Adolfo Suarez acaba de fallecer!
Que Dios lo tenga en la gloria (q. d. e. p.)
Que Dios lo tenga en la gloria (q. d. e. p.)
Aunque nunca le vote, debo decir que me parecia un buen pólitico y me merecia un gran respeto.
D. E. P.
M. Nieto de M. Rasca
D. E. P.
M. Nieto de M. Rasca
Tu amigo Sr. Arbeloa, le dedicó, creo que ayer
unas palabras, en su cuaderno de Bitácora.
Me gustaron mucho.
unas palabras, en su cuaderno de Bitácora.
Me gustaron mucho.
te lo transcribo, por si no lo has leído:
Homenaje al ex presidente Suárez
Mientras Adolfo Suárez agoniza, lleva a cabo su último combate, toda España, entre lágrimas, recuerdos y agradecimientos, vela su agonía. Y muchos sufrimos a la vez un cierto remordimiento: por las veces que dejamos solo al ex presidente del Gobierno, guía audaz de nuestra Transición; por las veces que no le entendimos, o fuimos injustos con él. Era demasiado delicada y complicada aquella situación, para que en todo acertara. Pero en aquel cambio de etapa él acertó en lo fundamental, y los demás, si le seguimos, acertamos con él. Y, sin embargo, tuvo que dimitir muy pronto, porque no hubo en su derredor hombres que estuvieran a su altura ni a su cordura. Pero ese fue su remedio. No podía, al decir de uno sus ministros, estar a la vez en el poder y en la historia: en aquel poder, hambreado y acosado por tantos, y de tantos modos posibles. Y su fracaso político y su deterioro posterior de salud le salvaron para siempre. Suárez se convirtió en el símbolo que necesitabamos: no hablaba mal de nadie, no molestaba a nadie, no quería ser lo que no debía ser, se había convertido en la herencia de todos; a todos nos recordaba, simbolizándolo, el mejor momento de la Historia de España, y nos animaba a proseguirlo con nuevos medios, con nuevos aires. Y entendimos entonces que el poder es siempre parcial y divisor, fugaz y quebradizo, impotente e insatisfactorio. Después, Adolfo Suárez González, vivo o muerto, ha descansado en la Historia. Y la Historia es la gran metáfora humana de Dios.
Esta entrada fue publicada en Sin categoría el 22 marzo, 2014.
Homenaje al ex presidente Suárez
Mientras Adolfo Suárez agoniza, lleva a cabo su último combate, toda España, entre lágrimas, recuerdos y agradecimientos, vela su agonía. Y muchos sufrimos a la vez un cierto remordimiento: por las veces que dejamos solo al ex presidente del Gobierno, guía audaz de nuestra Transición; por las veces que no le entendimos, o fuimos injustos con él. Era demasiado delicada y complicada aquella situación, para que en todo acertara. Pero en aquel cambio de etapa él acertó en lo fundamental, y los demás, si le seguimos, acertamos con él. Y, sin embargo, tuvo que dimitir muy pronto, porque no hubo en su derredor hombres que estuvieran a su altura ni a su cordura. Pero ese fue su remedio. No podía, al decir de uno sus ministros, estar a la vez en el poder y en la historia: en aquel poder, hambreado y acosado por tantos, y de tantos modos posibles. Y su fracaso político y su deterioro posterior de salud le salvaron para siempre. Suárez se convirtió en el símbolo que necesitabamos: no hablaba mal de nadie, no molestaba a nadie, no quería ser lo que no debía ser, se había convertido en la herencia de todos; a todos nos recordaba, simbolizándolo, el mejor momento de la Historia de España, y nos animaba a proseguirlo con nuevos medios, con nuevos aires. Y entendimos entonces que el poder es siempre parcial y divisor, fugaz y quebradizo, impotente e insatisfactorio. Después, Adolfo Suárez González, vivo o muerto, ha descansado en la Historia. Y la Historia es la gran metáfora humana de Dios.
Esta entrada fue publicada en Sin categoría el 22 marzo, 2014.