y la desnudez completa es conveniente para un perfecto equilibrio físico e incluso moral. El nudismo es una rama del “Naturismo” o forma de vivir en armonía con la naturaleza, con la finalidad de favorecer el respeto a uno mismo, a los demás y al medio ambiente. Su práctica es una forma de vida recreativa, cultural y educacional, promoviendo el contacto con el paisaje y bajo una vida comunitaria, libre, sin discriminaciones religiosas o sexuales. Muchas personas sostienen que ir vestido resulta incómodo y que, en cambio, la desnudez es mucho más práctica y proporciona una indescriptible sensación de libertad.
El nudismo también critica los cánones estéticos actuales y propugna que todos los cuerpos poseen belleza. Uno de sus propósitos es mejorar la salud del cuerpo y de la mente. Se puede alcanzar una salud óptima a través del contacto completo del cuerpo con los elementos naturales: Sol, agua, aire y tierra. No se puede olvidar que la luz del Sol produce una acción antiséptica evitando la proliferación de bacterias y hongos. El ideario nudista reconoce que el cuerpo humano fue la mayor obra de la Creación o Evolución Natural y que por lo tanto no puede ser vergonzoso ni necesita ser escondido. Su doctrina promueve el respeto a las personas y la igualdad social argumentando que en muchos casos la ropa pone barreras artificiales o dificulta la relación entre personas, asegurando aun así que las personas desnudas son más iguales entre ellas, independientemente de la clase social, ideología o religión. En fin, que el nudismo es respetuoso con todo el mundo y pretende llegar a ser una filosofía socialmente constructiva. Esto me convenció del todo.
(SIGUE)
(CONTINUACIÓN)
El domingo por la tarde me acordé de mi vecino del ático izquierdo que vive prácticamente al aire libre: NOÉ. Este chico francés de veinte y pocos años es uno de los más conocidos “Stripper” de la noche capitalina. Nos reconocimos como vecinos en el Complejo Deportivo de la Zona Sur de la Universidad Complutense haciendo series de 800 metros. Desde entonces, en más de una ocasión, junto a otros amigos deportistas, hacemos algunas carreras de fondo por la Casa de Campo. Decidí hacerle una visita y de camino pedirle algún consejo. Me invitó a un zumo de pomelo (se cuida mucho) y me dijo que tenía un par de horas libres antes de ir a trabajar al Palacio de Gaviria situado en la céntrica calle Arenal. Esa noche iba de pareja de “Baile de Salón”. Vestido con un impecable frac, cobra veinte euros a cada Sra. o Srta. que lo saca a bailar: Vals, Polka, Fox-Trot, Mazurca, Tango, etc. Una vez que le planteé mi caso y dilema, empezó esta larga serie de recomendaciones:
Lo primero que debes recordar es que la palabra “striptease” viene del inglés strip (desnudar) y tease (engañar), es decir: un desnudo engañoso que provoca en el público el deseo de una exhibición más completa. Después, y lo más importante: es que antes de decidirte a actuar debes de tratar de averiguar de cuánta comodidad corporal y seguridad en ti mismo dispones. Lo primero que debes considerar es si en verdad podrás sentirte cómodo trabajando semidesnudo enfrente de grupos numerosos de gente, o de personas tumultuosas y algo borrachas.
Tienes que estar permanentemente en forma. Los strippers ayudan a las personas a visualizar sus fantasías en la vida real, y los cuerpos con los que la mayoría de la gente fantasea suelen ser muy estéticos y bien formados. Ejercítate para mejorar tu cuerpo dentro de tu propia complexión natural. Tener un cuerpo atractivo y en forma te ayudará a sentirte más cómodo mientras actúas. Instala una barra de tubo en tu casa para desarrollar más a fondo tus habilidades. Ensaya delante del espejo, trabaja tu contoneo y tu sensualidad con los gestos que más te favorezcan.
Es fundamental elegir bien la música para tu actuación. Con tres o cuatro canciones suele sobrar. Debes de preparar “rutinas musicales” para tres ritmos distintos: lento, medio y rápido. Haz sobresalir los sonidos del bajo, contrabajo, batería y bombo. Exige que la luz de la pista llegue muy “tamizada” para que genere una atmósfera sexy y al mismo tiempo disimule tus pequeños defectos. Práctica el baile hasta que llegues a convertirlo en rutina. Concéntrate en lograr que tus movimientos luzcan naturales y relajados, así como en variar la expresión de tu rostro para que se adapte a las reacciones de tu audiencia. Elige tu nombre artístico como stripper. El nombre que elijas debe combinar con los rasgos del personaje que interpretas y comunicar a la gente el tipo de experiencia que pueden encontrar en uno de tus actos. Elige un “apodo” que suene seductor y excitante.
Para cuidar tu piel debes someterte a pequeñas exfoliaciones que la dejarán suave y satinada. Evidentemente, la depilación es obligatoria (axilas, pubis y piernas completas). A continuación, hidrata tu cuerpo con una leche nutritiva, o mejor aún, con un aceite brillante. Todo esto hará que te sientas como nuevo y puedas mostrarte igual que en tus mejores momentos. Te aconsejo, porque es complejo y agotador, que no hagas más de una o dos actuaciones por noche.
A la hora de elegir el disfraz para la interpretación ten en cuenta estas indicaciones: las prendas raídas son una opción popular para strippers masculinos. Un sastre puede ayudarte a agregar trozos de tela desgarrados a un traje, por ejemplo. Consigue ropa interior variada, tangas y otras prendas provocativas, para poder rotarlas entre tus diferentes presentaciones. Ponte un slip atractivo, puede ser de seda roja o negra. Aunque seas un stripper masculino se puede usar un liguero a juego, las mujeres se vuelven locas, y además, sirve para sujetar los billetes de propina. Opta por algo sexy y fácil de quitar para desabotonar con languidez. Los más fantasiosos también pueden optar por un look más original para la ocasión, en función del público predominante en la sala. Las fantasías eróticas de muchas mujeres se centran en hombres vestidos con toda clase de uniformes: desde bomberos a guardias civiles con traje de gala. No dudes en utilizar accesorios para la puesta en escena: una silla (para posturas sugestivas), un sombrero, un fular... ¡Da rienda suelta a tu imaginación!.
Como es natural en todo trabajo bien hecho hay que conseguir la técnica adecuada: durante el baile, mira a los ojos de tus espectadoras. Puedes elegir una “presa” a la que dedicar la actuación. No debes perderla de vista. Aprovecha para lanzarle miradas ardientes al ritmo de la música. Tus movimientos deben ser lentos y precisos. Juega con tus manos, acaricia las partes de tu cuerpo sobre las que quieras centrar su atención. Tras bailar un minuto, empieza a desnudarte. Siempre se empieza quitando la parte de arriba. Quítate la camisa, muy lentamente, desabrochando un botón tras otro, para jugar sobre la frustración y prolongar el placer. Luego, deslízala sobre el suelo. Juega con la ropa que te quitas: tírale alguna prenda o pasa tu cinturón alrededor de su cuello. A medida que te vayas desnudando, acércate a tu espectadora y despierta su deseo rozándola. Pero ten cuidado, ¡ella no puede tocarte a ti!. Si alguien va más allá del límite permitido por las pautas de tus presentaciones e intenta tocarte en una manera que tú no apruebas, no dudes en ponerle un alto con firmeza y de inmediato.
Por último, como advertencia, considera tener un número de teléfono o un correo electrónico exclusivos para tu trabajo como stripper; dar datos reales a tus clientes podría resultar contraproducente. Si te lo tomas como algo más permanente hazte unas fotografías de estudio en blanco y negro en las que sólo aparezca tu rostro en primer plano. Ocúpate de mandar tu foto a las agencias especializadas.
¡Bueno!, me dijo, ¡creo que si sigues al pie de la letra todo esto que te he dicho saldrás adelante!. Cuando bajé de su casa tenía decidido llamar a la agente el mismo lunes y hacer mi “debut oficial” en cuanto fijara la fecha. Le haría saber que sólo “trabajaría” los sábados a las doce de la noche.
En mi primer “sábado” estaba algo nervioso, pero como casi siempre, para calmar la excitación, recurrí a mi mejor antídoto: una botella de Manzanilla de Sanlucar de “Bodegas Soto”. Consigues el “puntillo” adecuado y tienes la desinhibición asegurada. Esa noche llevaba preparados dos temas, la ya citada canción de Kim Basinger en Nueve Semanas y Media y “Put the Blame on Mame” (Échale la culpa a Mame). Esta es la canción con la que Rita Hayworth se quitaba los guantes en la famosa escena de “Gilda”, la película de 1946 dirigida por Charles Vidor. Sus autores son Allan Roberts y Doris Fisher. En la película, Rita hace un playback sobre la interpretación de Anita Ellis. El éxito fue algo increíble y me hicieron un contrato para seis sábados más. Salía vestido con un uniforme de General Francés de las tropas Mamelucas de Napoleón. Elegí como nombre de guerra “Luigi el Amoroso”.
Al tercer sábado hice un montaje con música caribeña acompañada a fondo de bombo y platillo. Retoqué las letras de varias canciones de discoteca, que dejé así:
“Baila, baila, así, así! \ Las pibas mamaítas, \ que empiecen a bailar. \¡Mueve la colita, muévela! \ Meneando, Aaaahhhh, meneando, máaas. \ Mueve la colita para abajo, para abajo. \ Mueve la colita para arriba, para arriba. \ Así, Así, meneando sin parar, \ muévete mami, una vez más. \ Mueve la colita para abajo, para abajo \ Mueve la colita para arriba, para arriba. \¿Cómo es?: ¡Esoooooooo! ¡AAAHHH!. \ Arriba, arriba, abajo, abajo. \¡Muévete chiquita, síguete moviendo! \ Arriba, arriba, abajo, abajo! \ Mueve la cintura adelante y para un lado. \ Linda morenita si quieres sentir, \ ponte mi sombrero que yo te espero aquí. \ Linda morenita si te gusta el caballito, \ yo te invito a galopar rapidito, ¡A galopar, a galopar!. \ Mueve la cintura sin salirte de la silla, \ deja que me agarre a tu cinturita. \¡Arriba, arriba, abajo!, ¡Dale, dale! ¡Aaahhh!.”
Todo iba a pedir de boca, pero el quinto sábado (aunque dicen que no hay quinto malo) se produzco el desgraciado accidente. Una “enfervorizada” espectadora arrojó un monumental plátano a la pista al grito de: ¡Que lo enseñe!, ¡Que lo enseñe! (¿Qué querría que enseñara?). Sin darme cuenta, en la apoteosis de la actuación, pisé el plátano y resbalé estrepitosamente cayendo al suelo entre un grito de dolor desgarrador: me había roto totalmente el Tendón de Aquiles. Aquí terminó la carrera del stripper “Luigi el Amoroso”. Las peripecias con mi “Aquiles” durante el invierno pasado ya las conocéis todos.
Saludos y hasta otra,
PD: Le he pedido permiso al Censor del Foro para publicar una foto en la que aparezco completamente desnudo y parcialmente tapado en las partes más íntimas por los brazos de una bella señorita. Si lo autorizan, mañana colgaré la foto.
El domingo por la tarde me acordé de mi vecino del ático izquierdo que vive prácticamente al aire libre: NOÉ. Este chico francés de veinte y pocos años es uno de los más conocidos “Stripper” de la noche capitalina. Nos reconocimos como vecinos en el Complejo Deportivo de la Zona Sur de la Universidad Complutense haciendo series de 800 metros. Desde entonces, en más de una ocasión, junto a otros amigos deportistas, hacemos algunas carreras de fondo por la Casa de Campo. Decidí hacerle una visita y de camino pedirle algún consejo. Me invitó a un zumo de pomelo (se cuida mucho) y me dijo que tenía un par de horas libres antes de ir a trabajar al Palacio de Gaviria situado en la céntrica calle Arenal. Esa noche iba de pareja de “Baile de Salón”. Vestido con un impecable frac, cobra veinte euros a cada Sra. o Srta. que lo saca a bailar: Vals, Polka, Fox-Trot, Mazurca, Tango, etc. Una vez que le planteé mi caso y dilema, empezó esta larga serie de recomendaciones:
Lo primero que debes recordar es que la palabra “striptease” viene del inglés strip (desnudar) y tease (engañar), es decir: un desnudo engañoso que provoca en el público el deseo de una exhibición más completa. Después, y lo más importante: es que antes de decidirte a actuar debes de tratar de averiguar de cuánta comodidad corporal y seguridad en ti mismo dispones. Lo primero que debes considerar es si en verdad podrás sentirte cómodo trabajando semidesnudo enfrente de grupos numerosos de gente, o de personas tumultuosas y algo borrachas.
Tienes que estar permanentemente en forma. Los strippers ayudan a las personas a visualizar sus fantasías en la vida real, y los cuerpos con los que la mayoría de la gente fantasea suelen ser muy estéticos y bien formados. Ejercítate para mejorar tu cuerpo dentro de tu propia complexión natural. Tener un cuerpo atractivo y en forma te ayudará a sentirte más cómodo mientras actúas. Instala una barra de tubo en tu casa para desarrollar más a fondo tus habilidades. Ensaya delante del espejo, trabaja tu contoneo y tu sensualidad con los gestos que más te favorezcan.
Es fundamental elegir bien la música para tu actuación. Con tres o cuatro canciones suele sobrar. Debes de preparar “rutinas musicales” para tres ritmos distintos: lento, medio y rápido. Haz sobresalir los sonidos del bajo, contrabajo, batería y bombo. Exige que la luz de la pista llegue muy “tamizada” para que genere una atmósfera sexy y al mismo tiempo disimule tus pequeños defectos. Práctica el baile hasta que llegues a convertirlo en rutina. Concéntrate en lograr que tus movimientos luzcan naturales y relajados, así como en variar la expresión de tu rostro para que se adapte a las reacciones de tu audiencia. Elige tu nombre artístico como stripper. El nombre que elijas debe combinar con los rasgos del personaje que interpretas y comunicar a la gente el tipo de experiencia que pueden encontrar en uno de tus actos. Elige un “apodo” que suene seductor y excitante.
Para cuidar tu piel debes someterte a pequeñas exfoliaciones que la dejarán suave y satinada. Evidentemente, la depilación es obligatoria (axilas, pubis y piernas completas). A continuación, hidrata tu cuerpo con una leche nutritiva, o mejor aún, con un aceite brillante. Todo esto hará que te sientas como nuevo y puedas mostrarte igual que en tus mejores momentos. Te aconsejo, porque es complejo y agotador, que no hagas más de una o dos actuaciones por noche.
A la hora de elegir el disfraz para la interpretación ten en cuenta estas indicaciones: las prendas raídas son una opción popular para strippers masculinos. Un sastre puede ayudarte a agregar trozos de tela desgarrados a un traje, por ejemplo. Consigue ropa interior variada, tangas y otras prendas provocativas, para poder rotarlas entre tus diferentes presentaciones. Ponte un slip atractivo, puede ser de seda roja o negra. Aunque seas un stripper masculino se puede usar un liguero a juego, las mujeres se vuelven locas, y además, sirve para sujetar los billetes de propina. Opta por algo sexy y fácil de quitar para desabotonar con languidez. Los más fantasiosos también pueden optar por un look más original para la ocasión, en función del público predominante en la sala. Las fantasías eróticas de muchas mujeres se centran en hombres vestidos con toda clase de uniformes: desde bomberos a guardias civiles con traje de gala. No dudes en utilizar accesorios para la puesta en escena: una silla (para posturas sugestivas), un sombrero, un fular... ¡Da rienda suelta a tu imaginación!.
Como es natural en todo trabajo bien hecho hay que conseguir la técnica adecuada: durante el baile, mira a los ojos de tus espectadoras. Puedes elegir una “presa” a la que dedicar la actuación. No debes perderla de vista. Aprovecha para lanzarle miradas ardientes al ritmo de la música. Tus movimientos deben ser lentos y precisos. Juega con tus manos, acaricia las partes de tu cuerpo sobre las que quieras centrar su atención. Tras bailar un minuto, empieza a desnudarte. Siempre se empieza quitando la parte de arriba. Quítate la camisa, muy lentamente, desabrochando un botón tras otro, para jugar sobre la frustración y prolongar el placer. Luego, deslízala sobre el suelo. Juega con la ropa que te quitas: tírale alguna prenda o pasa tu cinturón alrededor de su cuello. A medida que te vayas desnudando, acércate a tu espectadora y despierta su deseo rozándola. Pero ten cuidado, ¡ella no puede tocarte a ti!. Si alguien va más allá del límite permitido por las pautas de tus presentaciones e intenta tocarte en una manera que tú no apruebas, no dudes en ponerle un alto con firmeza y de inmediato.
Por último, como advertencia, considera tener un número de teléfono o un correo electrónico exclusivos para tu trabajo como stripper; dar datos reales a tus clientes podría resultar contraproducente. Si te lo tomas como algo más permanente hazte unas fotografías de estudio en blanco y negro en las que sólo aparezca tu rostro en primer plano. Ocúpate de mandar tu foto a las agencias especializadas.
¡Bueno!, me dijo, ¡creo que si sigues al pie de la letra todo esto que te he dicho saldrás adelante!. Cuando bajé de su casa tenía decidido llamar a la agente el mismo lunes y hacer mi “debut oficial” en cuanto fijara la fecha. Le haría saber que sólo “trabajaría” los sábados a las doce de la noche.
En mi primer “sábado” estaba algo nervioso, pero como casi siempre, para calmar la excitación, recurrí a mi mejor antídoto: una botella de Manzanilla de Sanlucar de “Bodegas Soto”. Consigues el “puntillo” adecuado y tienes la desinhibición asegurada. Esa noche llevaba preparados dos temas, la ya citada canción de Kim Basinger en Nueve Semanas y Media y “Put the Blame on Mame” (Échale la culpa a Mame). Esta es la canción con la que Rita Hayworth se quitaba los guantes en la famosa escena de “Gilda”, la película de 1946 dirigida por Charles Vidor. Sus autores son Allan Roberts y Doris Fisher. En la película, Rita hace un playback sobre la interpretación de Anita Ellis. El éxito fue algo increíble y me hicieron un contrato para seis sábados más. Salía vestido con un uniforme de General Francés de las tropas Mamelucas de Napoleón. Elegí como nombre de guerra “Luigi el Amoroso”.
Al tercer sábado hice un montaje con música caribeña acompañada a fondo de bombo y platillo. Retoqué las letras de varias canciones de discoteca, que dejé así:
“Baila, baila, así, así! \ Las pibas mamaítas, \ que empiecen a bailar. \¡Mueve la colita, muévela! \ Meneando, Aaaahhhh, meneando, máaas. \ Mueve la colita para abajo, para abajo. \ Mueve la colita para arriba, para arriba. \ Así, Así, meneando sin parar, \ muévete mami, una vez más. \ Mueve la colita para abajo, para abajo \ Mueve la colita para arriba, para arriba. \¿Cómo es?: ¡Esoooooooo! ¡AAAHHH!. \ Arriba, arriba, abajo, abajo. \¡Muévete chiquita, síguete moviendo! \ Arriba, arriba, abajo, abajo! \ Mueve la cintura adelante y para un lado. \ Linda morenita si quieres sentir, \ ponte mi sombrero que yo te espero aquí. \ Linda morenita si te gusta el caballito, \ yo te invito a galopar rapidito, ¡A galopar, a galopar!. \ Mueve la cintura sin salirte de la silla, \ deja que me agarre a tu cinturita. \¡Arriba, arriba, abajo!, ¡Dale, dale! ¡Aaahhh!.”
Todo iba a pedir de boca, pero el quinto sábado (aunque dicen que no hay quinto malo) se produzco el desgraciado accidente. Una “enfervorizada” espectadora arrojó un monumental plátano a la pista al grito de: ¡Que lo enseñe!, ¡Que lo enseñe! (¿Qué querría que enseñara?). Sin darme cuenta, en la apoteosis de la actuación, pisé el plátano y resbalé estrepitosamente cayendo al suelo entre un grito de dolor desgarrador: me había roto totalmente el Tendón de Aquiles. Aquí terminó la carrera del stripper “Luigi el Amoroso”. Las peripecias con mi “Aquiles” durante el invierno pasado ya las conocéis todos.
Saludos y hasta otra,
PD: Le he pedido permiso al Censor del Foro para publicar una foto en la que aparezco completamente desnudo y parcialmente tapado en las partes más íntimas por los brazos de una bella señorita. Si lo autorizan, mañana colgaré la foto.