Con esta inolvidable foto, tomada durante mi visita a Jimena en el año 79, y al lado de mi recordada abuela Ana, quiero, además de saludar a toda la familia forera, notificarles que ya la "locura" de mi computadora ha llegado a límites extremos, por lo que me he visto obligada a "internarla" para ver si logran "curarla". Esto significa que, por unos días más, continuaré aislada de todo lo que acontece por otros lares. Lamento muchísimo que, justo, sea en estos días, pues supongo que colocarán algunas fotos y quien sabe si hasta videos, de lo acontecido en esta Semana Santa. No obstante, espero disfrutar de esos esperados reportajes, tan pronto me regresen a mi "loquita compu".
Como siempre y a pesar de los años, no dejo de recordar a mi pueblo en estos días de procesiones. Es inevitable que no llegue a mi memoria algunos detalles que dejaron en mí huellas. Como por ejemplo: el solemne silencio que reinaba en aquellas procesiones... era tal que, quizás en mi actitud infantil, recuerdo que me agradaba oir el "taconeo" de las damas al caminar por aquellas calles empedradas..., me parece verlas elegantemente ataviadas con sus peinetas y mantillas negras... Siempre pensé que, un día, yo también me vestiría así, pero me preocupaba si podría caminar con semejantes tacones. y por supuesto, algo que ya desde niña me tocaba la fibra más sensible de mi ser: ¡el cante de una sentida saeta...! Cómo no recordar a mi tío Bartolomé..., cómo no llorar ante ese especial lamento musical... Independientemente de las diferentes creencias religiosas que se puedan tener, creo que, los que llevamos muy dentro ese "duende andaluz", son muy pocos los que no se estremecen al oir una saeta..., a a mi particularmente me pellizca el alma y el corazón...
Un abrazo a tod@s. Ana
Como siempre y a pesar de los años, no dejo de recordar a mi pueblo en estos días de procesiones. Es inevitable que no llegue a mi memoria algunos detalles que dejaron en mí huellas. Como por ejemplo: el solemne silencio que reinaba en aquellas procesiones... era tal que, quizás en mi actitud infantil, recuerdo que me agradaba oir el "taconeo" de las damas al caminar por aquellas calles empedradas..., me parece verlas elegantemente ataviadas con sus peinetas y mantillas negras... Siempre pensé que, un día, yo también me vestiría así, pero me preocupaba si podría caminar con semejantes tacones. y por supuesto, algo que ya desde niña me tocaba la fibra más sensible de mi ser: ¡el cante de una sentida saeta...! Cómo no recordar a mi tío Bartolomé..., cómo no llorar ante ese especial lamento musical... Independientemente de las diferentes creencias religiosas que se puedan tener, creo que, los que llevamos muy dentro ese "duende andaluz", son muy pocos los que no se estremecen al oir una saeta..., a a mi particularmente me pellizca el alma y el corazón...
Un abrazo a tod@s. Ana