Pues sí, María tiene razón. La Iruela tiene algo, sobre todo para los de fuera, que embruja desde un principio. Sus paisajes, huelen a leyenda y a historia, su castillo que cuándo lo visitamos una vez, atrae, atrae y atrae... El entorno parece mágico; como sacado de las leyendas Arturícas, pero sin nieblas, ni brumas. Con mucho sol y mucha luz. La gente es sencilla y buena. Amable con los visitantes. ¿Y su comida? un autentico placer para el estomago y los sentidos. Yó, que soy de ahí. Aunque siempre estoy fuera, cuándo vuelvo, siento esas sensaciones y muchas más. Algo maravilloso. José Luis.