Había una vez un Alcalde que decía que era comunista y, como tal, estaba en contra de la propiedad privada, en contra de los terratenientos y en contra de la mecanización del campo, porque quitaba jornales. Después, cuando juntó olivas, se compró un tractor, y se escapaba a hurtadillas del ayuntamiento para poder dedicarse a sus olivas y no tener que pagar jornales ajenos. Colorín, colorado, esta historia, dentro de poco, se habrá acabado...