Antiguamente se celebraba una
fiesta el día de los inocentes. Los hermanos de la cofradía de las ánimas comenzaban a pedir el día 24 de diciembre hasta el 28 que era la fiesta.
Iban vestidos de forma curiosa: llevaban sobre sus espaldas una especie de mantón de tres picos, de
colores vivos, encima de los hombros unas escarapelas de las que caían algunas cintas. Se ponían un sombrero de paja de centeno con forma de
hongo adornados con
flores de papel y cintas de colores.
En el cinto llevaban pendientes y diez o doce campanillas de cobre. Llevaban un bastón especial de paja de centeno entrelazada, con
adornos floreados y una porra en la parte baja y más cintas de colores en el fuste.
Llevaban una cesta de mimbre y dentro una caracola que sonaban y servía de aviso y la gente decía -ya vienen los tontos- pedían y daban saltos y la gente daba dinero por verlos brincar.
También recogían productos de
matanza que luego rifaban en la fiesta. En una mano ofrecían el lote y en la otra una jarra de vino. La gente pujaba y cuando no había más ofrecimientos el -. tonto- se acercaba y repetía la última cifra e invitaba a beber "veintiséis reales y bebe" era el gesto de aceptación.
El pujante ofrecía el lote a su moza y si lo aceptaba era buena
señal ya que podía haber noviazgo.