Las tropas castellanas al mando del rey Alfonso VIII de Castilla, el alma de la batalla y el coordinador, junto con 20 milicias de Concejos Castellanos, entre ellas las de Medina del Campo, Madrid, Soria, Palencia, Almazán, Medinaceli, Béjar y San Esteban de Gormaz. Constituían el grueso de las tropas cristianas y rondaban los 50.000 hombres. Su abanderado era Diego López II de Haro, quinto señor de Vizcaya. A este caballero encomendó Alfonso VIII el reparto del botín tras la batalla, del que dicen las crónicas castellanas que no se quedó nada para su propio provecho.